CRÍTICA A LA CENTRALIDAD SOCIAL DEL SEXO
Asexualidad, ¿subversión definitiva?

Esta identidad, que cuestiona la esencia biológica del deseo sexual, pone de manifiesto que vivimos en una cultura hipersexualizada.

Texto de Irene Blanco y Sonia Tello
ireblanc90@gmail.com / sonickdjmzk@gmail.com

19/07/15 · 8:14
Edición impresa

Para una gran mayoría de la sociedad, pensar en la palabra 'asexualidad' supone revisar algún libro de biología para encontrar el apartado de la reproducción de las amebas o contar historias de monjes y curas que se entregaron a Dios. Sin embargo, lo cierto es que más del 3% de la población mundial ha buscado en internet esta palabra para intentar dar sentido a su vida.

Una definición muy básica de asexualidad es "bajo o nulo deseo sexual". Con este primer acercamiento, el activista David Jay abrió, en el año 2001, un portal online –Asexual Visibility and Education Network o Red para la Visibilidad y Educación de la Asexualidad– en el que volcó toda la información y todas las teorías existentes acerca de esta identidad.

Esta comunidad expone abiertamente que no sienten interés por tener vínculos sexuales o románticos con otras personas. La gama de identidades dentro de esta página es muy amplia, pero todas ellas tienen como eje común la contemplación del sexo como una actividad que tiene baja o nula importancia en sus cotidianeidades.

La asexualidad ha sido abordada, sobre todo, desde investigaciones de corte científico por autores como Alfred Kinsey o Anthony F. Bogaert. El estudio de la sexualidad humana desde una perspectiva cultural es un enfoque analítico inexistente, y así hemos podido comprobarlo al llevar a cabo la investigación Asexualidad: la construcción biológica y cultural del deseo.

Tras analizar de forma exhaustiva los foros de la página web y entrevistar a varios internautas, hemos podido profundizar en las complejidades de esta identidad y en lo que supone su existencia para la sociedad.

La cultura del deseo

Repasar aquello que despierta nuestro apetito sexual es un ejercicio mental interesante: el hombro desnudo de una mujer, un hombre que fuma apoyado en la pared. Pero, ¿qué hace que esa escena nos posicione como sujetos deseantes? ¿Qué hay detrás de ese erotismo? ¿Ese hombro desnudo surtirá el mismo efecto en un país que no sea de Occidente? ¿Deberíamos hablar entonces de una contextualización del deseo? Y, si es así, ¿cómo queda definida nuestra sexualidad?

A pesar de que la homosexualidad ha cuestionado el deseo, siempre se ha partido de la idea de que éste es innato. Sin embargo, ¿tan descabellado es afirmar que existen personas a las que este deseo no llega? Desde el feminismo se ha buscado visibilizar otras formas de deseo, es decir, que no todo tiene que pasar por la heterosexualidad o por grabar durante horas un contacto meramente genital. Sin embargo, estos intentos por reinventar el sexo siempre acaban implicando deseo hacia otras personas.

Siempre se ha partido de la idea de que el deseo sexual es innato. Sin embargo, ¿tan descabellado es afirmar que existen personas a las que este deseo no llega?El deseo hacia otras personas, con independencia de cómo se haga, es el eje central de la sexualidad humana. Y junto a este eje tiene un papel fundamental el género.

El género está sexualizado, es lo que nos hace ver si nos interesa una persona o no, pero el género también puede contextualizarse. Existe una concepción occidental de qué es ser hombre y de qué es ser mujer. Si esto es así, ¿cómo puede ser innato un deseo que parte de algo construido?

La comunidad asexual es el punto de inflexión definitivo para poder contestar a esta pregunta. El placer sexual está en la cúspide de nuestro entretenimiento y del éxito social. Por esta razón, muchas personas asexuales no son capaces de integrarse, lo que les provoca preo­cupaciones que acaban soltando en consultas psicológicas.

Éste es el instante concreto en el que empieza su estigma, ya que las entidades médicas les aseguran que padecen Trastorno del Deseo Sexual Hipo­activo, les dan hormonas y también pautas que sólo buscan encauzar a estas personas en 'la nor­malidad de su naturaleza humana'.

