El 2 de diciembre fallecía Junior Murvin, el “hombre proverbio”, uno de los artistas más significativos del “reggae roots” de los años 70.
En la industria musical, el protagonismo (así como la riqueza) se reparte de manera desigual y, mientras algunos artistas trascienden y se popularizan favorecidos por cuestiones azarosas o premeditadas, otros quedan injustamente relegados a un segundo plano. Junior Murvin, a quien muchos conocen por la versión que The Clash hicieron de su composición Polices and thieves, no es, desde luego, un “one hit wonder”, aunque agradece la deferencia que los británicos tuvieron hacia él. “Cuando The Clash hicieron la versión de Police and thieves, era muy feliz porque expandiendo la música, apoyaban el reggae hacia la eternidad. Haciéndolo más popular, captaron la atención de jóvenes soldados”.
Como muchos otros chiquillos de su edad, el joven Junior se había criado en su Port Antonio natal escuchando los artistas que radiaban las emisoras norteamericanas, como Nat King Cole, Sam Cooke, Billy Eckstine o Ben E. King, pero sin duda uno le despertaba una curiosidad singular: Curtis Mayfield, de cuyo falsetto terminaría siendo un reputado imitador en el circuito hotelero de la turística localidad de Montego Bay, a donde se había trasladado en una mudanza familiar.
A sus 17 años, en pleno apogeo de la era rocksteady, le llegó la oportunidad de realizar su primera grabación: fue el single Miss Kushie que la incipiente productora Sonia Pottinger publicaría en 1966 en su sello Gayfeet. No sería la única en interesarse por su talento y pronto comenzaría a ser reclamado por el resto de productores presentes en el marasmo de la industria musical antillana, entre ellos Derrick Harriott –con quien registra un éxito menor en 1972, Solomon– o Lee “Scratch” Perry –responsable de su emblemático álbum Police & Thieves en 1977–. De sus experiencias en el Black Ark Studio, todo son palabras de elogio para con Mr.Perry. “Fue un placer. Es un gran productor. Disfruté trabajando con él. Tenía un espíritu musical. Hicimos algunas grabaciones y entraba como en trance. Conoce los temas que van a triunfar”.
Para entonces, las composiciones espirituales del rasta (“el reggae es la música de Jah y Jah, está en el corazón del artista, en su latido”) Junior Murvin –el apelativo Junior Soul había quedado atrás– sonaban en las emisoras jamaicanas gracias a su sonado fichaje por la multinacional Island Records y ya era toda una celebridad en la isla, especialmente valorado por los desheredados del sistema. “Los pobres, los oprimidos, los jóvenes y los rastas. Este tipo de gente son los que me siguen. Me aman. Todo el mundo me ama en Jamaica, ya que fui el primero en apoyar a los rastas. Los jóvenes del gueto siguen mi música”.
Tras un éxito tan rutilante, su estrella iría apagándose y los álbumes que le siguieron (Tedious en 1978, Badman Possee en 1982, Muggers In The Street en 1984, Signs And Wonders en 1988) no lograron la misma repercusión, incapaz –como muchos otros de su generación– de adecuarse al entonces emergente fenómeno del dancehall, en el que las líricas conscientes y reflexivas que habían caracterizado al periodo “roots” habían dado paso a las composiciones sobre riddims digitales que trataban sobre sexo más o menos explícito, duelos de pistolas y tráfico de estupefacientes. A pesar de ello, Junior se mantuvo fiel a sí mismo. “Estoy contento de ser una parte de la música reggae. Allá donde vaya, espero que discurra correctamente. El ‘roots reggae’ es el sonido fundacional: todo el resto de la música proviene de ahí”.
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