Pepe Ribas contó en ‘Los 70 a destajo’ cómo fue para él aquella década. En esta entrevista vuelve a explicar por qué el ‘Ajo’ era otro mundo.

¿Por qué hacer aquí y ahora una exposición de ‘Ajoblanco’?
Para que la gente más joven sepa que en este país siempre ha habido una corriente antiautoritaria, que hubo gente que luchó por otras cosas. Y en las jornadas quería que la gente de ahora dijera lo suyo, gente como Marina Garcés o Amador Fernández Savater. Los movimientos libertarios están muy fragmentados, tienen que coordinarse y saber su historia. Al Conde Duque no ha venido nadie del PP y hemos hecho lo que nos ha dado la gana, trabajando con una funcionaria fantástica.
La “gente de ahora” tendemos a hacer un análisis monolítico de la Cultura de la Transición.
Si te miras el dossier sobre la Constitución hecho en el 78, cuando se acababa de aprobar, te das cuenta de que no todo el mundo estaba en esa cultura... movimientos críticos ha habido siempre, pero en este país hay muy poca democracia y está todo bloqueado por una casta. El Pablo [Iglesias] éste lo ha explicado muy bien...
¿Cómo era posible que una revista libertaria pudiera llegar a ser tan masiva?
Estábamos muy diseminados, pero hubo algunas manifestaciones, como un concierto de King Crimson en el 73, en el que nos encontramos mucha gente que era distinta a la de antes, que quería cambiarlo todo. Una generación que explotó. En el 76 y el 77 hubo más libertad que nunca. Luego se configuraron las nuevas oligarquías de partidos, que impusieron un criterio único y compraban a la gente con dinero. No se puede culpar sólo a la clase dirigente, la gente votó lo que votó y se comportó como se comportó. Hasta el 78 la gente era muy crítica, luego con Felipe González se dejó conquistar por la idea de que éramos un país moderno y avanzado.
"Ahora es mucho más duro, el poder está mejor organizado, internacionalizado y concentrado"
Durante las jornadas se han hecho paralelismos entre ese momento y el 15M...
Sí, hay algo parecido: el entusiasmo de lo colectivo, redescubrir que somos comunidad y tenemos un espacio común en el que podemos trabajar, luchar y crear. Pero al final del Franquismo el régimen agonizaba de verdad, ahora soñamos que el régimen actual agoniza, pero no. Ahora es mucho más duro, el poder está mejor organizado, internacionalizado y concentrado. Antes había censura política, ahora en los medios la censura económica es total. Por ejemplo, no hay distribuidoras independientes. En el 78 había perspectivas utópicas a nivel planetario, pero se perdió la oportunidad.
En Ajoblanco queríais usar un lenguaje nuevo y olvidar las palabras del Régimen antiguo.
Hablábamos con palabras que los progres mayores no entendían, sobre todo la extrema derecha marxista. Sí, para eso fueron muy importantes los miles de colaboradores.
¿Puedes decirme alguna de esas palabras?
“Buenas vibraciones”. La revolución tiene que tener ese componente magnético, lo afectivo, lo intuitivo. Así era el primer Ajoblanco; cuando se jodió eso, se jodió todo.
¿Cómo organizabais la revista?
Fue muy espontáneo e intuitivo. Buscábamos al otro. Yo quise dejar hacer, dar confianza a gente que no era profesional, muy joven. Yo tenía 23 o 24 años y se movilizaron hasta en institutos, con 15 o 16. Montamos un comité doble: quienes coordinábamos el contenido, Fernando Mir, Toni Puig, Luis Racionero y yo, el colectivo más sólido; y luego, con los manifiestos, la gente respondía y hacíamos reuniones en distintas ciudades y por temas de interés. Se creaban grupos que venían a la redacción a hacer dossieres, números especiales o sus propias revistas. Censurábamos muy poco. Llegamos a vender tanto porque la gente sentía que la revista era suya.
¿Y cómo se financiaba?
Primero hubo un tío, un amigo de mi hermana, que nos puso 100.000 pesetas. Luego pedimos un crédito. Y lo financiamos con la venta. El primer año y medio lo pasamos fatal, no salíamos cada mes sino cuando podíamos. A partir del número 7 u 8 empezamos a vender más ejemplares y a ganar dinero, que invertimos en ecología, mujeres maltratadas... en ayudar a comunidades que lo necesitaban.
¿Y en la segunda etapa?
Fue una revista más normal. Sí había un consejo de redacción en el que cada uno hablaba de lo que quería hacer, pero ya no fue tan colectivo. Era otra época, pero publicamos unas críticas que ahora resultan totalmente actuales.
En ambas etapas, escriben más hombres que mujeres...
Muchísimos más. Había mujeres libertarias como Aurora Segura, Teresa Huelin, Ana Castellar... que eran muy importantes y escribieron lo que quisieron ellas. Nosotros nunca pensábamos si eras hombre o mujer, pero es que no venían más mujeres. Era un problema del país que teníamos, se notaba el Franquismo.
comentarios
0