LOS MODELOS HIPERSEXUALIZADOS DE MUJER SON TRASLADADOS A LA INFANCIA
Alicia perdida en el país de los mayores

Las muñecas hoy llevan minifaldas de cuero y botas de tacón. Son la representación en plástico de un modelo de mujer que se comienza a inculcar desde la infancia.

, Madrid
05/05/10 · 0:00
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Del rosa al rojo pasión. De las muñecas con lazos a las que visten minifalda, medias de rejilla y botas de tacón. En una sociedad hipersexualizada, era cuestión de tiempo que la tendencia alcanzara a la infancia. Ni las princesas Disney se escapan: entre Blancanieves y Pocahontas hay un abismo (y varias capas de ropa se han perdido en él). ¿Es el fin de la inocencia? El sociólogo Neil Postman ya aventuraba en su libro La desaparición de la infancia (1981) que estamos al final de esta etapa tal y como se entendía hasta ahora –un periodo de preparación para la vida adulta en la que niños y niñas son protegidos de realidades ‘inapropiadas’, como el sexo o la violencia– porque los medios de comunicación, y sobre todo la televisión, hacen accesible estos temas a todas las edades. En edades tempranas, los niños aprenden por imitación. De sus padres, sus familiares o profesores, pero también de otras personas importantes para ellos, como sus ídolos televisivos. En los medios de comunicación del siglo XXI, el modelo de mujer que transmiten series, programas y vídeos musicales es el de un sujeto fuertemente erotizado, valorado por su belleza y su disponibilidad sexual. Así, cuando ídolos infantiles –pensemos en Britney Spears o Christina Aguilera de Disney Channel– quieren empezar una carrera ‘seria’, explotan su sexualidad (heterosexual, sumisa y heteronormativa) como señal de que ya deben ser tomadas como mujeres adultas. Por eso, las niñas de nueve años quieren tangas y sujetadores con relleno y ponen poses provocativas frente a una cámara para resaltar atributos que aún no tienen.

Mientras imitan las poses de sus ídolos o hermanas mayores, las niñas asumen un modelo de sexualidad limitado y cosificador que hace hincapié en el atractivo físico como único valor. La investigadora Debra Merskin, de la Universidad de Oregón, lo expresaba de forma brutal en 2004: “El mensaje a las niñas (como futuras mujeres) es que deben estar siempre sexualmente disponibles, tener el sexo siempre en mente, estar deseosas de ser dominadas e incluso agredidas y dispuestas a ser miradas como objetos sexuales en cualquier momento”.

Ansiedad y anorgasmia

Las consecuencias se perciben en
la salud física y mental de niñas y
adolescentes (baja autoestima, depresiones,
anorexia) y también en
la sexual. El modelo propugna un
canon irrealizable de belleza, que
genera problemas de autoestima y
una visión distorsionada del propio
cuerpo. “Está demostrado que
la percepción del sobrepeso es mayor
en las mujeres que en los hombres
no sólo en iguales condiciones
físicas, sino cuando objetivamente
el sobrepeso del hombre es
mayor”, confirma Gracia Moreta,
de la Escuela Andaluza de Salud
Pública. Y como recoge un informe
de la Asociación Americana de
Psicología, las mujeres que han
aprendido a tener evaluaciones
negativas sobre su propio cuerpo
están más centradas en cómo las
ve su pareja que en sus propios deseos,
seguridad y placer.
La sexóloga Norma Román, de
la Fundación Sexpol, confirma este
punto: “Por lo que vemos en los
colegios e institutos no hay un hacerse
cargo de la propia sexualidad;
se sigue dejando la responsabilidad
en el otro”. Román enumera
una serie de problemas que esta
visión de la sexualidad puede provocar
en las mujeres: la anorgasmia,
la falta de deseo o la sensación
de no sentir lo correcto (porque
no se corresponde con las expectativas
generadas). El modelo
tampoco es benévolo con el género
masculino. Para la sexóloga de
Sexpol, “los hombres tienen la ansiedad
de dar la talla y estar siempre
dispuestos. Se valoran en función
del número de orgasmos que
son capaces de producir y así hay
chicos de 20 años sin ningún problema
físico pero con disfunción
eréctil”. Todo ello sin entrar en los
problemas de identidad de género,
porque el modelo, claro está, es heterosexual
y heteronormativo, sin
cabida alguna para otras formas de
entender la sexualidad.

Princesas 'Disney'

Además del color de piel, hay otra diferencia clara entre Blancanieves (1937), La Bella Durmiente (1959), La sirenita (1989) y Pocahontas (1995): la talla de sujetador. Según un estudio de 2004 de la investigadora C. Lacroix, del College of Charleston, las últimas heroínas de la Disney tienen más escote, menos ropa y son más sensuales que sus predecesoras, algo especialmente obvio en los personajes de color.

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