Investigadora situada, coautora del volumen Ensayos y experiencias entre investigación y militancia (Traficantes de sueños, 2004), Marta Malo ha reflexionado sobre la crianza en el proyecto de formación política Nociones Comunes y en su barrio, Vallecas (Madrid).
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Investigadora situada, coautora del volumen Ensayos y experiencias entre investigación y militancia (Traficantes de sueños, 2004), Marta Malo ha reflexionado sobre la crianza en el proyecto de formación política Nociones Comunes y en su barrio, Vallecas (Madrid), donde vive con sus dos hijas y hace tribu alrededor de la escuela.
¿De qué se habla cuando se habla de crianza colectiva?
Yo diría que siempre se cuida en colectivo, pero hay una tendencia privatizadora que hace que las otras figuras que cuidan tengan una posición muy vasalla y que la única figura que tiene la autoridad, el reconocimiento y, en contrapartida, toda la carga, es la madre y, a veces, el padre. ¿Por qué no reconocer los vínculos que existen y que están sosteniendo el cuidado? Da miedo porque supone perder parte del control, pero es la única manera de que la crianza deje de ser puramente carga y sea más rica, alegre y gozosa. Nuestra generación ha crecido con una ajenidad y un analfabetismo con respecto a lo que supone criar, cuidar, que en muchos casos genera crianzas muy neuróticas, de puro miedo, inseguridad y falta de referentes y herramientas, y sólo el diálogo y la conexión con otros, mano a mano, nos puede librar de eso.
Las fases de la vida en las que podemos vivir de manera totalmente individualizada son pocas
¿Qué cambia cuando cuidas?
Dar los cuidados en el nivel de intensidad que los primeros años de la crianza u otras fases de la vida requieren te hace requeridora a tu vez de cuidados y eso intensifica y visibiliza las redes de interdependencias en las que vivimos. Saca a la luz que, en realidad, las fases de la vida en las que podemos vivir de manera totalmente individualizada, tal y como está organizada la sociedad, son pocas. Son más abundantes las fases de vulnerabilidad, donde necesitamos insoslayablemente cooperar con otros. Me parece que no habría que separar la crianza de otras fases de la vida que requieren cuidados.
¿Se ha puesto de moda hablar de tribus?
Creo que hay una añoranza de lugares donde éramos más. ¿Qué es esto de vivir dos en una casa? Me parece claustrofóbico. Lo que da otras prácticas de crianza es que descarna más los problemas que tiene la organización social de los cuidados, porque hay más fragilidad, más exposición, no hay una estructura garantizada.
¿Qué pasa fuera de los “modelos” tradicionales?
Cuando no estás en los modelos más normativos hay mucha intemperie, la familia te la inventas con lo que te vas encontrando, todo el rato. Pero ese criar en las afueras habilita la activación de cuidados fuera del lazo de sangre y nos hace descubrir una generosidad de los vínculos, del cuidado que se da porque sí, que da mucha confianza en el futuro y quita muchos miedos.
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