Series: Boardwalk Empire
El pecado americano

Boardwalk Empire reconstruye una época crucial para comprender la primacía de EE UU.

30/11/14 · 8:00
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El 26 de octubre concluía la serie Boardwalk Empire, de la exitosa cadena HBO. Una recreación de los años 20 en Estados Unidos –“los felices años 20”– que dan comienzo, como la serie, con la promulgación de la Ley Seca (Ley Volstead) y concluye unos días antes del cese de esta prohibición, en 1931. La serie, producida, entre otros, por Martin Scorsese, el actor Mark Wahlberg y un dúo fundamental en la gestación de Los Soprano, el director Tim Van Patten y el guionista Terence Winter, no ha tenido las audiencias de otros monstruos de esta cadena de TV por cable. Con la quinta temporada concluye esta narración, que ha sido reducida al concepto de serie de época, y que, como cualquier serie de época, ha tenido un presupuesto superlativo (sólo el primer capítulo costó 18 millones de euros), lo que ha sido un motivo definitivo para su cierre.

Las piezas del puzle encajan mejor gracias a la sangre derramada sobre el rompecabezas

El nacimiento de Atlantic City como oportunidad para inversores coincide con la adolescencia y juventud del protagonista, Enoch ‘Nucky’ Thom­p­son. Este personaje está encarnado por el actor Steve Buscemi en los otros dos espacios temporales que abarca la serie: los primeros 20, en los que la ciudad se convierte en un oasis para la entrada de whisky, y los primeros 30, marcados por un nuevo “fin de la inocencia” provocado por del crac financiero del 29.

Board­walk Empire es un retrato de la América en construcción en el que, como en las novelas de James Ellroy, las piezas del puzle encajan mejor gracias a la sangre derramada  sobre el rompecabezas. En el paseo de Atlantic City se produce el pecado de Nucky Thompson, el verdadero crimen que le perseguirá a lo largo de la serie, el único sin justificación ni posible redención.

Con el eco de la prosperidad económica –obtenida mediante la explotación de masas de migrantes– y de la I Guerra Mundial, el serial insiste en uno de los cauces más explotados por el género negro como es el terreno resbaladizo que pisan las empresas criminales y las empresas de seguridad (FBI), así como la línea discontinua entre estos sistemas de gestión del vicio y un Estado que, engrasado por medio de la corrupción, ve necesario dar cuartel a sus sectores más puritanos por medio de una aparente guerra contra el exceso.
 

La serie se adentra en el espectral mundo de los sanatorios para enfermas mentales

Esa ciudad de vacaciones y su paseo marítimo son el eje sobre el que vuelve la serie, que, no obstante, abarca buena parte de la historia criminal de la costa Este de EE UU, desde Nueva Jersey y Nueva York hasta el Chicago de Al Capone o la Florida previa a la era de los grandes traficantes, y Cuba, patio trasero de la mafia hasta 1959. Junto al nacimiento de los EE UU como primera potencia mundial, Boardwalk Empire es una guía –novelada– para conocer la formación del crimen organizado moderno a través de tres personajes, el citado Capone –a caballo entre dos épocas–, el magnético Charles ‘Lucky’ Luciano y el ideólogo Meyer Lansky, en quien se basó el personaje de la saga El Padrino, Hyman Roth. Board­walk Empire es un eslabón que faltaba en la cadena que forman otros títulos de la filmografía de Scorsese, e hitos como El Padrino (Coppola) o Los Soprano (David Chase).

Como novedad, el papel de las mujeres en la serie gana algo de complejidad con respecto a otros títulos del cine de gangsters. La serie, por ejemplo, se adentra en el espectral mundo de los sanatorios para enfermas mentales. Es una de las instituciones “sin control”, o con control caciquil, que aparecen en la recomendable última temporada del folletín, que también rememora, fugazmente, la situación de las cuerdas de presos-esclavos afroamericanos. Otras realidades que configuraron la sociedad que aún hoy sigue siendo hegemónica a nivel global.

Con sus excesos y sus defectos –la 3ª temporada flojea–, esta novela en 56 capítulos es una pieza más en el gigantesco tablero en el que poco a poco vamos reconstruyendo el origen del imperio que venció el terrible siglo XX. Un puzle en el que se sitúa con luz y música propia junto a otras piezas fundamentales como han sido Mad Men o la propia Los Soprano y, en otra onda, The Wire y la también recién concluida Tremé.

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