AMÉRICA LATINA // EL MOVIMIENTO POR LA DESPENALIZACIÓN DE LA HOJA DE COCA, USOS TRADICIONALES Y COMERCIALIZACI
La hoja de coca, 500 años satanizada

Los tiempos cambian,
pero no tanto. El actual
debate internacional sobre
la despenalización de la
hoja de coca y los actores
que lo protagonizan no
distan mucho de lo que
hubo 500 años atrás,
cuando Castilla colonizó
los territorios andinos.

16/04/09 · 0:05
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Los pasados 11, 12 y 13 de marzo
la Junta Internacional de Fiscalización
de Estupefacientes (JIFE) se
reunió, una vez más, para tratar la
demanda que Bolivia realiza desde
hace varias décadas: que se retire
la coca de la lista de estupefacientes
de la Convención de 1961. Con
su ‘quintu’ en mano (tres hojas de
coca que simbolizan la cosmovisión
andina), Evo Morales explicó
claramente por qué esta planta es
tan importante en la región andina
y lo lejos que está de ser nociva para
las personas.

La coca no es una droga, es un excitante,
como pueden serlo el café o
el té, y es mucho más que eso. La coca
es alimento (tiene un alto nivel de
vitaminas, proteínas, hierro y calcio)
y es medicina (para problemas en
los huesos, las vías digestivas e inflamaciones),
y para las culturas andinas
es, sobre todo, un modo de vida.
Mascar la hoja de coca –“hacchar” o
“picchar” en Perú, “acullicar” en
Bolivia– ayuda a resistir las largas
jornadas en el campo a varios miles
de metros sobre el mar. Compartir,
intercambiar, regalar y recibir hojas
de coca son actos sociales que forman
parte de una cultura y de una
forma de relacionarse y de encontrarse
con la gente en los Andes. Y el
factor que más cuesta entender en
Occidente: la coca es una planta sagrada.
Con ella la cultura andina
agradece a su madre, la Pacha
(Tierra), y se comunica con sus ancestros
y con sus maestros guías, los
Apus (montañas sagradas). Su consumo
es la comunión con lo sagrado,
sacraliza las vivencias cotidianas
y el entorno.

Todo esto que Evo Morales
transmitió en la reunión de Viena
es, probablemente, lo que habrían
expresado los incas si les hubieran
dado la oportunidad de opinar y
transmitir su conocimiento sobre
la ‘Kkoka’ (origen de la palabra
que significa arbusto en aymara).
Los españoles percibieron el poder
y la importancia que tenía esta
planta en las poblaciones invadidas
y comenzaron a desprestigiarla
a mediados del siglo XVI. A medida
que avanzaban en su afán de
evangelización extendían la idea
de que la coca era la planta del diablo.
En el año 1551 el Primer
Concilio Eclesiástico solicitó al rey
de España la prohibición de su consumo.
La JIFE ha preferido asimismo
continuar con esta postura a
pesar del discurso de Evo.

En la actualidad existe también
una satanización de la coca, que deriva
de la confusión entre los términos
coca y cocaína que se introdujo
en la psiquiatría de finales del XIX.
La cocaína es uno de los 14 alcaloides
que contiene la hoja de coca.
Fue aislada por un químico alemán
en 1860. El clorhidrato de cocaína,
con el que se trafica y consume en
todo el mundo, es una mezcla de este
alcaloide con productos químicos
como el éter, la lejía y la soda cáustica
y fue creada en laboratorios de
países del norte que hoy se preocupan
por el narcotráfico y tratan de
solucionarlo erradicando el cultivo
de una planta consumida hace más
de 7.000 años en algunos países del
sur. La Convención de 1961 prohíbe
el consumo de la hoja de coca
siempre que no sea con fines médicos
o terapéuticos, pero esto se contradice
con varias cuestiones. Diversos
estudios, algunos de ellos elaborados
por la propia OMS (uno junto
a la Universidad de Harvard en
1975, y el WHO/UNICRI Cocaine
Project, en 1995) afirman que el
consumo de la hoja de coca no produce
adicción ni tiene efectos físicos
negativos, pero sí un valor terapéutico
como tónico. La JIFE no
está teniendo en cuenta la Convención
de las Naciones Unidas de
1988, que reconoció el uso tradicional
de la coca, ni la Declaración de
la ONU sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas de 2007, ni el
Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo.

Su industrialización
En 2004 la JIFE expresó al Gobierno
peruano su preocupación
por la aparición de dos bebidas
(Vortex y K-drink) elaboradas a base
de coca, aunque ambas salieron
al mercado con la autorización de
la Dirección General de Salud Ambiental
de Perú. En menos de un
año habían desaparecido de los espacios
comerciales.

Hay, en cambio, una bebida
energética con hoja de coca que se
mantiene desde finales del siglo
XIX. La estadounidense Coca-Cola
Company compra a la Empresa
Nacional de la Coca (empresa que
tiene el monopolio comercial de
coca en Perú) más de 100 toneladas
de hoja de coca al año y tiene
su nombre como marca registrada
de forma que ningún otro refresco
que use hoja de coca puede llevar
la palabra ‘Coca’. El artículo 27 de
la Convención de 1961 establece
específicamente que “se puede elaborar
un agente saporífero en base
a hoja de coca que no contenga
ningún alcaloide y, en la medida
necesaria para dicho uso, autorizar
la producción, importación, exportación,
el comercio y la posesión
de dichas hojas”, pero la bebida
Vortex, que empezó teniendo
un 98% de desalcaloinizado y posteriormente
un 100%, fue retirada
del mercado en menos de un año.
A la única empresa que le favorece
dicho artículo es a Coca-Cola.
Según el economista Hugo Cabienses,
“si se protegiera y se alentara
el consumo tradicional de la
coca en Perú se consumirían hasta
30.000 toneladas y no las 9.000 reconocidas
oficialmente”.

En Perú y Bolivia, paralelamente
a la reunión de la JIFE en Viena, varios
grupos de productores y consumidores
de la hoja de coca se
reunieron en diferentes encuentros
difundiendo y defendiendo los
múltiples usos que se le podría dar
a los cultivos de coca de estos países
(uso tradicional, industrialización
de harina, pan, galletas, jabones,
pastas dentales, pomadas, jarabes...),
con lo que se evitaría que
su destino fuera el narcotráfico.
En los Andes los elementos se entienden
desde su totalidad, la hoja
de coca es un ‘todo’, ¿cómo pretende
explicarle la JIFE a los pueblos
andinos que está prohibido el consumo
de su hoja milenaria porque
contiene cocaína?, ¿cómo convencerles
de que su consumo hace daño
si llevan generaciones nutriéndose
y curándose con ella?


FRACASO DE LAS POLÍTICAS ‘ANTI’

La Comisión Europea (CE) presentó
un informe en marzo donde reconocía
el fracaso de la estrategia represiva
en la política internacional sobre
drogas llevada a cabo de 1998 a
2007, que no ha conseguido que
bajen los consumidores ni que desaparezca
la violencia. Diferentes
organizaciones sociales que trabajan
sobre las políticas de drogas, las
drogodependencias y las personas
afectadas han exigido a la ONU que
tenga en cuenta este informe crítico
de la CE a la hora de diseñar la política
mundial sobre drogas para la
próxima década. Estos colectivos
señalan que resulta muy significativo
que la CE reconozca públicamente la
política mundial antidroga, que
causa más daños de los que pretenden
resolver, y demandan políticas
centradas en la salud pública y el
levantamiento del veto sobre las
políticas de ‘reducción de daños’.

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