En un entorno complicado para que los jóvenes y el arte se abran paso al margen de elitismos, tres propuestas basadas en el asociacionismo y la autogestión, pero también en la originalidad, refrescan una escena cultural local sumida en el letargo tras dos décadas de gobierno conservador.

Live Music Valencia: buscando el efecto contagio para revivir una escena
“Hay muchos grupos en los locales de ensayo esforzándose económicamente, gastando horas, creando propuestas. Se debe hacer algo”. Esta fue, en palabras de Paco Montoro, la principal conclusión a la que llegó junto a su compañera Andrea Goytre al comenzar a asistir para grabar completamente gratis y con cinco cámaras de alta definición a sus primeras bandas locales. “Aquí hay algo que está fallando”, reconocen cuando se les cuestiona sobre el estado de la música local en directo. Concretamente, afirman que lo pensaron cuando, acudiendo a grabar uno de sus primeros conciertos locales, comprobaron que la sala de al lado estaba literalmente rodeada por una hilera de personas que se agolpaban para ver a una cantante melódica que hizo relativa fama a través de un célebre concurso televisivo. “Falla el material que las bandas presentan a promotoras, concursos y salas. Falla la difusión del mismo. Pero también falla el contexto social, que mira más hacia fuera que hacia dentro, que vive pendiente del artista de fuera e ignorando al local, y eso es lo que nosotros nos proponemos modificar”.
El altruismo del que hacen gala (“el dinero ya llegará”, afirman sin preocupación cuando se les pregunta por la sostenibilidad de su iniciativa) esconde en realidad el deseo de poder remover los cimientos de la cultura local no sólo en su ciudad, sino en todo el Estado entre tres personas, junto con Rafael Sánchez: “Si nuestra propuesta de grabar gratis a las bandas se convirtiese en algo extendido, algo local en muchas partes, quizá conseguiríamos romper la tendencia que hace que prácticamente no haya una escena local más allá de acontecimientos aislados". Así, seguramente, los músicos, pero también las salas, las tiendas de instrumentos, las promotoras, los fotógrafos, las publicaciones especializadas y, por qué no, nosotros podríamos vivir o al menos lograr convertir la escena en algo sostenible”. Desde luego, éste es un proyecto con una utopía de fondo, pero que no despega los pies del suelo: “Nos encantaría poder convertirlo en sostenible. Y si hubiese un beneficio más allá de cubrir nuestras necesidades, se reinvertiría. Nos encantaría poder crear un festival que premiase las mejores propuestas musicales, poder becar a una banda para que se grabase un primer disco”.
El romanticismo es quizá uno de los puntos en los que se apoyan para sobrellevar un ritmo de trabajo francamente alto: cuatro conciertos grabados a la semana desde que empezaron a ofrecerse a las bandas locales, hace algo más de un mes. Por ejemplo, los integrantes de Live Music Valencia descartan realizar videoclips para dedicarse a grabar conciertos en directo: “Nosotros vemos mucho el lado romántico, nos encanta ver la realidad de las bandas, el sudor, la gente descargando, conociéndose entre ellos el día del concierto”. Algo que confirman cuando declaran: “Nos emocionamos cuando hacemos las películas, cuando metemos la música, ése es ya un objetivo cumplido”.
Art Valencia: imagen, homenajes ‘escapistas’, música local y radio para revivir una escena
Es habitual encontrar cadáveres de antiguos espacios dedicados a cualquier disciplina artística. La crisis económica, pero también el desarrollo urbanístico de una ciudad consagrada a la apariencia, arrasaron hace tiempo con espacios de esparcimiento cultural. Valencia no es tierra fértil para amantes del arte, pero sí para románticos que tienen claro el objetivo de revivir una escena cultural casi extinta. Y, si es necesario, hacerlo a partir de los mismos lugares que décadas atrás dotaron a la ciudad de un sonido propio: los míticos Estudios Xúquer.
David Barcia y Pilar Colechá son las dos personas detrás de Art Valencia, un enclave para apasionados del diseño, la fotografía, la música y la comunicación, que además ofrece desde hace poco un juego del género de Escape que es en realidad un recorrido por la historia reciente del rock valenciano underground. Una historia que palidece en los últimos tiempos ante la ausencia de un circuito propio más allá de la música en valenciano y que ambos reivindican “porque no lo hace nadie y porque es necesario hacer este reconocimiento para vitalizarla”.
Éste es el gran proyecto a medio plazo de esta pareja de amigos que son unos clásicos de la música en Valencia. “Es una ciudad en la que nos encanta estar y que consideramos nuestro hábitat”, resalta David. Para ello, esperan que los estudios que se encuentran dentro del espacio Art Valencia sirvan para mover colectivos musicales que puedan formarse teniendo la oportunidad de grabarse a sí mismos, pero también que –como ya está sucediendo– los mismos músicos de la escena comiencen a dar clases a niños del barrio. Ésta iniciativa, junto a la participación en campañas estatales como Juguetes del rock 2014, muestran su proyecto, cuyo colofón final será una estación de radio online. Una iniciativa mediante la cual llevar a cabo, desde lo que fue uno de los estudios de grabación más emblemáticos de los años 80 y 90 en Valencia, un empuje cultural de los barrios en los que la gentrificación se ha abierto paso en los últimos tiempos.
La Brigada Gráfica: arte, asociación y dinamización cultural en el barrio del Carmen
La Brigada Gráfica la conforman un grupo de personas que se asociaron en 2011. Lo hicieron por afinidad: fotografía, ilustración, diseño gráfico y cómic son las áreas que unen a sus integrantes. Su objetivo, crear un medio de difusión en el que promocionar no solamente su trabajo, sino el de otros artistas. El medio, en un principio virtual y desde 2012 también físico.
La coyuntura actual les ha obligado a plegarse sobre sí mismos e ir tomando decisiones estratégicas para sobrevivir, pero no por ello están limitados en otros sentidos: colaboran regularmente con movimientos sociales y asociaciones de vecinos, además de con otros pequeños establecimientos de barrio (en este caso de Benimaclet) como Goatxa. Además, su objetivo de autogestión se vislumbra poco a poco en un colectivo en el que la palabra y el respeto han sustituido con éxito a las formas jurídicas y en el que la reinversión es constante.
Sin embargo, La Brigada Gráfica no es sólo un pequeño establecimiento donde uno puede adquirir productos o visitar sus exposiciones, sino que además es un dinamizador de la cultura local. Por ejemplo, en el barrio de El Carmen promueven el placer por el dibujo con su taller Drink and Draw (bebe y dibuja). En palabras de Guillermo Ros, el impulsor de la iniciativa, “es dibujar por el amor de dibujar no es una competición (...) aquí viene todo tipo de gente, desde un animador de Pixar hasta gente que desde el cole no cogía un rotulador”. Cada martes los participantes eligen una temática y de vez en cuando se organizan exposiciones. Todos los martes, a las 21 horas, se les puede encontrar en el bar Hermità y unirse a un arte no siempre lo suficientemente valorado.
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