Con sus letras se han formado políticamente varias generaciones. Evaristo Páramos estuvo en Madrid con motivo de la gira de Gatillazo y aprovechamos para abordarle en plena promoción de su segundo libro.
El que fuera cantante y letrista de una de las bandas imprescindibles del punk en castellano, La Polla Records, sigue dando guerra desde hace más de una década con Gatillazo. Entre medias echó dos canitas al aire que bautizó como The Kagas y The Meas. No contento con esto, Evaristo nos ha sorprendido recientemente con Cuatro estaciones hacia la locura, su segundo libro. Aprovechamos su paso por Madrid en la gira de Gatillazo y le abordamos en plena promoción del libro. Demostrando mejor memoria que nosotros nos recuerda su anterior entrevista para un casi recién nacido Diagonal. Y así, una vez roto el hielo, charlamos con él media horita que se nos hace muy corta.
Perdón por el abuso, porque sabemos que no te gusta mucho esto de las entrevistas...
No, no, he venido queriendo, tranquilo.
Últimamente, con la presentación del libro, estás dando bastantes. ¿Cómo lo llevas?
Bien, de puta madre, porque al ser queriendo no se sufre.
Nos ha sorprendido el libro, sobre todo porque teníamos la imagen de un Evaristo celoso de su intimidad, y ahora te desnudas y lo publicas. ¿Cómo te has animado a dar ese paso?
La verdad es que peores cosas he hecho en los bares y gratis.
Pero no delante de tanta gente.
¿Qué dices, tío? Yo he vaciado salas de conciertos. Después de acabar el concierto me he quedado hablando hasta que se oía el ruido del que barría los vasos. En serio, he dicho cosas que no se deberían decir, que no digo ni aquí. Pero está bien porque me apetecía escribirlo y aparte hay cosas que al contarlas te las quitas de encima, tipo psicólogo o psiquiatra, que no los distingo.
Como una especie de “autoterapia”.
Eso, que te sueltas, sueltas lastre.
En el libro descubrimos un Evaristo muy sensible. ¿Qué peso tiene esa parte más emocional en tu personalidad?
Pues no lo sé. Porque los conciertos duran un rato, los viajes más rato, pero el resto de la semana está uno en su casa, en tu ecosistema, con la gente que te conoce de siempre, entonces, allá tú si te dejas llevar por lo que pasa el fin de semana. En el escenario lo que hago es desahogarme. Entonces todo el mundo que me conozca de cantante o de este rollo conoce un tío en el acto de desahogarse. O, al bajarte, un tío mogollón de pedo durante mogollón de años. Ahora ya no me pasa porque me duele todo. Un tío to’ pedo, que se baja y más majo que la mierda y to’ el rollo, pero no, qué va, tío...
Sí, que la persona que hay detrás es otra...
Sí, es un poco más el tonto éste del libro.
Muchos relatos coinciden en el mismo bosque...
Sí, porque la mayoría de las veces doy la vuelta por el mismo sitio, me gusta ver cómo cambia de un día para otro. He leído mogollón de veces lo que hacía gente verdaderamente sabia que se sentaba y observaba. Al pasar por los mismo sitios vas viendo los cambios. Ahora, por ejemplo, me vienen cosas a la cabeza del otoño del libro (el año pasado) que se repiten, otras cosas que cambian un poquico... Todos esos rollos los hemos perdido.
La gente de campo de antes lo tenía mucho en la cabeza.
Y los de antes de antes más todavía. Toda esta peña, druidas y todos estos rollos que tengo leídos. Date cuenta la de generaciones que hacen falta para tenerlo bien observado. Te da una sensación como de pérdida de tiempo o pérdida de tu vida. Igual me hubiera gustado haber tenido más tiempo para observar ese tipo de cambios, ese tipo de jugadas.
Hay una serie de temas que se repiten recurrentemente en el libro. Queríamos que nos dijeras algo sobre cada uno de ellos. Sobre la muerte.
Ayer hizo tres años que murió mi viejo y no me hablaba con él. A la vez me vino la hernia de hiato y me vi metido en un mal rollo como que me hundía, como si fuera una bola de nieve que te va aplastando. Me daba miedo morirme, yo me pensaba que no. Me quedaban cosas por decirle a aquel hombre. Además, yo me encontraba chungo y, con todo eso junto, me decía “ya está, ya estamos aquí...” Pues no, tenía miedo y me daba un disgusto tal tener miedo que me daba más disgusto. Descubrir que no eres tan valiente como te pintabas a ti mismo fue un disgusto del copón porque además de eso también tienes orgullo, soberbia y todas esas cosas.
