ANDANDO DESENCAMINADO
Subiendo piedras

Ω Camino Viejo
[Gallegos de Solmirón]
40º 31' 26'' Norte, 5º 27' 04''
Oeste, 1069 metros

26/05/14 · 8:00
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Era gneis. Una roca muy parecida al granito de la que estaba llena el Camino Viejo. Las había de todas las formas posibles y de muy variada dificultad. Íbamos hasta allí en bicicleta soportando el sol de agosto y las dejábamos tiradas al borde del camino. Entonces alguien escogía el recorrido. Marcaba los pasos y los agarres. El resto de la pandilla tenía que copiar cada uno de sus movimientos e incluso intentar mejorarlos. Sin ninguna técnica. Sin ningún material. Sin ninguna cumbre que contar. Con la sencillez que tiene el no saber de algo. No haber leído nada antes y empezar desde cero a descubrir.

Ahora el magnesio llena las manos de los escaladores. Los pies de gato de goma cocida y un par de números menos se agarran a las pequeñas viras. Hay ciclos de entrenamiento, calentamiento de músculos antagonistas, compensación entre resistencia y fuerza, y tracciones sobre isométricos. Se colocan colchonetas en el suelo para suavizar las caídas y se grita fuerte en cada movimiento, no vaya a ser que nadie se entere de que has superado el complicado paso. Y volvemos a casa con los antebrazos doloridos y analizando logros y proyectos. Después de un buen día de boulder.

Bajo un sol seco y rodeados de encinas y lavandas trepábamos placas de gneis, nos empotrábamos en chimeneas sombrías llenas de musgo y saltábamos de bloque en bloque intentando seguir al que iba de primero. Y cuando empezaba a caer el sol recogíamos las bicicletas y volvíamos a toda prisa con las rodillas llenas de sangre, los codos arañados y las uñas llenas de mierda… “¡Qué andaréis haciendo toda la tarde por ahí, no me lo explico!”, decía mi madre al verme entrar. Y se lo explicaba con la misma sencillez que lo hacíamos. Subiéndonos en piedras, mamá. Nada más. //

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