El autor, profesor, refleja el día a día que se vive en su clase de Garantía Social, entre migrantes y españoles.
Texto de Carlos Bravo Galán.
- EMILIA PARDO BAZÁN. Este colegio del madrileño barrio de Lavapiés es un ejemplo de
convivencia. A sus aulas asisten chicos y chicas de multitud de nacionalidades./Olmo Calvo
Muchas son las cosas
que están cambiando
en nuestra sociedad,
algunas de ellas a ritmos
vertiginosos, a veces para bien
y otras, quizás, a una velocidad mayor
que nuestra capacidad de adaptación.
A esta nueva realidad no es
ajena la vida del aula, más bien suele
ser un fiel reflejo de lo que pasa
fuera. Y frases como “No me parece
nada bien, se creen superiores a
nosotros, y al final los inmigrantes
seremos nosotros”, de una chica de
16 años española, se escuchan cada
día, aunque conviva en clase con un
ecuatoriano de 15 años que afirma:
“Todos somos iguales, aunque cambie
el color de la piel o la religión o
de dónde seamos, es igual”.
En la actualidad nuestras aulas
están llenas de chicos y chicas,
¿iguales?, sí, ¿diferentes?, también.
Pluralidad de razas, idiomas, religiones,
ideas, costumbres... distinta
condición social, económica, sexual...
¿supone esto una amenaza
para nuestra convivencia? Las respuestas
suelen ser radicalmente
opuestas. Negar y oponerse a esta
situación sociocultural no denota
otra cosa que una notable falta de
seguridad en sí mismo y de respeto
hacia los demás. “No me gustan y
soy racista. Además, las bandas sólo
sirven para crear el caos y el mal
rollo entre españoles y extranjeros.
Sobre la gente que viene a trabajar
no soy racista, aunque si no hubiera
tanto extranjero habría más trabajo”,
apostilla otro alumno español
de 16 años.
Desde el aula tenemos una gran
responsabilidad para cambiar esta
línea de pensamiento, sensibilizar
sobre la oportunidad que supone vivir
en y para la diversidad, éste es el
reto que nos ocupa y preocupa actualmente.
A lo que el último chico
responde: “Tenemos que identificar
a la gente racista, llevarles a un aula
y hacerles reflexionar, y qué vean
vídeos de la época nazi”.
Conocerse a un@ mism@, conocer
a los demás, reconocerse en el
otro, trabajar en grupo, dialogar largo
y tendido, hacer cosas junt@s, fomentar
la participación, compartir
nuestros miedos e ilusiones,... son
algunas de las cosas que podemos
hacer con l@s chaval@s para ayudarles
a ser un poco más felices en
esta sociedad multicultural. En fin,
“mejorar la convivencia en las clases
y enseñar desde pequeños a tolerar”,
concluye un español de 16 años.
comentarios
0