SEXUALIDAD Y TRANS-GÉNERO
Un nuevo feminismo, una nueva transexualidad

El no-binarismo, cuya consecuencia es transformar los sistemas cerrados de sexogénero en conjuntos difusos, está teniendo una serie de efectos en todos los conjuntos identitarios y en sus políticas.

29/04/10 · 13:32
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En el feminismo, ha transformado lo que ya se llama “feminismo clásico” en un “transfeminismo”, todavía incipiente, pero que manifiesta señales de representar el futuro.

En él, alentado también por la teoría de la decolonización, el feminismo
supera cualquier riesgo de limitarse a ser un simple corporativismo o
sindicalismo de las mujeres, que tutele sus intereses inmediatos en
competencia con otros, para volver a su pleno entendimiento como
liberacionismo de género, protagonizado por mujeres (difusas) y por
cualquier otra persona con planteamientos afines.

Así se supera históricamente la paradoja de que, cautivado por el
binarismo generalizado, el feminismo, el primero de los movimientos de
liberación de género, haya caído hace ya tiempo en un binarismo radical,
concebido biologistamente como lucha de “mujeres” contra “hombres”, o de “todas las mujeres” contra “todos los hombres”.

De hecho, apenas tomó fuerza el feminismo, y a imagen suya, surgió otro
liberacionismo de género, el de los gays, que resultaban ser hombres que
sufrían la opresión de otros hombres, en términos mucho más violentos e incluso letales que la que sufrían las mujeres. Esto visuabilizaba que la
opresión de género no era sólo de los hombres contra las mujeres, sino de
los hombres contra algunos hombres por lo menos; e incluso, hacía pensar
que, si había algunos hombres víctimas de la opresión de género, también
podía haber hombres que no quisieran funcionar como opresores, y que la
línea de la opresión de género, aun siendo de género, no pasaba por la
separación biológica entre “hombres” y “mujeres”, entendidos
binaristamente.

Tiene gran interés a efectos dialécticos, es decir, a efectos de discusión
histórica, y de clarificación de las ideas, un hecho que por tanto no
considero negativo, sino la negación de una afirmación previa que eberá
ir seguida por una nueva afirmación, a un nivel de comprensión mayor: me
refiero a que, en las recientes e históricas Jornadas Feministas
Estatales de Granada, al mismo tiempo que entraba en ellas en tromba el
transfeminismo (nueva afirmación), se preparaba una fiesta de clausura
reservada para mujeres, que se quiso cerrada para hombres (negación de la
previa afirmación del dominio masculino), lo que despertó una fuerte
contestación por los sectores más renovadores.

Si los efectos del no-binarismo en el feminismo son espectaculares (las
consecuencias de todas  estas aparentes minucias son inmensas), los que
pueden tener en los colectivos trans son grandísimos en teoría, aunque en
la práctica lo único que hacen es confirmar la validez de muchas prácticas
personales.

Precisaré que, entre las personas trans, hay muchas que tienen una
identidad definidamente femenina, otras muchas que tienen también una
identidad definidamente masculina y otras muchas que tenemos una identidad
o unas identidades que a falta de una mejor descripción definiremos como
trans.

Pues bien, el no-binarismo y  la teoría de los conjuntos difusos de género
dan a cada una de esas identidades un sitio justificado lógicamente, a la
vez que les permiten afirmar los puntos de contacto o intersección entre
conjuntos.

Una vez afirmado y entendido que, más que mujeres, existe un conjunto
difuso de mujeres, que abarca a una gran variedad de seres humanos,
resulta natural que entre ellas estén las trans femeninas.

Lo mismo se puede decir frente al anteriormente entendido como conjunto
cerrado de hombres, tan cerrado, que en definitiva dejaría fuera a
numerosos varones. En cuanto vemos que en realidad es un conjunto difuso
de hombres, resulta natural que entre ellos se considere a los trans
masculinos.

