T.S.NORIO
POETA, HA PUBLICADO DE LA POESÍA
“Mientras haya palabras habrá un afán por crear con ellas”

De la poesía es una obra que no sólo interesará a poetas, sino también a curiosos de la cultura, las palabras o la vida de la especie humana en general. Entrevista a su autor, T. S. Norio.

20/11/13 · 7:52
Edición impresa
T.S. Norio antes de una presentación de su De la Poesía. / Pepe Calvo

Hablar de poesía, explicarla, contarla. ¿Reuniendo versos, libros? ¿de quién y cuántos?, ¿en qué orden?, ¿por dónde empezar, a dónde llegar? T. S. Norio nos ayuda a comprender la poesía y los poetas desde la historia, la antropología, la actualidad… y nos revela en su investigación los misterios de este género, minoritario pero imprescindible, haciendo su libro más personal entre un inmenso mar de palabras de otros.

Braulio García Noriega (1959) es un poeta y novelista asturiano con muchas horas de vuelo. Escribe y publica con el nombre literario de T. S. Norio. En la siguiente conversación le preguntamos sobre lo que nos despertó la lectura de De la poesía, un libro que ha sido posible gracias a la aventura conjunta de dos editoriales independientes que lo han coeditado: la andaluza Libros de la Herida y la asturiana Cambalache.

Para aclararnos, ¿cualquier, frase, oración es un poema?

No, de mano no, claro, pero sí puede serlo. Las palabras son como ladrillos, y con ellos puedes construir igual un templo que un castillo o 16 adosados en la primera línea de playa. Hay un comentario de Suetonio, en el siglo I, que explica el origen de la poesía diciendo que igual que las personas hacen templos más hermosos que sus casas y estatuas más grandes que sus cuerpos, también hicieron un lenguaje más solemne o más brillante y un ritmo más agradable para glorificar las cosas de la vida.

¿Es De la poesía un libro infinito?

Más que infinito yo diría que es inabarcable, pero no por el libro en sí, sino por el tema de que trata. La poesía ha brotado y brota con tal variedad en la cultura humana que pretender catalogarla es un poco como intentar vaciar el mar.

Hiciste una zambullida en el mundo a través de su poesía, de las muchas prácticas poéticas que lo pueblan ¿y qué fue lo que encontraste detrás de la poesía?

No era mi intención llegar a ninguna conclusión, más bien hacer como un esbozo de mapa de un territorio. Pero si encontré que en cualquier cultura humana de cualquier época, ya sea una civilización enorme y duradera o una diminuta etnia de cualquier continente, te vas a encontrar con que sus gentes, de una manera u otra, bailan, se embriagan, cantan y tiene una forma y otra de palabra rimada o con una textura que quiere diferenciarse de otros usos del lenguaje.

Te hiciste muchas preguntas sobre quiénes eran y son los poetas, cómo hacen poesía, en qué condiciones escriben...

El origen del libro fue satisfacer una curiosidad, mirar para qué había servido la poesía a los seres humanos, y, dentro de ello, era importante fijarse en qué rol y qué estatus han tenido las personas que hacían versos. Pero no sólo en nuestra cultura. Me interesaba tanto la vida de gorrón de lujo de Rilke como la de un monje zen recitando durante quince años delante de un muro su mantra o la una niña esquimal acurrucada en un iglú, aprendiéndose de memoria de su abuela un poema sobre lo que tenía que hacer si se encontraba a un oso.

Las mujeres poetas mayoritariamente excluida, invisibilizadas, ninguneadas (en la historia de la literatura, editorialmente, en la crítica…) ¿aparecen en De la poesía?

Sí, claro que aparecen. Y de muchas formas. Están las mujeres pastún y sus poemas clandestinos; está Berta Singerman, una recitadora argentina que se pasó más de cincuenta años dando espectáculos de poesía por medio mundo. O las mujeres afares de Etiopía, que eran las encargadas de componer e interpretar canciones en honor del valor de sus compañeros cuando había un combate simulado, un rito de iniciación o una guerra. Son sólo tres rastros entre muchos que aparecen en el libro. De todas maneras, la presencia de mujeres es una porción pequeña, hay mucha más presencia de hombres, pero no se trata de un ocultamiento, sino de que eso es lo que encontré. Y de todas maneras, seguramente el trozo de la tarta más grande que ocupa la poesía no es de hombres ni de mujeres, sino de una autoría popular o colectiva o anónima. El concepto de autor, tal como lo entendemos hoy, tiene una presencia minoritaria entre los pueblos del mundo. La poesía es hechizo o himno u oración, y no es tan importante el nombre de su autor o autora.