La naturaleza.
No sé, es que justo esa palabra me recuerda a todos estos rollos que como punki de pro rechazaba incluso hasta la palabra. A la naturaleza yo le llamo el 'tao' que dirían los otros, el mundo, el universo, y es flipante ver que no somos más que una parte...
Pequeña, además...
Da mala hostia, porque, si te fijas bien, mira en qué andamos, en vuestro caso o en el mío: salir de esta mierda, esto está mal, es injusto... Pero, claro, este planeta vuela en pedazos y no ocurre nada en el universo. No se desequilibraría por ningún lado.
Incluso el día en el que lo jodamos todo y nos extingamos el planeta seguirá a su ritmo...
Sí, a su bola, de ahí salen las viejas culturas que consideran al planeta como un ser vivo. ¿Tú no te acuerdas de haberte tumbado tú mismo de crío mirando a las nubes y haberte mareao? ¿O darte cuenta de que la Tierra se mueve? Fíjate que es imposible percibirlo. Darte cuenta de eso es un flipe, en realidad estamos totalmente fuera de onda. Eso es lo que pienso.
Y ¿sobre los sueños? Hay varios relatos que son sueños…
Sí, son sueños, pero es increíble porque me ha pasado que de hacer estas movidas, de dejar de ponerme como un cristo, más el rollo mental, más la vida cómo me ha ido… ¿Cuál era la pregunta?
Los sueños.
Ah, sí. Todas estas cosas han hecho que me acuerde más de sueños, gente con la que hace tiempo no tenía relación te aparecen en un sueño. Aparece Josetxu el de los vinos en un tren que yo supongo que es en Madrid. ¿De dónde salen todas esas mierdas, tío? Pero es que luego lo curioso es que yendo al local de ensayo, justo en una lonja que hay allí, está Josetxu el de los vinos con su vieja en una silla de ruedas y su señora asando unas chuleticas y diciendo con su voz nasal: “Joder, Evaristo, para a comer un poco aquí”. Y encontrártelo ahí.
O encontrarte a Marquitos, que tocó la trompeta en el primer disco de Gatillazo, pero que era colega de la escuela, que luego perdimos el contacto porque ellos se dieron más a la verbena y nosotros más a lo del punk.
O, yo qué sé, Viana el de Zalduondo, que era de mi cuadrilla, con el que ni me hablaba, porque mi cuadrilla eran dos cuadrillas que se juntaron. Ellos eran los “txispas” y nosotros los “lagartijas”. Y de ahí salimos “aguraindarrak”. Es gente de una cuadrilla enorme con la que te juntas, pero no tenía ese contacto. Y, de repente, te aparece en un sueño con sus vaciles.
Y, por último, sobre la locura, que quizá no aparezca tanto en los relatos, pero como forma parte del título del libro...
Al andar con estos rollos [se refiere a las runas, el tarot, el I-Ching y el horóscopo chino], la gente te dice “estás loco”.
¿Y lo asumes?
Sí, porque lo elegí yo, me quise volver loco de las runas y todo esto y voy a seguir ahí hasta que me castiguen, el día que me digan “no tienes ni puta idea, ¡zas!, muere” y me caiga una runa de 200 kilos.
Hace poco estuve en la ETB y salió un pavo muy alto y muy trajeao, como de alguna empresa de seguridad, que decía que se podía distinguir a los más violentos porque llevaban runas tatuadas, y dije: “Éste pilla a Merlín o a alguno de éstos y no le deja entrar al campo”. Que las runas son otra cosa, luego está la utilización que hicieron los nazis, que las ha gravao con un impuesto por otros mil años. La S de las SS no es más que el sol, la fuerza masculina y cuatro tonterías más. Claro, se la pones a esa cuadrilla de elementos y fíjate. ¿No te da rabia ver la cruz gamada, que era un símbolo solar en culturas que te caen bien? He visto en un documental que unas mujeres hindúes (que eran la verdadera raza aria, que si los pilla Hitler hubiera matado a todos los arios de verdad), pues vi que hacían con flores una cruz gamada y estos rollos. Claro, es que estamos muy mal informaos.
Cambiando de tema, después de 35 años en la música y buena parte viviendo de ello, ¿te consideras un privilegiado?
Sí, mucho, además.
Y ¿qué parte crees que es mérito tuyo?
