PANORÁMICA // COLECTIVOS DEL ESTADO EXPLICAN SUS REIVINDICACIONES
Recetas de libertad a precios nada módicos

Recogemos la opinión que tienen cuatro colectivos
LGTB sobre la relación con las administraciones y el
desarrollo de las primeras políticas en materia de
género y diversidad sexual del Gobierno español.

26/06/08 · 0:00
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EN LA CALLE. El Bloque Alternativo por la Liberación Sexual reúne a 10 colectivos / Arnau Bach

“España se ha convertido en un referente
europeo en el desarrollo de
políticas de igualdad”, dicen dos lesbianas
italianas. Tanto la reforma
del Código Civil que permite el matrimonio
y la adopción por personas
del mismo sexo como la Ley de
Identidad de Género que dignifica a
las personas transexuales al permitir
realizar los cambios pertinentes
relativos al sexo y nombre en sus
DNI han acortado desigualdades legales.
Pero, como en Europa, la derechización
del PSOE en el Gobierno
apunta a que en los próximos
cuatro años, aunque en la mesa de
negociaciones esté una posible Ley
para la Igualdad de Trato y contra la
Discriminación, o el asilo sexual, no
se darán muchos más pasos.
La educación sexual sigue siendo
más que sesgada (las investigaciones
que COGAM y la FELGT han
elaborado con testimonios de miles
de estudiantes atestiguan el alarmante calado de la homofobia en la población española), y las políticas
familiares y sociosanitarias (el problema
del VIH sigue siendo más que
preocupante), transferidas a cada
comunidad autónoma, funcionan a
ritmo de ocurrencia.

Pero “España es un referente”.
Ahora tiene que ser un país gay
friendly. Las personas con una orientación
sexual que se sale del heteronormativismo
tienen su “nicho de
mercado”: son las DINK (del inglés
double income no kids, es decir, parejas
con dobles ingresos y sin hijos)
aunque naveguen, como el resto de
la población, en la precariedad vital.
Jesús Vázquez, Boris Izaguirre,
Grande Marlaska son iconos masculinos
de una pseudo-revolución
sexual que aún no ha reconocido
todavía la ocultación histórica de los
personajes LGTB, en especial, de las
mujeres, mantiene prejuicios silenciosos
y crea nuevos estereotipos.
En este contexto institucional, los
partidos han hecho suyas algunas
de las demandas del movimiento
LGTB, sin entrar en mayores consideraciones.
“Porque la sociedad aún no está preparada, porque no podemos
ir tan deprisa ni pasar por delante
de las democracias ya bien consolidadas,
porque, sencillamente, esas
reivindicaciones siempre son moneda
de cambio en los pactos parlamentarios
de gobernabilidad”, decía
el activista y filósofo Paco Vidarte.

Las grandes asociaciones LGTB
se proclaman dueñas democráticas
de un 10% de los votos y articulan su
política en propuestas de cambios legales,
pero visibilizarse sigue teniendo
un precio, como en el caso de
Isabel Quintairos, redactora lesbiana
de la cadena COPE, que el 14 de
abril recibió su segundo despido sin
motivo, a pesar de la sentencia que
obligaba a readmitirla.


1. ¿Cuáles son vuestras reivindicaciones?

2. ¿Cuáles deberían ser las relaciones del movimiento LGTB con las administraciones?

MARIBOLHERAS PRECARIAS

Grupo activista queerde La Coruña

1. Apostamos por todo lo que cuestione
y subvierta esa forma de régimen
político que se articula como
Imperio Heterosexual. Rechazamos
la etiqueta “LGBT”: no nos representa.
Rechazamos también la retórica
de derechos y la política de minorías.
Vivimos en una dictadura sexual y
de género que impone de manera
violenta su homogeneidad, y que
castiga y minoriza a aquellas que no
se adecuan a sus normas. Por eso no
nos integramos en el conjunto de
prácticas y significados existentes,
como abogan las políticas LGBT oficiales:
estamos en sus márgenes, en
la batalla por reventar el régimen
(hetero)sexual binario (hombre/mujer).
Más que demandas o reivindicaciones,
que forman parte de la retórica
de derechos, apostamos por producir
nuevas formas de subjetividad
que se enfrenten a la realidad heteronormativa,
para cuestionar de raíz
sus significados, para desmontarla y
dislocarla. Vemos muchísima potencia
en los nuevos movimientos transgénero:
son un torpedo dirigido a la
línea de flotación de la ciencia, la biología,
la psiquiatría y el propio Estado.
Este año el lema de nuestra manifestación
es “La Iglesia mata.
¡Apostata!”. Consideramos muy importante
combatir la reacción moral
promocionada por la Iglesia, que está
cristalizando y rearmando a esa
nueva derecha que recorre Europa.


