SECUELAS PSICOLÓGICAS Y FÍSICAS TRAS SUFRIR ACTOS REPRESIVOS: EL CASO DEL PUENTE AUBONNE
Cómo hacer frente al trauma de la represión

Un tribunal suizo ha confirmado la impunidad
de los dos policías que en la cumbre
del G-8 de Evian (Francia, 2003), cortaron
las cuerdas de escalada de las que
pendían dos activistas que protagonizaban
una acción de protesta en el Puente
Aubonne, y que casi perdieron la vida. La
campaña de apoyo ha llamado a la reflexión
en los movimientos sociales sobre
los traumas físicos y psicológicos de las
personas que llevan a cabo estas acciones
políticas de confrontación.

16/10/06 · 18:25
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Irene Cuesta

En la Cumbre del G8 (los
siete países más industrializados
del mundo
más Rusia) de 2003, en
Evian (Francia), en la primera visita
de George W. Bush a Europa
tras la invasión a Irak, un grupo
de diez activistas bloqueó a los
delegados de los diferentes países
en un atasco de la autopista. Dos
activistas, el inglés Martin Shaw y
la alemana Gesine Wenzel, se colgaron
de los extremos de una
cuerda de escalada que atravesó
la autopista en el puente de
Aubonne. Sus compañeros protegieron
la cuerda y grabaron la acción.
La policía abrió el tráfico y
cortó la cuerda de la que pendían.
Martin Shaw cayó desde 23 metros
de altura, mientras que
Gesine Wenzel fue salvada in extremis
por una activista que sujetaba
la cuerda. Él tuvo graves
traumatismos en la columna y el
tobillo, lo que le impide desarrollar
desde entonces su trabajo como
fontanero, y ella sufrió el síndrome
de estrés postraumático.

El pasado 6 de septiembre se
agotó la vía judicial suiza y se mostró
la voluntad estatal de proteger
la violencia policial en lo que se
convirtió en un ‘escándalo nacional’.
Tras el sorprendente veredicto
de inocencia sobre los policías
Claude Poget (encargado de la
operación) y Michael Deis (quien
cortó la cuerda), el 17 de febrero
de 2006, el tribunal de Vaud rechazó
la última apelación posible en
el caso, el recurso interpuesto por
Gesine y Martin, quienes sí fueron
hallados culpables en 2004 de bloquear
la autopista y poner en riesgo
la vida de los automovilistas.

Tras tres años de acción y trabajo,
el grupo de apoyo de Aubonne
consiguió cuestionar la legitimidad
del G-8 con gran apoyo internacional,
y desarrolló una activa reflexión
sobre las consecuencias emocionales
del trauma y la represión
en los movimientos sociales. El escalador
se recupera parcialmente
de la minusvalía provocada, mientras
que la escaladora se recupera
del trauma psicológico sufrido.
El castigo y la represión como
forma de intimidación política, laboral,
de género, de raza o de procedencia
contra la población, es
una de las armas preferidas por
los poderosos, que utilizan el efecto
corrosivo y agotador del miedo
para imponerse. El gran problema
es el hecho de no tratar sus consecuencias,
lo que significa, para
muchas personas, un grave declive
de su compromiso, consciente
o inconscientemente, con sus propios
valores y con los grupos y organizaciones
que los defienden.

Puede ser muy importante aprender
técnicas de preparación psicológicas
y, sobre todo, utilizarlas para
ayudar no sólo a la gente cercana,
sino también a uno mismo en caso
necesario. Una rápida y eficaz intervención,
llevada incluso por personas
que sólo tengan unas nociones,
puede evitar un grave trauma. Éste,
de no ser resuelto a tiempo de manera
colectiva, sólo podrá curarse,
con dificultad, a través de la psicología
y la psiquiatría institucionalizada.
Martin y Gesine han creado desde
entonces varios grupos que tratan
el trauma y la represión (con información,
ayuda emocional y apoyo
a largo plazo), en Reino Unido,
Alemania e Israel. También preparan
con antelación a personas para
participar en contracumbres como
la del G-8 en Escocia (2005) y la próxima
de Alemania (2007).

Anticiparse al trauma

Los traumas están causados por la
penetración y asentamiento de un
gran estrés en nuestro cerebro. Lo
desencadena un acontecimiento inesperado
que enfrenta a la persona
con una amenaza de muerte o con
graves daños en una situación que
provoca fuertes sentimientos de angustia
e impotencia. Puede tratarse
de afectados directos o testigos en
acontecimientos aislados o reiterados.
El estrés puede provocar un
‘subidón’ demasiado violento y
fuerte que desencadene una tensión
incontrolada y descomponga la personalidad
de la víctima. Para contrarrestarlo,
hay que intervenir lo
más rápido posible y de forma eficaz
para que no queden secuelas.
Para detectar un posible trauma,
han de observarse síntomas como:
deseo de huir, ataques de pánico,
sentimiento de cobardía, reacciones
corporales como temblores,
problemas respiratorios, insomnio,
tendencia a experimentar flashbacks,
pérdidas de concentración
y olvidos, automedicación, disimulo
con drogas, tendencia al aislamiento,
vacío con falta de entusiasmo
o, al contrario, hiperexcitación,
que puede provocar incluso dolor
físico o disociación, esto es, proyección
en otro ‘yo’ que ha sufrido.

Anticiparse al trauma a través de
visualizaciones y juegos de rol tiene
muchísimo valor preventivo. Hay
que admitir los síntomas, no ignorarlos.
Es muy importante hablar
del tema, incluso escribir lo que ha
pasado y revisar periódicamente la
evolución del daño, hablándolo de
nuevo hasta que sea superado de
forma notable. El entorno cotidiano
es de gran importancia. La perspectiva
de que el daño ha sido colectivo
y no individual ayuda mucho. Las
reacciones temporales de la persona
afectada no deben provocar pérdida
de amistades ni de vínculos.
Las personas cercanas deben escuchar
activamente, no deben establecer
comparaciones banales y no
se debe culpabilizar.

Si hay que recurrir a la ayuda
profesional es importante encontrar
un terapeuta que sepa tratar
específicamente los traumas, y si
es posible, que simpatice o sea tolerante
con la implicación de la
víctima en la situación que le ha
provocado esta lesión duradera.

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