Ninguna, como mucho resistir, seguir ahí diciendo lo mismo. ¿Eso es un mérito?
¿Pero es real o es falsa modestia? En el libro hay un momento en el que dices: “Soy quien finge humildad en un ego que te cagas”.
Sí, tengo mucho ego. Es que estoy con la teoría de que tenemos mogollón de muñecos dentro y desde crío me ha pasado que uno toma el poder, no te ha pasado nunca ir solo hablando en voz alta…
Sí.
Entonces estás loco (risas). Se supone que hay infinitas posibilidades de cómo puedes y eso son como varios muñecos, de eso llevan viviendo los psiquiatras un montón de tiempo. Y luego también tengo una cosa que decir del difunto Sigmund Freud, y es que si se metía cocaína por la vena cómo no iba a tener ganas de follarse hasta a su madre… Luego lo llama el complejo de Edipo y no sé qué hostias. ¿A quién se le ocurre si no va muy puesto?
¿Cómo valoras la trayectoria de La Polla con la perspectiva del tiempo?
Pues estuvo que muy bien y fue real. Estuvo muy guapo y yo estuve allí… Y se acabó.
¿A veces pesa el “fantasma” de La Polla?
No, lo llevo conmigo muy a gusto. Te acuerdas de muchas cosas pero hay que intentar no volverte loco con la tontería. Ahora estamos en otra hostia y hay que mirar p'alante, si no, te mueres.
Y ahora estáis a tope, ayer te vimos con una energía tremenda en la sala Penélope.
Pues disimulé que te cagas porque ni me drogué ni nada. ¡Qué disgusto!
Este año con Gatillazo habéis tocado un montón…
El que más, el que más.
Incluso habéis vuelto a cruzar el charco. ¿Estáis contentos con eso?
Sí, este año sí. El año que viene creo que no tocaremos ni la mitad porque ya hemos tocado en todas partes y en tres más. Tanto no se puede tocar a nuestro nivel, luego ya los que están en la Champions y así, que juegan en otra liga.
¿Y qué proyectos de futuro tenéis?, ¿para cuándo el próximo disco?
Pues vamos a ver si nos juntamos de una puñetera vez para hacer un montón de ideas nuevas que tenemos. Pero tampoco vamos a echarle prisas porque ya nos hemos dado cuenta que llevamos más de dos años y en Gatillazo pasaba una cosa que es que cada dos años sacábamos un disco pero no es una cosa estudiada. De hecho se va a demostrar ahora porque vamos a tardar un ratico más. Entonces no queremos ponerle fechas, vamos a hacerlo tranquilos, que tenemos suficientes canciones para quitar unas y poner otras y luego si no nos quieren llamar pa' tocar tampoco nos vamos a enfadar con ellos.
Con The Kagas criticaste la SGAE en una canción titulada EAGS. ¿Qué opinas de los derechos de autor? ¿No te has planteado registrar en algún formato alternativo como el copyleft o las licencias Creative Commons?
Si alguien viene y me explica cómo funciona eso... Porque yo lo de autores me enteré por un colega de Pamplona que me dijo que lo que no reclamaban los grupos pequeños se lo quedaban los cinco artistas nacionales que más vendían. Entonces para que no lo cobrara Julio Iglesias nos hicimos de autores a toda hostia y no he vuelto a preguntar nada más. Llevo no sé cuántos años que me caen más o menos como dos aguinaldos entre cuatro veces que me pagan al año y no me da ninguna vergüenza cobrarlos.
Y en la canción de la SGAE procuré decir que yo también soy parte, que quede claro. Pero me hizo mucha gracia cuando llegó un papel de la SGAE en el que ponía “por la canción EAGS: 0,08€”. Y lo celebré. Fue un gol de mierda, pero fue un gol.
¿Te parece que hay machismo en la música y, más concretamente, en el punk?
Sí, machismo hay en todos lados, yo mismo puedo ser uno. Yo, por lo menos a nivel de lenguaje, es que no encuentro otra manera de decir “hijo de puta”. Sé que al que se lo digo se ofende, pero también veo perfectamente que es una ofensa a la dignidad de las mujeres.
Y, como tíos que somos, ¿qué podemos hacer para cambiar eso?
Pues lo primero el comportamiento, luego el lenguaje lo veo como una cosa accesoria. A mí lo que siempre me ha jodido es que lo pongan como primer punto de obligado cumplimiento en el “catecismo”. ¿Por qué no empiezas por el otro? Empiezas por comportarte de otra forma, digo yo.
