Mundial de Brasil
El grito anti FIFA como una nueva reconexión de las luchas globales

El autor repasa las protestas contra el Mundial de Brasil y la FIFA que se han producido en todo el mundo y sus potencialidades para canalizar la protesta global y ser expresión de la lucha anticapitalista.

08/07/14 · 12:43

#fuckFIFA es el nuevo grito global. Nace ocupando el lateral de los vagones de un tren en Río de Janeiro y estalla en un cartel de Bangalore, en la India. Se escribe con láser en una proyección de un muro de Belém do Pará, en la Amazonía. Circula, abrazado por muchas manos, por las calles de Atenas. Se cuela como un virus en las mismísimas Fan Fest made in FIFA de Brasil, en carteles gigantescos. Se mezcla con las demandas de derechos civiles en las plazas de Turquía. Sorprende a los viandantes de las ciudades alemanas. Se transforma en un coro festivo, en medio del incendio de una imitación de la copa del Mundo en la Ciudad de México. Y se pega a las paredes de la mismísima sede de la FIFA, en la ciudad suiza de Zürich, que fue atacada por varios activistas. #fuckFIFA es el grito. “fight FIFA” fue la consigna.

El mensaje es nítido. #fuckFIFA, #fifagohome. A primera vista la lectura parece inequívoca: odio a la FIFA (esa institución comercial que tiene más países afiliados que la propia ONU), rabia contra el fútbol comercial gobernado por las marcas. A segunda vista, el grito gana matices. A un lado, la FIFA: el deporte espectáculo, los patrocinadores­que­devoran­el­fútbol, la fiesta neoliberal de todos los mega eventos deportivos. Del otro lado, el fútbol: la pasión colectiva, el deporte como ensamblaje de los barrios, como mecanismo social inclusivo, como juego, como rito. Un graffiti callejero de París redondea la lógica binaria de FIFA vs fútbol: “Amamos el fútbol, odiamos a la FIFA”.

Pero en el atmosférico #fuckFIFA, en sus sótanos emocionales, hay algo más que odio. Y algo que supera incluso a la FIFA. Un grito lateral, propositivo, que no es exactamente contra el Mundial. Menos todavía contra el fútbol. Los detalles de un tweet de BRnasRuas, un colectivo brasileño, dan más pistas. Dos hashtags #FuckFifa y #FuckCapitalism acompañan a una foto en la que diferentes billetes de reales brasileños tienen incrustado el 'fuck FIFA'. Lo cierto es que el #fuckFIFA, como grito de resistencia del pueblo brasileño al rodillo neoliberal de la FIFA, está generando empatía. Y está construyendo sorprendentes conexiones entre movimientos populares y redes de todo el planeta.

Una conexión global

El cartel que apareció el pasado día 15 en la ciudad India de Bangalore era bastante sintomático: “El Mundial de la gente, sí. Di NO a la FIFA mafia”. El manifiesto de la New Socialist Alternative (CWI) de la India criticaba con dureza a la “FIFA Mafia”, pero sobre todo lanzaba su apoyo a la “la clase trabajadora de Brasil”. En Estambul, el movimiento Right to the City Alliance organizó una protesta en la puerta de la embajada de Brasil. Y lanzó un texto de apoyo al pueblo brasileño que poco tenía que ver con el fútbol: “de una barricada a otra, de una plaza a otra, de los bosques del norte a la Amazonía, estamos con los insurgentes de Brasil”.

En Italia, algunos sindicalistas se solidarizaron con los trabajadores del metro de São Paulo, despedidos por su huelga previa el Mundial con un cartel: Somos Todos Metroviarios. Y en Madrid se celebró un acto anti FIFA.

En Grecia se ha creado incluso una Coordinadora de Solidaridad con los Insurgentes de Brasil. Su declaración es profundamente política: “Las planificaciones del Estado y de la patronal no difieren, ya se trate de Brasil, Grecia o Sudáfrica. Como en Grecia en 2004, en Brasil el Capital y el Estado se valen del atletismo comercializado para esconder tras las caras sonrientes y el ambiente festivo la intensificación del control y la represión”.

