En su decimosegunda edición, el Festival Internacional de Cabaret ha vuelto a llevar a los barrios del Distrito Federal de México un humor inteligente y atrevido. Charlamos con dos de las compañías formadas por ‘puras’ mujeres que ponen de vuelta y media a sus gobiernos.

La carpa de teatro del Faro de Oriente, uno de los espacios públicos que promueven las artes entre los jóvenes del Distrito Federal (México), está abarrotada el 22 de agosto y varias personas nos sentamos en el suelo. Debutan gratis Las Reinas Chulas con Pesadilla de Peña en el Infierno, una farsa que se cepilla con humor inteligente a dirigentes públicos que encarnan la corrupción endémica de México, entre ellos a su presidente, Enrique Peña Nieto. “Es una pesadilla que los méxicamos estamos viviendo, que se te aparezca Freddy Krueger es mucho mejor que que se te aparezca Peña Nieto”, comenta Cecilia Sotres, una de las reinas. En su camerino confiesa que le encanta disfrazarse de hombre, pero el personaje de Peña, al que lleva representando siete años como un Freddy que no sabe leer ni contar y se corta constantemente con sus propios cuchillos, se le hizo pesado y tuvo que dejarlo por un año. Tener a Peña como presidente de la nación desde 2012, y como gobernador del Estado de México desde 2005, no resulta tan chistoso. “Es un hijo de su puto padre, está despedazando al país para venderlo a las transnacionales que gobiernan el mundo”. La misma semana de la función, un nuevo capítulo para abrir la industria energética al capital privado prosperaba en el país.
La “carpa” mexicana
El XII Festival Internacional de Cabaret ha llevado durante la segunda quincena de agosto a los barrios funciones gratuitas de alto contenido político y exquisita calidad. Es una forma de recuperar la tradición del Teatro de Carpa, un género que fue muy popular en México a comienzos del XX y que llevaba de forma itinerante a los pueblos números sencillos donde no faltaba la sátira política. Después de casi un siglo aún hay gente que nunca ha visto teatro en la ciudad de México, en el Faro de Tlalpan, a dos horas y media del centro, los actores se encontraron a un público virgen. “Saber que generamos algo que va a impactar de esa manera en ese pueblo para mí ya valió toda la chinga del año”. Marisol Gasé, otra de Las Reinas, habla entusiasmada, se queda pensativa y prosigue: “Aunque es horrendo, porque el Estado no se preocupa por llevar cultura, es ojete, es malo”.
“No todo el clown es cabaret, tiene que tener un giro que tenga que ver con disidencia”, contesta Cecilia cuando le pregunto por los criterios de selección de los espectáculos. Además de actuar, las reinas coordinan el festival y siempre escogen obras que no tengan un humor discriminatorio y que sean atrevidas. “No hay que subestimar al público de a pie”, advierte Marisol, y trae a colación la anécdota de cuando llevaron La casa de Bernarda Alba en versión drag a los barrios: los actores medían dos metros treinta, iban con falda y el torso descubierto. La respuesta del público fue tan increíble que los actores, en un principio reticentes, ya no querían bajar del escenario, recuerda. No se atreven a afirmar que el cabaret sea un género feminizado, aunque lo encuentran lógico
Todas son activistas feministas que por el camino se volvieron cabareteras. Apenas llevan un año de debut en bares y calles. “Me parecía que al activismo feminista ‘nica’ le hacía falta sentido del humor. Así que les escribí a Las Reinas para capacitar a algunas activistas en Teatro Cabaret Feminista”, nos cuenta Cristina Arévalo, una de las actrices, que además es integrante de La Corriente Feminista. Después de varios años de formación, han salido del armario directas al escenario.“Quisimos hablar de lesbianas abiertamente, sin tapujos. En el movimiento LGTBI somos las menos visibles, el grupo al que menos formación se le brinda (incluso menos que a las mujeres trans)”.
Las Hijas sacan pancartas con instrucciones para que aplaudamos como es habitual en el teatro popular que llevan a las comunidades. Cuando hablan de dildos y de cómo montárselo solas, algunas señoras de la primera fila se ríen con la mano en la boca. Las historias que cuentan con humor son las que han vivido como un drama.
Narrativas contra la violencia
Muchas obras de la programación están escritas colectivamente por mujeres y se posicionan a favor de los derechos de las mujeres y la liberación sexual. ¿Casualidad? “Dios nos hace y nosotras nos juntamos”, contestan Las Reinas entre risas: “Vivimos en una sociedad todavía patriarcal, que seas una mujer y que te cuestiones cosas te lleva a otro lugar, por eso creo que genera que haya más mujeres”.
El humor es una forma que Hijas y Reinas han encontrado para narrar el dolor y la violencia en un contexto de contraofensiva conservadora. “Es posible hablar del aborto o el feminicidio desde el humor. Jamás nos vamos a reír de las víctimas, pero sí podemos reírnos del machismo, de los machos, de la Iglesia y sus argumentos antifeministas; del Gobierno y sus ideas de familia y derechos”, asevera Cristina.
En el espectáculo musical La Banda de las Recodas, con el que las Reinas debutaron en otro Faro, son ‘narcotraficantas’ que hablan de feminicidio desde un humor muy sórdido. Aunque este humor de reírse de la muerte a veces no se entiende ni en el propio México, y en las zonas más calientes dominadas por el narco no es conveniente. “Cuando la estrenamos en 2005 sacábamos una cabeza cortada por el narco, jugábamos con ella como si fuese balón de fútbol y se la pasábamos al público. Luego actuamos en el Teatro de la Ciudad y hubo gente que se salió. Eso lo hacemos sólo en el DF. Cuando vamos a otros lugares con la Banda, primero vemos cómo está la cosa y si vamos o no”, cuenta Cecilia. En un México tan hostil, la risa se volvió una forma de sobrevivir: “El conservadurismo está regresando tremendo, por eso creemos que nuestra labor puede cambiar vidas, hacer reír es ya muy importante”.
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