"Estuve medicada y tirada en una bendita cama durante trece años, sin ayuda de mis viejos, que prefirieron verme secar en vida que aceptar mi rareza. ¿Creen que hubo una evolución en mí? No, terminé enfermando de verdad al ver que no podía cumplir con lo que la sociedad cree normal", explicaba una de las participantes de un foro de internet.

Capitalismo sexual

¿Qué nos choca más? ¿Ver a una prostituta ofreciendo sus servicios en la calle o contemplar el cartel publicitario que se erige tras ella, en el que se hace uso del se­xo para vender algo tan banal como una colonia?Vivimos en una sociedad sexocentrista, sociedad que concede un protagonismo absoluto al sexo. El sexocentrismo se lleva bien con el capitalismo, ya que ambos tienen un elemento en común: la mercantilización del sexo.  Quizá una de las claves de la permanencia del sistema capitalista es su capacidad de absorción de las luchas conseguidas desde los movimientos sociales. Aparece el interés económico y las figuras que antes resultaban incómodas pasan a ser bienvenidas. Pero a un precio: fagocitar la protesta, despolitizar la lucha.         

El sexocentrismo se lleva bien con el capitalismo, ya que ambos tienen un elemento en común: la mercantilización del sexo

La máxima 'el sexo vende' se ha convertido en el padrenuestro de nuestros días. Y, sin embargo, encontramos un doble rasero en torno a su mercantilización. Vend­er sexo sólo vale cuando engrosa el mecanismo de la máquina capitalista, no cuando la venta se ejerce desde el propio cuerpo.

Por eso, la prostitución –refiriéndonos a aquella que se ejerce desde el empoderamiento y la voluntad propia– pone en entredicho al sistema. Resulta que se puede utilizar el sexo para enriquecer a una empresa en la venta de su producto, pero no puede hacerse uso del mismo utilizando nuestro propio cuerpo con ánimo de lucro. ¿Cuestión de moral o de competencia?

El capitalismo sexual genera un deseo concreto. Y en contraposición a la imposición, surge la alternativa. Frente al porno convencional encontramos el porno subversivo. Así pues, o se practica el sexo siguiendo el modelo capitalista o se practica siguiendo el alternativo. Pero, ¿qué sucede si no se encaja en ninguna de las dos opciones posibles? ¿Qué ocurre cuando no hay un interés en el sexo?

La asexua­lidad se presenta como una identidad excluida por su nula rentabi­lidad dentro de este sexocentrismo, estructura de poder de la que estas personas son perfectamente conscientes: "Al imperar el capitalismo como sistema político, éste utiliza métodos de control en la población y uno de ellos es la sexualidad humana. La hiper­sexua­lización la ­encontramos en todo, desde los medios hasta los productos que nos venden", explica una de las personas entrevistadas.

Dentro del activismo LGTBIQ, a pesar de los esfuerzos realizados por generar unas siglas que nos incluyan a todas, parece que hemos sido víctimas también de este sexocentrismo. Quizá a raíz de la necesidad de la liberación sexual, de romper con el tabú en torno al sexo, de practicarlo en libertad y haciendo uso de nuestros cuerpos al margen de la norma, hemos aparcado otras posibilidades.

Hasta en algunos de los vínculos afectivos más alternativos, como el poliamor, el sexo sigue siendo un elemento diferenciador a la hora de establecer relaciones sociales. Y en esta jerarquía, las personas asexuales quedan inevitablemente relegadas a un segundo plano: "La asexualidad supone un gran dilema a la hora de buscar una pareja o compañera de viaje, porque si acabo con una chica que no es asexual como yo, ella con el tiempo se acabaría frustrando porque que­rrá tener sexo y yo no voy a querer", explica otra de las personas entrevistadas.

El consuelo lo encontramos en el surgimiento de otras variantes, como la anarquía relacional o la agamia, que intentan equilibrar el privilegio que concedemos a las re­laciones sexo-afectivas frente al resto.

Con este jaque al  monopolio del sexo, ¿podría ser la asexualidad la subversión definitiva?


El espectro asexual

La teoría asexual expone, por un lado, que el placer sexual se puede dividir en dos: deseo y libido. El deseo incluye una apetencia de contacto sexual, genital o no, con otra persona y la libido es la potencia sexual que toda persona tiene y que no depende de otra para ser alta o baja. De esta forma, hay asexuales que se masturban por una apetencia meramente física, sin connotación erótica alguna (sin pensar en nadie, por ejemplo).