¿El odio contra la FIFA está generando una inesperada alianza de colectivos, movimientos, redes y personas? Sería demasiado naíf defender dicha tesis. Las conexiones e insurgencias llevan años cocinándose. Tras el previsible Mundial de Sudáfrica el mundo vive en una tremenda convulsión político-social. Wikileaks y Anonymous lanzaron su operación PayPal en el otoño de 2010, tras la resaca del mundial de Sudáfrica. La Primavera Árabe, la revuelta del 15M (Indignados) en España y Occupy Wall Street sorprendieron al mundo en 2011. El movimiento red mexicano #YoSoy132 continuó la oleada de revueltas en 2012. Y 2013 fue el año del #DirenGezi de Turquía y el #VemPraRua de Brasil, revueltas de fuerte matriz urbana en la que los intermediarios clásicos (partidos políticos, sindicatos) no fueron protagonistas.

La solidaridad y mensajes de apoyo de ciudadanos de todo el mundo al pueblo brasileño, con el paisaje anti FIFA, está aprovechando la inercia de las luchas de los últimos años. Unos días antes del Mundial, muchos nodos de Anonymous de todo el mundo organizaron la tormenta de tweets con el hashtag #nãoworldcup (viva hasta hoy). Cientos de sites del ecosistema FIFA han sido tumbados por colectivos hacktivistas. Cuentas de Twitter relevantes como @OccupyWallStreetNYC, @Takethesquare o @Global132 (México) usan desde el inicio del Mundial el hashtag #occupyworldcup.

La cuenta de Twitter @OccupyWorldCup, que incentiva la unión de las luchas planetarias, muestra que el sistema red creado con la oleada de Occupy está vivo: muta, renace, se reconecta en acciones concretas. Gritos globales, enredados en el #fuckFIFA, que buscan la unión de todas las personas que corean el somos el 99% desde 2011. Un tweet de @OccupyWorldCup revela un intento de reconexión de pueblos, frente a la rivalidad futbolística. Mientras brasileños y mexicanos discutían tras el empate de ambas selecciones en el hashtag #MéxicoMandaEnBrasil, @occupyworldcup usaba el #fuckFIFA como argumento conciliador: Galera do #MexicoMandaEnBrasil: pueblos unidos, povos unidos #fuckfifa pic.twitter.com/NvrzlTSmpN #copa2014 #mundial2014 #occupyworldcup

Una buena prueba de las conexiones glocales (locales, globales) tejidas durante el Mundial de fútbol fue el acto del Movimiento Passe Livre en São Paulo, del pasado día 19. Simultáneamente se realizaron acciones de apoyo en México (agitadas por la red PosMeSalto) y en Suecia (convocadas por Planka).

¿El antagonismo contra la FIFA, en medio de la oleada emocional, nacionalista y mediática que supone un Mundial de fútbol, será suficiente para relanzar el ciclo de revueltas globales que arrancó con la Primavera Árabe? ¿La lucha por un fútbol de base, popular y social es extrapolable a la lucha contra el capitalismo?

Difícil saberlo. Las hinchadas de equipos de fútbol fueron, eso sí, importantes en la gestación de las revueltas de Túnez y Egipto. También lo fueron en la explosión del Gezi Park turco, cuando se llegó a celebrar la marcha Istambul United, con todas las hinchadas de la ciudad desfilando juntas por primera vez en la historia, unidas contra la represión policial.

McGuffins del 99%

Las luchas e indignaciones del Brasil del Mundial son una metáfora planetaria. La resistencia a los procesos de gentrificación y especulación urbana de las ciudades brasileñas encarnan 'las ciudades rebeldes' de las que habla David Harvey. La imposición de mega eventos sin la consulta previa a la población agita el fantasma de la insuficiencia de la democracia representativa que recorre el planeta desde las revueltas de 2011. En cierto sentido, el #fuckFIFA es la nueva cara de un grito antiguo. ¿Pero será suficiente para reconectar las insurgencias planetarias o fallecerá tras la final del Mundial? La consultora tecnológica Gardner vaticinó a inicios de año que al final de 2014 surgirá un movimiento global parecido a Occupy Wall Street. ¿Habrá un salto del #fuckFIFA al #fuckcapitalism? ¿Una nueva mutación?

Alfred Hitchcock usaba en sus películas objetos o frases sin ningún significado aparente, que iban reapareciendo. Creaban suspense, mantenían viva la trama. Hitchcock bautizó dichos objetos como McGuffins. La FIFA y su corrupta copa dorada podrían ser apenas un McGuffin del 99%. Un McGuffin sin significado aparente para las luchas globales, transformado por los movimientos y redes en el muñeco de paja que recibe todos los golpes. La Copa del Mundo, un objeto inservible para la revolución, puede ser el McGuffin que mantenga viva la trama de la lucha capitalista.

El artículo es una traducción del original publicado en inglés en aljazeera.com

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Pintada en un vagón de tren en Río de Janeiro.
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