ENTREVISTA // ANNE FAUSTO-STERLING, INVESTIGADORA Y PROFESORA DE BIOLOGÍA Y ESTUDIOS DE GÉNERO
“No deberíamos recurrir a la cirugía porque la identidad sexual se revela”

Si todo está organizado para que creamos que
vivimos en la dicotomía hombre/mujer, la realidad es
bien diferente, como muestran los trabajos de Anne
Fausto-Sterling en la Universidad de Brown (EE UU).

04/03/09 · 0:00
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ANNE FAUSTO-STERLING. Es profesora de
biología y estudios de género en la
Universidad de Brown.

Con motivo del ciclo de conferencias
La construcción social de la
identidad. Cuerpo, género y cultura
organizado por el CaixaForum,
DIAGONAL habló con la autora de
Cuerpos sexuados (Ed.Melusina),
para quien un 1,7% de los niños
son intersexuales, “en mayor o
menor medida”.

DIAGONAL: ¿Qué opina de la nomenclatura
científica utilizada en relación
a la sexualidad, la intersexualidad
y nuestros cuerpos?

ANNE FAUSTO-STERLING: Creo
que científicamente hablando es un
conjunto de categorías más exacto
que el anterior. Los médicos, antes
de meterlo todo en el mismo saco
de la intersexualidad, no hablaban
de alteraciones del desarrollo sexual
como si fuera otro órgano más,
sino que había lo que yo llamaría un
conjunto de categorías histéricas,
como hermafrodita o pseudohermafrodita,
que eran en realidad un
enfoque médico diferente al utilizado
para cualquier otro órgano.

D.: El concepto ‘intersexo’ ahora se
usa menos entre los profesionales
médicos…

A.F.S.: La idea de la intersexualidad
es una categoría agrupadora.
Estamos considerando un montón
de cosas que son, en realidad, bastante
diferentes, psicológicamente
hablando, y agrupándolas en una
única categoría que de algún modo
es negativa (ni masculino, ni femenino),
pero a la que damos un valor
positivo por tener un nombre,
intersexualidad. Y esto tiene una
identidad positiva.
Para las personas que han adoptado
esa identidad, la idea de volver
a la división en diferentes categorías
no resulta muy atractiva. Por otro
lado, alguien podría identificarse
como intersexual, pero sabe que el
origen es algo específico. Podría ser
insensibilidad androgénica o hiperplasia
adrenal congénita… Realmente
es necesario conocerlo para
saber qué tipo de intervención médica
se puede necesitar, y saber los
posibles efectos de estas intervenciones.
Así que si alguien tiene insensibilidad
androgénica, tiene que
saber que si decide ponerse inyecciones
de testosterona, no le van a
hacer nada porque su cuerpo no va
responder. Por esto es necesario dividir
en categorías.
Creo que otra parte corresponde a
una observación, al menos en Estados
Unidos, de los activistas intersexuales,
que no consiguieron hablar
con los médicos hasta que no cambiaron
la terminología que usaban.
Después, de repente, los médicos les
contestaron en las reuniones y les
preguntaron sus opiniones. Para los
activistas, cuyo principal objetivo
práctico es detener las operaciones
quirúrgicas, la cirugía innecesaria en
niños pequeños, el hecho de pasar a
un diagnóstico de desórdenes en el
desarrollo sexual (DSD, por sus siglas
en inglés) fue, y sigue siendo,
una elección práctica, no ideológica,
destinada a poder mantener una conversación
con los médicos que de
otra forma no habrían podido tener.

D.: Pero la nueva terminología ha
llevado a un cambio en el que los
médicos ganan de nuevo. Aunque
muchos activistas intersexo rechacen
las intervenciones quirúrgicas,
también se cuestiona la forma en
que se perciben los resultados de
esas intervenciones y el propio determinismo
sexual...

A.F.S.: Es verdad, y estoy segura de
que tienen razón en ambas cosas. Al
haber un desequilibrio de poder, el
conocimiento de los activistas se incorpora
al conocimiento médico y,
salvo que se escriban historias buenas,
las fuentes de ese conocimiento
quedan absorbidas por el “saber establecido”.
Esto es lo que analizan
las personas que estudian historia de
la ciencia. Y es necesario documentar
cómo ese conocimiento se mueve
de un lugar a otro. Por ejemplo,
Steven Epstein documenta en su libro
Impure Science (Ciencia impura),
la transferencia del conocimiento
de los pacientes con sida y de los
activistas al colectivo médico. Eso es
lo que va a pasar, y la cuestión es hasta
qué punto puedes mantener un registro
documentado del origen de
esa información.

D.: ¿Cree que la elección de los criterios
médicos cambiará para la asignación
del sexo? ¿Podemos cambiar
la idea de determinar el sexo de esta
manera?

A.F.S.: Permíteme que responda a
la primera parte. Lo que yo digo es
que no sabemos lo suficiente como
para hacer una determinación médica
sobre estas cuestiones, y ésta es
una de las razones por las que no
deberíamos recurrir a la cirugía,
porque la identidad sexual se revela.
Esto debería ser el dato más importante
para la asignación del sexo, es
decir el niño...
Si se han extirpado los testículos
a un bebé en el nacimiento y después
el niño desarrolla una identidad
sexual masculina cuando tiene
cinco años, entonces has hecho algo
irreversible. No creo que sepamos
mucho sobre la formación de la
identidad del sexo, por lo tanto, ética
y médicamente, creo que es más
útil dejar al niño que se perfile por sí
mismo. Habitualmente ya queda
bastante claro a los cuatro o cinco
años de edad. Y después, si quieres
hacer algo en el cuerpo para adecuarlo,
o no, se puede esperar para
que el niño forme parte del proceso
de toma de decisiones.

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