En el libro hay un momento que defines como “galego afincado no vasquizado del todo”. ¿Qué vínculo mantienes con Galiza?
Muy poco, es sólo mental y algunos recuerdos. Luego estuve en una casa en ruinas andando por las vigas de la habitación donde nací hace un montón de años y no sé si sentí algo o lo quise sentir porque muchas veces el autoengaño funciona igual que la verdad.
Pero no consigo sentirme gallego y vasco, pues tampoco me sale. Pero creo, tanto por lo que he vivido en Euskal Herria como por lo que he leído, que tienen más razón que un santo.
En ese sentido te hemos visto apoyar causas de la izquierda abertzale…
Sí, porque siempre he piado a favor de ese rollo, pero como no pegaba perfectamente con la “teoría del teorema” [se refiere al purismo ideológico, anarquista en este caso]. Pero sí, todo lo que sea movimiento...
¿Qué crees que cambiaría en una Euskal Herria independiente? Para bien y para mal.
No lo sé. Yo como lo veo es, primero, una potente guerra de liberación y luego una estupenda guerra civil. Y después de un montón de sangre y de muertos, a ver si hacíamos algo. Porque luego allí el PNV y toda la cuadrilla lo tienen todo muy agarradito y enseñarían su verdadera cara. Incluso, digamos entre los nuestros, que como se llamaban antes era Herri Batasuna, hay más de Herri que de Batasuna. Hay muchos que tienen más mentalidad de patria, de país o de pueblo, que social.
Ante la brutal situación actual, esto que algunos han llamado crisis, ¿qué salidas se te ocurren?
Pacífica ninguna. No los veo con ninguna intención de decir “tenéis razón, mañana a las tres hacemos el relevo de poderes y nos vamos”. No están dispuestos ni a llegar a un pacto.
En la transición de marras, en la transición hacia la nada, tenían algo más de miedo. Martín Villa vino a decir “si hubiéramos sabido que erais tan memos por los cojones os hubiéramos dado nada”, pero con otras palabras, lo dijo hace pocos años. Se asustaron porque para ellos venía ya la hecatombe, pero lo trapichearon muy bien y nos han colocao otros 40 años de franquismo, con las mismas. Es la dictadura más larga de la historia.
El rechazo del uso de la violencia es una de las críticas que le hiciste al 15M…
Yo no tengo derecho a criticar a nadie porque lo único que he hecho ha sido hablar, pero si se me pregunta, yo doy mi opinión. Entonces, dime, que no te he dejado terminar, eso también lo hago mucho…
Pero dijiste que se te vino a la cabeza la palabra “churrería”. ¿Lo podrías explicar un poco o no tiene explicación?
¿Churrería? No sé, es como decir nada. No vi nada. Pues igual tenía yo un mal día o lo que sea. Pero hay cosas muy válidas, como el tema antidesahucios, que han salido de ahí.
Pero reconocerás que en el tema asambleario también hay figuritas del toreo, con más pasarela que contenido, que les interesa más que salga su puñetera opinión, que es un poquito más para aquí porque yo lo he dicho que porque sirva para algo. Esos tíos son más peligrosos que la hostia y están entre nosotros. Yo los veo más peligrosos que al enemigo que está ahí enfrente y digo “¡coño!, te tengo”, pero este que tienes a tu lado y tienes que estar todo el rato mirando si te prepara alguna tontería o dice alguna idiotez…
Y si no andamos con ojo podemos ser nosotros en algún momento…
Sí, claro que sí, nosotros mismos, podría pasarle a cualquiera.
¿Cuántas veces te han preguntado por Podemos últimamente?
Mogollón y mogollón de veces me ha llegado al teléfono el vídeo éste en el que sale [se refiere a un vídeo de La Tuerka en el que Pablo Iglesias recita la canción Delincuencia de la Polla Records y propone nombrar a Evaristo doctor honoris causa]. Pero es curioso porque el vídeo es de hace tiempo y, de repente, justo ahora, vuelve a salir otra vez. A mí me ha llegado más de veinte veces al móvil.
Además de Podemos están surgiendo candidaturas municipalistas como Ganemos Madrid o, salvando las distancias, el papel que puede jugar la izquierda abertzale en Euskal Herria. ¿Crees que se pueden cambiar las cosas desde las instituciones?
Si consigues las instituciones, luego tienes que acabar con los poderes de verdad. A ver quién mete mano a la “justicia”, al ejército, a la policía, a las bases americanas, a los bancos. Ahí es donde hay que ir.
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