Por otro lado, también se diferencia entre atracción sexual y atracción romántica. La primera responde a una contemplación de la otra persona como sujeto sexual, se piensa en ella desde un erotismo que se manifestará “en la carne”. La atracción romántica, sin embargo, no tiene un marco sexual, pero si una vinculación emocional. Muchas personas asexuales tiene parejas por las que sienten atracción romántica y en ningún momento hay entre ellas un contacto erótico, y otras que solo sienten atracción sexual cuando tienen un vínculo emocional/intelectual intenso, es decir, cuando saben que hay una conexión mutua en muchos ámbitos de la personalidad. Y también asexuales que no sienten atracción de ningún tipo.

A través de estos conceptos, la teoría asexual pretende visibilizar una amplia gama de realidades cotidianas que cuestionan la concepción de la pareja, así como también poner de manifiesto que no hay tantas diferencias entre la amistad y las relaciones sentimentales. Y, sobre todo, que hay personas que, socialmente, interaccionan con unos códigos que rompen muchos esquemas culturales básicos.

Incomprensión en espacios feministas

Una experiencia de Sonia Tello.

"Asisto a una charla sobre poliamor en un espacio feminista de Madrid. Me cuesta hablar en público, pero finalmente lo hago para explicar el tema de la agamia y asexualidad. No me dejan explicarme, la charla termina y se oyen comentarios como: "Yo me follo mucho a mí misma, así que eso de la asexualidad me queda raro. No soy una monja-budista de ésas".

Rompen en carcajadas y aplausos. Quiero largarme. Salgo de las primeras. Al lado de la puerta está un grupo que me mira y sueltan: "Tías, siempre acabamos juntándonos con las que no follan". Carcajadas de nuevo. Estoy en shock.

Se supone que esto es un espacio de seguridad, un maldito espacio de seguridad. Mis dos compañeras me preguntan si estoy bien y mi respuesta brota con sencillez: "Lo que no ha conseguido mi padre en diez años con mi homosexualidad, lo ha conseguido esta gente en menos de dos horas".

El resto de la historia es agua salada".

