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Carmen Jones y las buenas intenciones

60 años después de su estreno, se reedita la obra de Otto Preminger ‘Carmen Jones’. Esta Carmen moderna fue interpretada por un reparto íntegramente afroamericano en un gesto normalizador de doble filo.

21/12/14 · 8:00

En pleno macarthismo, y justo después de los problemas sufridos con la censura por 'The moon is blue' (1953), el iracundo director y productor Otto Preminger vivió un nuevo conflicto a raíz de 'Carmen Jones' (1954). Su nuevo proyecto despertó menos controversias porque se llevaba a la gran pantalla un musical de Broadway, una Carmen de Bizet trasladada a escenarios contemporáneos. Pero un reparto íntegramente formado por afroamericanos era materia sensible.

En la ficción, Joe es un soldado en formación que recibe la visita de su novia de siempre. Se interpone en su camino Carmen, una mujer seductora atraída por la indiferencia del joven. La narración fluye intercalando diálogos y canciones, manteniendo distancias con el cine musical más coreográfico. Su protagonista femenina es caprichosa pero fuerte, decidida a no ceder su soberanía individual, tampoco a la persona amada. Esta Carmen moderna está muy alejada de los ángeles del hogar habituales en el cine conservador de la época. Pero sorprende aún más la mirada compasiva a la deriva controladora de Joe, perturbado por los desaires de la antiheroína. Aunque los autores parecen rehuir las culpabilizaciones radicales y critican a la protagonista sin someterla a un asedio moralista, tratar la violencia machista de una manera similar resulta más que inquietante. Sea como sea, algunos arquetipos y algunas relaciones entre personajes tienen interés y el trabajo de puesta en escena es apreciable, pero la rigidez general de la película limita su impacto emocional.

Normalización segregada

La recepción del filme se ha visto condicionada por el ya aludido reparto 100% afroamericano. Quizá el intento fuese normalizador, y parece que Preminger tenía entre sus preocupaciones los derechos de las personas negras. Durante la filmación de 'In the meantime, darling' (1944) hizo despedir al actor Eugene Pallette por su filonazismo y por comportamientos racistas; también impulsó 'Hurry sundown' (1967), una producción sobre el Sur supremacista marcada por el acoso y las amenazas de los lugareños. Pero la premisa de 'Carmen Jones' puede recordar a 'race films' paternalistas al estilo de 'The green pastures' (1930), e incluso a las obras dirigidas a la audiencia de los guetos, como la película 'Moon over Harlem' (1939). Preminger rompió las barreras de estas últimas producciones ofreciendo su ópera cinematográfica al gran público, pero, al eliminar del cuadro a la población blanca, invisibilizó la opresión que esta ejercía.

Esta Carmen moderna está muy alejada de los ángeles del hogar habituales en el cine conservador de la época

El mismo Preminger realizaría, seguramente, una denuncia más efectiva mediante las escenas sobre segregación incluidas en 'El cardenal' (1963), rodada cuando la lucha por los derechos civiles había adquirido una cierta transversalidad. De alguna manera, su musical retrotrae a los tiempos de Aleluya (1929), y eso sugiere que la representación de la diversidad étnica no había avanzado sustancialmente en el Hollywood censurado. King Vidor también había escenificado un Sur sin blancos y, por ello, sin violencia estructural explícita. Poetizó la figura de los ‘buenos negros’ (trabajadores, religiosos) y dotó de una cierta profundidad a personajes que solían ser ridiculizados, pero dulcificó el ruralismo sureño al no abordar sus fundamentos explotadores.

Eso sí, los personajes principales de Aleluya y Carmen Jones gozaron del derecho de cometer los mismos errores que tantos galanes de tez blanca: enamorarse de una mujer tentadora y pagar las consecuencias, en la línea del cine con vestigios puritanos de principios de siglo, y de la regresión sufrida con el macarthismo. Una diferencia es que el protagonista del filme de Vidor muestra una sexualidad salvaje, inhabitual en el audiovisual mainstream. Cosas del cine sonoro anterior al Código Hays de autocensura... y de los estereotipos racistas.

Los límites de la transgresión

Por mucho que Preminger gozase con sus choques con los organismos cercenadores de la libertad creativa, no dejaba de ser un insider posibilista. 'Carmen Jones' no dinamitaba las convenciones ideológicas del momento. 'El hombre del brazo de oro' (1956) fue otro ejemplo de los límites de sus transgresiones: enseñaba imágenes prohibidas del consumo de heroína y del síndrome de abstinencia, pero embellecía los bajos fondos con glamour hollywoodiense.

Parece que Preminger tenía entre sus preocupaciones los derechos de las personas negras

Con 'Porgy y Bess' (1959), el cineasta volvió a realizar un musical afroamericano, pero los tiempos cambiaban rápidamente: esta minoría ya aspiraba a mucho más. Obras posteriores, como Skidoo (1968), evidenciaron que el veterano realizador quería entender el presente (en ese caso, el jipismo) y modernizarse, pero no terminó de lograrlo. Nacido en la Austria de principios del siglo XX, establecido en el Hollywood de los grandes estudios, ya había hecho su aportación cuestionando, con algunas reservas, la censura y a los sectores más reaccionarios de la sociedad estadounidense.

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