Citas a Cocteau: “Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”. ¿Has encontrado la respuesta después de este trabajo?

No, pero me parece que la frase de Cocteau es una respuesta magnífica. O esta de Rilke sobre su oficio de poeta: “Trasmitir el misterio sin conocerlo, como una carta sellada”.

¿Por qué te pareció necesario crear este libro?

Bueno, lo de necesario me suena un poco excesivo, me recuerda a la pancarta de Amanece que no es poco: “Alcalde, todos somos contingentes pero tú eres necesario”. Lo único que he querido es compartir mi curiosidad y hacer ver, si acaso, que la consideración actual de la poesía como un género literario minoritario al alcance de una minoría con su toque exquisito es una mirada tremendamente miope, como ver tres macetas y pensar que estás en el bosque. En el prólogo del libro viene una lista más bien caótica de las funciones que ha tenido, o eso me parece, la poesía para unos pueblos u otros. Y es apabullante. Te encuentras la palabra poética usada para celebrar y para maldecir, como mirada o parapeto, como caleidoscopio y como catalejo, como bálsamo, como lamento, como prueba jurídica, como oración, como medicamento, como mercancía, como salvoconducto, como arma... De mil maneras distintas. Y eso es lo que he querido ofrecer, cotas sueltas de un mapa maravillosamente inabarcable.

Curiosidades: ¿cuál es el origen de la palabra “poesía”? ¿Cómo ha aparecido en las diversas culturas?

Pues en el libro recojo media docena o así de etimologías. Según una, la poesía viene como un surco de ida y vuelta. Según otra, como originaria en el concepto frenesí. O en el de vaticinios. Pero no es sólo el origen de la palabra en sí. Hay muchos pueblos del mundo, igual entre los aborígenes australianos que entre los indios de las praderas norteamericanas, que consideran que los poemas tienen un origen mítico, anterior al ser humano, y que se transmiten en el sueño, con lo que cuando alguien habla dormido se tiene lo dicho por sagrado, y precisamente por ello, se le tiene por poesía. ‎

Citas varias veces al libro Poesía primitiva de Ernesto Cardenal. Suponemos que te dio muchas pistas.

Sí, es un libro que me abrió muchas puertas. Pero no sólo él, claro. Busqué muchas antologías o estudios sobre la poesía de tradición oral. Y tuve la suerte de encontrar unas cuantas muy interesantes. Pero, en realidad, las pistas que yo al menos más desconocía, no me las dieron tanto los libros de poesía estrictamente como, por ejemplo, los de antropología o las comunicaciones orales. De la utilización que hacen de la poesía por los hospitales algunos psicólogos como herramienta para tratar enfermos terminales, por ejemplo, supe por una psicóloga que trabaja con ello en un hospital público.

Si la poesía nació para que la humanidad se explicara muchas cosas, ¿sirve en esta sociedad multi e hiper comunicada?

No estoy seguro de saber contestar. Ahora es una época muy aturdidora, y emitir un juicio tiene algo como de jugarse un boleto a la lotería de antesdeayer. Lo mismo estamos en una fase evolutiva de desaparición del lenguaje y acaban nuestros miltataranietos comunicándose y expresándose en imágenes o por ósmosis. Pero si nos atenemos a la historia, mientras haya palabras habrá un afán por crear belleza o verdad o asombro con ellas.

Y ahora, en este periodo de crisis y estafa, ¿dónde está la poesía? ¿Puede ayudarnos en la lucha?

Sí, cuando menos como el jilguero enjaulado que utilizaban de avanzadilla los mineros para detectar las bolsas de gas grisú. Si el pájaro moría, había que salir pitando.

¿Cuándo se nos escapó la poesía de las manos? Porque en algún momento la sacralizaron, la intelectualizaron.

Sí, ése es uno de los bramantes que recorren todo el libro. Y no es fácil dar una respuesta contundente. En esta sociedad líquida que dicen, cada poeta se instala en este o aquel recodo según su karma le dé a entender. Quiero decir que la poesía tal como la consideramos ahora, un género literario minoritario y punto, es sólo un tocón de briznas en un prado muy grande. Cada vez que una grey de ésta o aquella religión reza o entona un canto, está recitando poesía. Lo que pasa es que esa función sagrada de la palabra, que la hace incorruptible al paso de las generaciones, se la han apropiado las religiones. Y lo mismo pasa con los himnos nacionales y los cantos marciales, poesía para uso de los poderes oficiales. En mi opinión, no se trata de que la poesía deba pasar de ser un género literario minoritario a mayoritario, sino de que impregne más la realidad, o la corroa, o fecunde otra, no sé, como las higueras o las ortigas, que brotan en cualquier lado, no solo en los laboratorios especializados.

