Entrevista // Mar Villar, enfermera en prisiones
“Sacan a los presos agonizantes y luego dicen que murieron en el camino”

¿Cuáles son las consecuencias de las cárceles y políticas penitenciarias en la salud física y psíquica de las personas presas? Tras la cortina de humo que invisibiliza la realidad carcelaria, el dolor crece y se complica. Las condiciones sanitarias de las instituciones de castigo, las enfermedades propias del encierro y el aislamiento, las drogodependencias, la maternidad y las causas de muerte en prisión son algunos de los temas de los que habló con DIAGONAL Mar Villar, enfermera que desde 1987 trabaja por el cuidado y la integridad de los presos y presas.

04/02/06 · 22:00
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La responsabilidad de la sociedad ante las instituciones que sustenta y en las que se apoya sería al menos tener conciencia del alcance de su significado, de su funcionamiento real, de sus consecuencias. Al preguntar por la realidad cotidiana de las cárceles cae un terrible telón de desconocimiento y miedo. Ignorancia vestida de tópicos profundamente arraigados que provoca que se cierren los ojos a algo que parece mejor no ver. Y quienes sufren día a día la tortura del castigo y el encierro son los primeros en conocer las consecuencias, vivirlas en sus propias carnes, en todo su espectro emocional y vital. Pagan la factura de la irresponsabilidad, el miedo y la ignorancia, pero, en primer lugar, del hacinamiento, las condiciones higiénicas, el trato y la arbitrariedad de directores y funcionarios penitenciarios, la política de movilidad, de correo, de llamadas y visitas, del sedentarismo; y de la imposibilidad de decidir sobre lo que cotidianamente a uno o a una le afecta.

Diagonal: ¿Cuáles son las principales consecuencias de las cárceles y las políticas penitenciarias en la salud física y psíquica de las personas presas?
Mar Villar
: Las principales patologías son sida, hepatitis y enfermedades oportunistas (por bajada de defensas) como la tuberculosis o la neumonía. Por hacinamiento en recintos cerrados se deriva el contagio: hongos, enfermedades respiratorias leves y epidemias que, para personas con problemas inmunitarios, pueden ser muy graves. Cistitis y alteración de la flora vaginal en cárceles de mujeres; parásitos como piojos o ladillas.
Esto se agrava en función de las condiciones higiénicas de cada cual, pero a veces el centro, por ejemplo, no tiene agua caliente. Por encierro hay problemas añadidos como pérdida de visión por focalización a poca longitud, aumento o pérdida de audición, obesidad importante por sedentarismo, problemas digestivos por dietas inapropiadas... Cocinan presos que hacen lo que pueden y son inestables en cocina. De mil, a lo mejor sólo alcanzan a preparar cien dietas especiales: para hipertensos, dietas blandas. Las dietas vegetarianas necesitaban permiso especial del director y las dietas religiosas necesitan permiso especial del médico. Se podría proyectar y organizar mejor la alimentación, y con menos presupuesto.
Pero las más importantes son las consecuencias psíquicas. Extrañamiento por alejamiento del ámbito familiar y la vida ordinaria, depresión, problemas de adaptación... Todo el mundo decide por ti. Angustia, impotencia, incapacidad, apatía. De ahí se derivan las consecuencias físicas más importantes. Ejemplos comunes son la hipertensión (puede llegar a infarto si no se recibe atención necesaria en momentos de crisis) y la diabetes, a lo que a veces se añaden esquizofrenias u otras patologías.
En régimen de aislamiento, todo esto se multiplica por cuatro. No se cumplen los límites de tiempo que se puede tener a una persona aislada. Los derechos del preso no son obligaciones para los funcionarios, están desprotegidos. Ahora se han reducido las llamadas a cinco minutos cinco veces por semana con la excusa del incremento de presos musulmanes. En Córdoba, por ejemplo, han prohibido visitas ’vis a vis’ durante el fin de semana, lo que se une a la distancia y la situación laboral y económica de familiares o amigos. Y hay muchas muertes de familiares en carretera. En ocasiones las familias van abandonando al preso.

¿Qué implica la maternidad dentro de la cárcel?
Los niños no deberían estar dentro de la cárcel. No son condiciones en absoluto, a ningún nivel. Hasta el momento en que se consigan erradicar las cárceles, se han de proporcionar otras alternativas.

¿Cuál es el trato sanitario y el nivel de libertad de decisión de médico y preso?
El trato es despreciativo, prepotente. Hay médicos y enfermeras concretos que se implican, pero esta gente molesta. Médico y subdirector médico tienen cargo de autoridad penitenciaria, no sanitaria. Luego están las ATS, las enfermeras y presos que ayudan con una labor importantísima. Una vez por semana van odontólogos y psiquiatras. Los psicólogos lo son de la institución, no de los presos; no hay trato personal. Ha habido casos en que los carceleros tenían acceso y administraban psicofármacos o alcohol arbitrariamente, pero en los tratamientos preso y médico tienen la última palabra. El acceso a especialistas se tramita por la Seguridad Social.

¿Cuál es la protección o desprotección legal de la integridad de la salud de las personas presas? ¿Qué vinculación hay con la red sanitaria pública?
Ninguna regulación ni protección. Están expuestas a la voluntad del director, el carcelero y el médico. Las instancias contra carceleros se demoran y a veces repercuten contra el preso. Se está intentando que el personal sanitario pertenezca a la red pública, así no dependería de la institución ni de su normativa interna.

¿Cuáles son los medicamentos más habituales en las cárceles?
Antirretrovirales, psicofármacos como antidepresivos y tranquilizantes, metadona como forma de dopaje y control, paracetamol, Almax... El presupuesto a veces es muy limitado.

¿Cuáles son las principales causas de muerte en prisión?
Oficialmente, nadie muere en prisión. Sacan a los presos agonizantes y luego reflejan que murieron en el camino. Cuando no, suicidio (sea o no inducido), por ahorcamiento o sobredosis (también de metadona). A veces no aparecen las causas. Es una estructura vengativa. Hay una terrible desinformación carcelaria encaminada a temer y desconfiar del preso. No hay conocimiento o es distorsionado. La cuestión es la justicia social, sería importante que el preso sienta que no está aislado, que hay interés social por el tema y no se queda en el olvido. Hay que abrir el abanico informativo, sin perder nuestro afán reivindicativo y de rebeldía. La cárcel es un instrumento de venganza, no sirve para nada para eso que llaman rehabilitación. Es un almacén de seres humanos y cuanto más reivindicativo es quien está dentro más dificultades tiene para llegar a la puerta.

«La metadona: tratamiento de intoxicación»
D.: Entre el 80% y el 90% de la población reclusa tiene problemas de drogodependencia. ¿Qué protección reciben?
M.V.: La primera hipocresía ha sido no reconocer la presencia de la droga y la drogadicción en las cárceles. Estaba terminantemente prohibido intercambiar jeringuillas usadas por nuevas. Hoy hay centros donde se intercambian. En los años '80 eran tratados con Naltrexona, que anula los efectos del 'chute', eficaz combinada con terapias de apoyo psicológico, y el drogodependiente va mentalizado. Pero esto no 'vendía' como la metadona, ni se trató de promover. La metadona es otra droga, un tratamiento de intoxicación, no de desintoxicación. El Metadasín provoca abstinencias muchísimo más potentes y agresivas que la heroína u otras drogas, horrorosas. Es otra fuente de adicción, trapicheos, enfrentamientos, palizas. Encima se pretende exigir la responsabilidad del cacheo a la enfermera y no es su trabajo. No he visto desengancharse a nadie con metadona.

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