SALUD
Creencias erróneas

A menudo somos nosotros
mismos quienes nos
amargamos la vida. En los
años ‘60 los psicólogos estadounidenses
Aaron T. Beck y
Albert Ellis revolucionaron la psicoterapia
con sus teorías cognitivas.

, Médico y miembro del colectivo Sumendi
08/10/06 · 21:36
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A menudo somos nosotros
mismos quienes nos
amargamos la vida. En los
años ‘60 los psicólogos estadounidenses
Aaron T. Beck y
Albert Ellis revolucionaron la psicoterapia
con sus teorías cognitivas.

Éstas vienen a decir que nuestros
hábitos de pensar condicionan nuestros
hábitos de sentir, y que, por lo
tanto, tener maneras erróneas, irracionales
o insensatas de pensar nos
acarreará conflictos, decepciones y
será una fuente constante de angustia.
Ahí va un catálogo, incompleto,
de estos hábitos erróneos.

El filtraje o negativismo o dar
más importancia a los aspectos negativos
de la realidad que a los positivos.
Pensamiento polarizado: se
piensa en términos rotundos: o es
blanco o es negro, o es bueno o es
malo, o estás conmigo o estás contra
mí. Sobregeneralizar: con unos
pocos datos llegamos a una conclusión
precipitada. La falacia del adivino:
uno tiende a creer saber lo que
está pensando o sintiendo otra persona,
pero no se molesta en contrastarlo.
El catastrofismo remite a
cuando se produce algún contratiempo
y uno ya se está imaginando
lo peor, que ha pasado algo terrible.

En el razonamiento emocional, por
su parte, se mitifican los sentimientos
al considerarlos más naturales y
que no engañan; aunque la verdad
es que a menudo los sentimientos
no se corresponden apenas con lo
que pasa en la realidad ya que nuestro
cerebro a veces genera paranoias
y malos entendidos.
También existen falacias de
control: la creencia de que las relaciones
son competiciones y que
siempre alguien está por encima y
alguien está por debajo. Se distinguirían
dos falacias, la de quienes
creen tener el poder (se creen superiores)
y las de quienes creen no tenerlo
en absoluto (victimismo). Las
exigencias y autoexigencias constituyen
los ’debería’ tiránicos. Se producen
cuando se posee un conjunto
de valores o normas muy estrictos o
severos y nos exigimos mucho a
nosotros mismos y/o a los demás.

Y cerramos el breve catálogo con
tres malos hábitos más de pensamiento.
Culpabilización: empeñarse
en buscar culpables siempre que
existe un problema o conflicto entre
dos o más personas. Obstinarse en
tener la razón: es una insana competitividad
intelectual, como si el objetivo
de cualquier charla o tertulia
fuese el que alguien salga victorioso;
no escuchamos y gastamos casi toda
la energía en contraatacar. La falacia
de la justicia: uno cree que sólo
hay un sentido de la justicia y es precisamente
el suyo.

Sirvan estos ‘errores cognitivos’
para ver el calado de la terapia
de ‘reestructuración cognitiva’.
Dicho en plata, cuanto más
nos desprejuiciamos menos sufrimos
inútilmente.

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