Cómic y transgénero
De máscaras y espejos en época de contiendas

'Degenerado' es una historia de máscaras en el contexto de la I Guerra Mundial.

27/06/14 · 8:00
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No deja de ser interesante que una autora se escude en la historia, en el relato que, adscrito a un suceso que reconocemos como histórico, dice más por lo que deja traslucir –en el trazo, en el tempo, en la expresión– que por el propio cuento, por mucho que Degenerado (Dibbuks, 2014) esté basado en hechos reales; por mucho que beba de un relato extraído de un ensayo: La Garçonne et l’Assassin, escrito por Fabrice Virgili y Danièle Voldman.

La ilustradora Chloé Cruchau­det (Lyon, 1976) nos cuenta la historia de Paul Grappe, un desertor que encuentra en el maquillaje de género, en la máscara que él mismo construye y bautiza como Suzanne, el perfecto escondite para sobrevivir a una guerra. Cruchaudet también nos cuenta en este cómic, ganador de, entre otros, el Premio del Público del Festival de Angoulème, la historia de Louise Landy, una mujer cuya contienda, no tan evidente como la de su marido, precipitará la historia hacia un final teñido de rojo. Mientras Paul extrae un cierto poder, no del disfraz, sino de las posibilidades que un sujeto programado hombre decide arrancarle a la máscara, la lucha de Landy será contra sí misma y sus expectativas de vida en común con Grappe. El rojo será el símbolo del robo, del tránsito, tal y como ha subrayado la autora. Un color que primero vestirá ella, asignado a la sangre, a la historia del cuerpo, al disfraz que Grappe irá convirtiendo en piel. Un color que, más allá del escenario eminentemente bélico, terminará manchando las manos de uno de los dos protagonistas como resultado de esa batalla cotidiana, institucionalizada, que llaman matrimonio.

Ritos, roles

No sólo el género es performativo, o eso parece querer decirnos Chloé Cruchaudet, pues comienza su cómic con un hombre que, viñeta a viñeta, “se viste” de juez. Le siguen dos escenas paralelas, para nada inocentes, donde ambos protagonistas se preparan para un baile. Ella y él son aconsejados por sus respectivas madres. A Louise le recomiendan bajar la mirada para no parecer una fresca; a Paul le alaban la guapura aventurándole que las tendrá a todas a su alrededor, “como moscas”. En el escenario institucionalizado para el cortejo, el salón de baile, ellos y ellas comentarán sobre los ritos, sobre qué roles adoptar para seducir y ser seducida. Louis Landy y Paul Grappe se gustarán, saldrán, se casarán y estallará la guerra. La Primera Guerra Mundial.

Como descubrimos al final, las máscaras sirven a los protagonistas para escapar, para eludir culpas, miserias, responsabilidades. Máscaras que también pueden servir a un propósito transformador. Sin embargo, el propósito de Degenerado tiene más que ver con la entomología: poner sobre la balanza, como quien expone un cadáver y sopesa sus partes, las hipocresías en las que se sustentará el periodo de entreguerras y el nuevo orden mundial. Este cómic funciona, a lo largo de sus 160 páginas, como catálogo de construcciones: de masculinidades supuestamente heroicas que tan sólo sirven para proveer de carne dócil al Ejército, al Estado; de máscaras de feminidad estrechamente ligadas a la sumisión, a los cuidados, a la locura transitoria; de supuestas válvulas de escape que, en realidad, no se sostienen por culpa de los juegos de poder asignados a género; de lo que las instituciones deciden es normal y respetable, es decir, legal (que no justo).

Pero no todas las construcciones en Degenerado responden a una programación normativa, a un dictado de normalidad. Grappe encuentra en su disfraz una segunda piel, una ampliación del campo de batalla. Suzanne no es sólo una necesidad, una vía para escapar del confinamiento de género, pues un “hombre de verdad” va a la guerra; Suzanne se convierte en un alter ego que, lejos de liberarles a él y a su compañera, devorará el lugar de Louise Landy en el matrimonio, pues la segunda piel de él subraya todo aquello que ella no quiere, no puede ser. Paul Grappe se asegurará de tener lo mejor de los dos mundos. En el bosque donde todo es posible, el de Boulogne, Suzanne se convertirá en una depredadora que lo engullirá todo, incluido a Paul. Mientras, Louise se conformará, como buena autómata, como mujer programada, con una libertad condicionada. //

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