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comentarios

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    09/02/2016 - 12:18am
    Me ha gustado mucho el articulo, creo que es necesario ver más allá de la sexualidad como centro. Si hay unas estructuras que no funcionan, no tenemos que crear tinglados con defectos "alternativos" pero homólogos. Conceptos como la popularidad - éxito, el capitalismo sexual y el consumo afectivo y control social, distan bastante de lo que entiendo personalmente como relaciones sanas. En los espacios de "seguridad" se dan, es bueno, valiente y necesario poner el dedo en la llaga. Muchas gracias¡ Un abrazo A.
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    rosa
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    03/08/2015 - 12:26am
    El género claro que es una construcción cultural, se manifiesta de muy diversas formas en función de la sociedad a la que pertenezcas. El ser humano es completamente plástico.
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    LauraFer
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    02/08/2015 - 9:29pm
    Gracias por el artículo. Siempre me he definido, medio en broma, como asexual. Aunque en realidad pensaba que quizá eso no existía realmente, que a lo mejor es que todavía no había encontrado alguien que me interesase suficiente. Reconforta saber que no soy tan rara, que existe más gente que vive y siente parecido.  
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    25/07/2015 - 12:17pm
    Aún existe represión sexual y estigmas, la liberación sexual está lejos de ser alcanzada por la mayoría social que sigue anclada en prejuicios y tópicos. Tantos siglos de machacona represión sexual y de tópicos interesados parece que ha creado una forma de ver y sentir, que solo una visión rupturista basada en el amor, ya no en el negocio materialista, puede transformar. Pero por otro lado, la mercantilización de la sexualidad como de tantas otras cosas, hipersexualizan efectivamente la sociedad, creando la falsa idea de una sociedad liberada sexualmente, de una ficticia igualdad de género, de una ficción de acceso igualitario al sexo como mercancía, donde solo las clases altas disponen y consumen, siendo su lema utilizar y poseer. Frente a tanta confusión, defender la liberación sexual si, pero rechazando todo tipo de mercantilización de los afectos y las relaciones, empezando por eliminar la utilización del cuerpo como un objeto de compraventa. Si somos amor, somos cuerpo con sentimiento y afecto, pero no mercancía. No se trata de reprimir deseos, sino de verlos, comprenderlos y superarlos en pro de un camino liberador del ser humano en todos sus aspectos.
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    jav
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    24/07/2015 - 7:59am
    Por otra parte, no entiendo porque se dice "atracción romántica", cuando lo que se quiere decir es "atracción emocional". Esto simplemente quiere decir que la comunidad asexual no comparte ciertas teorias feministas sobre el amor romántico. Hay una comunidad en España http://www.asexuality.org/sp/ Ahí se puede descargar el trabajo que aquí se menciona y ver otra serie de publicaciones en castellano que ya existen. En concordancia con lo que he previamente he comentado cito del último número de la revista online de esta comunidad "Avenida" : "AV:¿Qué piensas de que a veces se considere la asexualidad como una creencia o una ideología y no como una condición innata u orientación sexual en sí? D83: Pues que no han entendido nada. Ese es uno de los pilares de AVEN, hacer entender a la gente no es un estilo de vida que eliges seguir ni un adoctrinamiento, somos así, no tenemos atracción sexual".
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    jav
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    24/07/2015 - 7:19am
    Creo que el texto flojea en sus primeros párrafos, pero después se me ha vuelto bastante interesante.. Hay un par de frases que me descolocan bastante: "Hay asexuales que se masturban por una apetencia meramente física, sin connotación erótica alguna (sin pensar en nadie, por ejemplo)." ¿Cómo se hace eso? "otras que solo sienten atracción sexual cuando tienen un vínculo emocional/intelectual intenso" Por lo que entiendo que hay ¿dos? tipos de asexuales: los que tienen bajo deseo sexual y aquellos que lo tienen nulo, lo que me hace preguntarme si existe realmente una identidad asexual. "la prostitución –refiriéndonos a aquella que se ejerce desde el empoderamiento y la voluntad propia– pone en entredicho al sistema." No sabía yo que en España era ilegal la prostitución. Creo que las autoras deberian de centrarse más en teorias psicológicas que en teorias marxistas del género muy absurdas que afirman sin rubor alguno que el género es una construcción social más.
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    SilmaKV
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    23/07/2015 - 6:49pm
    Cuando has hablado del capitalismo y el impacto de la asexualidad sobre éste me he sentido un poco mal que no nombraras el antinatalismo :(
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    Maria Sympónia
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    23/07/2015 - 2:49pm
    Hola! Creo que es muy importante hablar y compartir sentimientos y experiencias en torno a estos temas. El sexo, la sexualidad, siempre me han interesado mucho. Recojo una cita: "La institucionalización de la religión, la dogmatización, la condena de lo primitivo y natural, también ha dejado una huella en nuestra psique. Una herida del alma que arrastramos a modo de SOMBRA." (http://mujerdespierta.es/la-diosa-mari-la-luz-que-mora-en-la-sombra/) No podemos obviar de dónde venimos. De una sociedad de imposición católica, de un país, España, donde hubo la inquisición... La culpa, la culpa, la vergüenza, el tabú, LA NEGACIÓN de la MUJER, de lo femenino, del SENTIR. De unos valores que reprimen el Amor Libre y reproducen la violencia. Venimos de una educación racionalista, que impone la razón como único camino al conocimiento, olvidando la gran sabiduría que nos brindan los sentimientos, el sentir.  Entonces, parece que hemos pasado en dos generaciones, de no hablar prácticamente de sexo, de ocultar incluso embarazos, etc. a una omnipresencia del sexo. Se ha vuelto todo muy rápido, incluso teniendo sexo con personas a quienes apenas conocemos y anestesiados por el alcohol. ¿Dónde quedan las relaciones afectivas duraderas y el romanticismo? Como dice el refranero, "En el amor no hay nada escrito". Que cada unx encuentre su camino en el amor y el deseo y lo viva con Libertad y Respeto. Y muerte al capitalismo!   
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    unokpasaba
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    19/07/2015 - 7:49pm
    Se agradece que se preste atención a este tema, totalmente marginado. Un saludete. 
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