¿Puede ser la poesía una experiencia mística?

Sin duda, si miras por ejemplo los Yoga-sutra de Patanjali, el libro que formuló lo que ahora entendemos por yoga, la biblia del género, te vas a encontrar con que está compuesto por versos. O mira los derviches danzantes: en el libro se reproduce un poema de ‎Yalal al-Din Rumi con el que empezó esa religión. Una hermosura:

La verdad no hemos encontrado,
por lo tanto, con la danza golpeamos el suelo.
¿Es la danza reprensible en mí
que vago ansioso de Ti?
Por tus valles vamos dando vueltas
y por eso golpeamos el suelo.

El poema les llevó al baile y el baile les llevó a la mística. Y todas las creencias de los lardiles australianos, por ejemplo, están basadas en las canciones míticas, que se transmiten por los linajes como su pertenencia más importante. Y San Juan de la Cruz, y…

De la Poesía, curiosamente, tiene mucha prosa y no necesariamente poética, ¿o sí?

Hay de todo. La intención del libro es que le pueda interesar no sólo a los poetas y las poetas, sino a cualquiera interesado por la cultura, por las palabras o por la vida de la especie humana en general. Los fragmentos recogidos son los que más llamaron mi curiosidad. Al ser de muchas épocas y muchas culturas distintas, manejan estilos y tonos muy diferentes, y creo que esto aporta riqueza al libro. De hecho no está pensado para necesariamente tener que ser leído necesariamente de principio a final, sino como libro que puedes abrir y leer en cualquier momento y por cualquier página.

Me da la impresión de que es tu libro más personal en la búsqueda, pero justamente a través de las palabras de otros… ¿es así?

Sí, no podía ser de otra manera. Para hacer el libro leí y releí muchos libros y periódicos y documentos que no tenían nada que ver con la poesía. Busque materiales, pero también utilicé los libros y testimonios que tenía a mano. Podría haber ido dilucidando, interpretando, cada cota o cada ruta que me llamó la atención, pero preferí al final transcribir cada fragmento literalmente, citando, con toda la pulcritud posible, la fuente. Me pareció que el libro podía quedar más sabroso y sugerente. Y claro, como la selección la hice a todo capricho, es muy personal en la elección de los materiales.

¿Se te quedó alguna cultura en el tintero y la curiosidad de saber más sobre su poesía?

El tintero de la poesía me parece que tiene la cualidad de que cuanto más lo vacías más se llena, como cuando podas una higuera, que brota el doble. De hecho, en el prólogo, explico las lindes por las que discurre el libro. Y con la curiosidad pasa lo mismo, hay que tener cuidado con ella. Podría haberme quedado atrapado con cualquiera de las historias que cuenta el libro. Los cantos amorosos de Laos que se dicen en éxtasis las parejas de amantes en la cama, por ejemplo, podrían dar para una tesis doctoral. O la presencia de la ganadería y el pastoreo en la poesía de trescientas distintas culturas o civilizaciones o tribus del mundo. O el Libro de las canciones de Australia Central de Theodor Strehlow, un asombro para estudiarlo media vida él solo. Pero creo que el libro es a su modo, completo, como cuando coges los higos más restallones de una higuera y los vas ofreciendo en un cesto. El árbol sigue lleno, pero el cesto también está lleno.

Esperemos no se cumpla esa reflexión cervantina incluida en De la poesía (pág. 322): “el año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre”. Deseamos sentidamente que De la poesía tenga fructífera andadura, y que, de hambre, la justita.

Tags relacionados: poesía
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

1

  • |
    Sílver
    |
    Sáb, 11/23/2013 - 20:20
    Si enjaular a un jilguero es ya de por sí una salvajada (quien haya visto un jilguero enjaulado entenderá lo que quiero decir, cómo se deja la vida contra los barrotes), utilizarlo en la mina de esa manera ya ni te cuento. Ya sé, eran otros tiempos... Pero ¿y ahora? ¿Es ése el papel que el autor le da a la poesía? ¿Conejillo de indias hasta su sacrificio si fuera preciso para salvar el culo? ¡Pero qué chorrada más grande!
  • Tienda El Salto