FAGC

Front d’Alliberament Gai de Catalunya

1. Después de la aprobación del matrimonio
homosexual en el año 2005,
se genera una clara saturación en la
demanda de derechos por parte del
movimiento GLT más integracionista.
Sin lugar a dudas, el derecho al
matrimonio se había convertido en
la bandera máxima en el discurso
‘normalizador’. Por otra parte, un
sector importante del movimiento
GLT en el que se encuadran entre
otros el FAGC, nos habíamos posicionado
desde un principio en contra
del matrimonio como prioridad reivindicativa.
La homofobia no desaparece
con derechos binomiales que
dejan de lado todo el lastre de discriminaciones
y silencios que atraviesa
la vida de gais, lesbianas y transexuales.
Tomando como punto de
partida el ‘post matrimonio gai’ las
demandas del colectivo GLT han de
ir directas a la consecución de libertades
que puedan permitir un libre
ejercicio de nuestra sexualidad.
2. Hemos de trazar alianzas con
iniciativas políticas que cuestionen y
combatan el heteropatriarcado. Las
relaciones con las instituciones han
de ser desde la resistencia, y la crítica,
jamás desde la limosna y mucho
menos estar agradecidos por demandas
que llegaron muy tarde. No podemos
quedar integrados en un modelo
social que sólo pretende la uniformización
de nuestras vidas y la
represión de nuestros deseos.


L.I.L.A.S

Colectivo de mujeres feministas de Madrid

1. En primer lugar la lucha trans, que
algunas compañeras en el caso de
Madrid, el que más conocemos, han
impulsado con tanto ímpetu.
Por otra parte, el reto que nos quedó
después del momentazo “matrimonio
gay”, que pasa por una crítica
al heteropatriarcado desde el punto
de vista feminista, no etnocéntrico ni
“clase-céntrico”; es decir la puesta en
cuestión de las bases opresoras y uniformizadoras
de los presupuestos
machistas y homófobos que siguen
rigiendo nuestras sociedades, que no
están siendo abordadas desde los
movimientos LGTB mayoritarios. El
capitalismo rosa sigue golpeando,
esta vez con las espuelas de la “visibilizacion
lésbica”. Por ello, creemos
especialmente importante resaltar
que si la visibilizacion pasa, una vez
más, por el consumismo rosa y por
la estandarización (más que de lesbianismo
preferimos hablar de sexualidades
no normativas), no queremos
esa visibilizacion. Y sí queremos
la que vincula la lucha LGTB
con el resto de movimientos sociales,
principalmente el feminismo.

2. Nosotras, más que decir lo que
tiene que hacer el resto, podemos decir
cómo lo enfrentamos nosotras.
Quedan cuestiones importantes que
resolver desde las administraciones,
derechos básicos que se deben resolver
con leyes, como el tema trans.
Sin embargo, creemos que la estrategia
pasa por la contestación en
la calle, no en los despachos.


EHGAM

Euskal Herriko Gay-les Askapenerako
Mugimendua

1. Ante todo aclarar que, si bien a veces
nosotr@s mism@s la utilizamos,
la mayoría de l@s integrantes de
EHGAM no nos sentimos muy cómod@
s con esa sopa de letras, por
otra parte cada vez más larga
(LGTBQ...). Lo que hay detrás de
esas siglas son categorías de uso excluyente,
con las que no puede estar
de acuerdo un grupo como el nuestro,
no identitario y que ya en su primera
plataforma reivindicativa, redactada
ahora hace más de 30 años,
se posicionaba contra esas divisiones
de las personas en compartimentos
estancos bipolares: activo-pasivo,
masculino-femenino, hombre-mujer,
o heterosexual-homosexual.
El principal reto ahora es la socialización
real del tipo de relaciones
afectivas y sexuales que propugnamos,
basadas en la libertad y el respeto,
sin las categorizaciones mencionadas.
Hemos conseguido grandes
victorias legales, incluso más rápido
que lo que la mayoría esperaba,
pero no todas están de verdad asumidas
e interiorizadas por una gran
parte de la población. Nos quedan
asuntos legales, como luchar por la
eliminación de la disforia de género
del listado de enfermedades psiquiátricas,
y la consecuente reforma de la
reciente Ley de Identidad de Género.

2. Eso es un tema peliagudo, pues
somos organizaciones de muy diferentes
pelajes. Algunas sabemos que
funcionan sólo y gracias a las subvenciones,
en las que va incluido el
sueldo de las personas ‘liberadas’
que, por otra parte, suelen ser las únicas
que trabajan. Suelen tener un
funcionamiento vertical, con cargos
electos. Es una manera de funcionar,
discutible pero respetable, que tiene
sus consecuencias: buenas (mayor
posibilidad de influir en los partidos
políticos, mejor acceso a medios) y
malas (dependencia del poder, menor
capacidad de crítica). Otras son
justo lo contrario: con estructura horizontal,
sin tener ni querer tener ningún
contacto con las administraciones,
si no es para increparlas. Quizá,
la virtud esté en el término medio. Es
necesario, nos guste o no, trabajar
con las administraciones, pues de
ello depende en gran medida la posibilidad
del éxito de nuestro trabajo.
No sólo para conseguir un posible
cambio de leyes, sino también para
poder tener un acceso más fácil al
mundo educativo, por poner un
ejemplo. Ello no debe hacernos disminuir
nuestra capacidad de crítica
ni nuestra honestidad ni, mucho menos,
olvidar que hay que trabajar
también a pie de calle, aunque casi
siempre sea mucho más arduo. Pero
para eso somos militantes. ¿O es que
sólo somos socios de un club?

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