Si, como efecto de todo ello, vemos que también existen conjuntos más
difusos todavía, como el de los intersexuales o andróginos, que tengan
identidad intersexual o andrógina (y no masculina o femenina), resulta
también más natural que las personas trans con identidad intersex o
neutra, o la que queramos decir, tengamos plenamente nuestro lugar en este
conjunto difuso.

Por otra parte, por la manera de exponer lo que hasta ahora he dicho, se
discierne claramente una de las intersecciones entre estos conjuntos
difusos: la condición de trans, de personas que hemos hecho una transición
de género, común a trans masculinos, trans femeninas y trans neutros, o
ambiguos, o intersex, o como queramos decirlo.

El cambio de unos conceptos a otros es tan fuerte que, teóricamente, sería
incluso conveniente ajustar con mayor precisión el mismo nombre de
“trans-sexual”, entendido  hasta ahora como persona que transita de un
sexogénero (cerrado) al otro (no menos cerrado)

Se puede entender desde ahora como persona que transita externamente de
uno de los conjuntos difusos a otro, bien sea de las formas más
diferenciadas de uno a las formas más diferenciadas de otro, bien desde, o
hacia las formas menos diferenciadas de uno u otro.

Es decir, se puede transitar hacia un modelo Stallone, con toda conciencia
y voluntad, o hacia un modelo Jennifer López, con la misma conciencia y
voluntad, y todo eso es legítimo, u optar por quedar en una zona menos
diferenciada, y sin embargo difusamente masculina o femenina, y también es
eso legítimo.

Si se piensa en esta segunda posibilidad, la transición resulta
inmediatamente menos definida, e incluso se puede afirmar que a veces casi
no hay transición, que la persona permanece simplemente donde está, en un
lugar relativamente alejado de los centros más densos y definidos de esos
conjuntos difusos.

Ni que decir tiene que las actuales "pruebas de la vida real", realizadas
con presupuestos binaristas por las unidades de género, dejan de tener
sentido. Yo (cualquiera) podría pretender una transición de hombre a
mujer, y optar por vestir vaqueros y saquitos anchos.

Justamente, y ya históricamente, en su corta historia, el no-binarismo, o
su consecuencia, la teoría de conjuntos difusos de género, lo que hace es
darnos un lugar racional a las muchas personas trans, sea que entendamos
nuestra identidad como cercana a los centros de los dos mayores conjuntos
difusos, el de hombres y el de mujeres, sea que nos entendamos lejos de
esos centros, en la periferia más difusa, es decir, que no queramos ser
hombres (difusos) ni mujeres (difusas), sino simplemente nosotros mismos,
asumir nuestra singularidad.

En los dos casos, la palabra transexual  gana en agilidad o flexibilidad o
comodidad al tratarse de la plena inserción en conjuntos difusos y no
cerrados.

En los conjuntos cerrados, en efecto, era preciso afrontar su cerrazón;
su definición cerrada, caracterizada por la lógica del sí o el no (XY sí o
no; XX sí o no; o genitales de esta forma, sí o no; o de la otra, sí o no)
podía siempre intentar cerrar el paso a quienes no coincidieran con ella.

En cambio, la definición difusa de hombres puede incluir por igual a
varones XY o XX. La definición difusa de mujeres incluye por igual a
mujeres XX y XY (y en los dos casos, a otras variantes cromosómicas) con
las consecuencias revolucionarias que hemos visto para el feminismo.

Por otra parte, la persona transexual no tiene que preocuparse demasiado
por no alcanzar una igualdad perfecta con las personas que están allí de
nacimiento, pues en realidad, unas y otras pertenecemos al mismo conjunto
difuso, en el que siempre hay un más y un menos. La lógica difusa es la
del más o menos, no la del sí o no, y en esto consiste su adecuación a
muchas de las realidades humanas.

Web relacionada:

- [Diario Digital Transexual->http://www.carlaantonelli.com]

Tags relacionados: Número 125 LGTBIQ
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