Coautora de un estudio sobre la incidencia del TDAH, cree que hay sobrediagnóstico y se abusa de psicofármacos.
inforelacionada
¿Se corre el riesgo de diagnosticar como TDAH peculiaridades o simples problemas de conducta de algunos niños y niñas?
En efecto, y de hecho es uno de los motivos del sobrediagnóstico que existe, cuando se diagnostica sólo de manera sintomática y aislada, sin indagar en la historia familiar, personal, médica, escolar y social del niño, sin tratar de entender a qué responde esa sintomatología. La tríada de síntomas con la que se describe el TDAH son respuestas y características propias del funcionamiento infantil, que sólo podrían considerarse problemáticas cuando exceden lo esperable en función de la edad y siempre entendiéndolo dentro del contexto en que se produzcan. Además, los criterios diagnósticos impuestos por el DSM se emplean de forma muy laxa, son muy difusos e inclusivos.
Vivimos en una sociedad en la que sobran estímulos y faltan valores para filtrarlos. ¿Puede vincularse esto con el TDAH?
Evidentemente la cultura y la sociedad determinan y van marcando el comportamiento humano, en respuesta a lo que aquellas ofrecen. Actualmente nos encontramos en una hiperestimulación constante. Se nos ofrece una variedad ingente de opciones de entretenimiento y de tecnologías para facilitar la vida diaria al alcance de los niños, con lo que su atención y su actividad motriz pueden o deben dividirse entre infinitos estímulos, siendo una exigencia a veces por parte de los adultos. Por contra, lo que esperamos de los niños es que controlen por sí mismos su reacción ante tanto estímulo, y permanezcan serenos y concentrados ante tareas muchas veces nada interesantes para ellos (la lección en clase, las tareas en casa, una comida en un restaurante con amigos de sus padres…). A la vez, como bien dices, se están perdiendo cada vez más valores básicos para el autocontrol del comportamiento, como son el respeto, la responsabilidad o la empatía, y resulta cada vez más difícil para los padres mantener unos mínimos límites firmes imprescindibles para el correcto desarrollo de un niño.Cada vez es más difícil para los padres mantener unos mínimos límites firmes, necesarios para el correcto desarrollo
Según han observado en su investigación en la CAV, ¿hay sobrediagnóstico? ¿Sobremedicación?
Ha habido unos años de mucho revuelo con este tema, padres que veían reflejados a sus hijos en la descripción que se ha difundido en diferentes medios de comunicación de manera incontrolable y sesgada de estas características como enfermedad, sectores profesionales que han visto un filón en esto… Los estudios que hemos realizado desde Salud Mental de la CAV, donde ha ido aumentando la demanda por este problema de forma progresiva y desmedida, sí demuestran un exceso de diagnósticos de TDAH, sobre todo por profesionales ajenos a la salud mental infanto-juvenil, con un porcentaje importante de casos que llegan a salud mental con diagnóstico o indicación hacia el TDAH desde pediatría, entorno educativo, medicina privada…, o por propia iniciativa de los padres, que se informan y consideran que su hijo encaja en dicho diagnóstico, y los profesionales de la salud mental lo descartan, describiendo otra problemática que subyace a esas manifestaciones. En cuanto al recurso de la medicación para paliar dichos síntomas, es más que evidente la evolución que ha vivido su prescripción en los últimos años. Los datos son alarmantes. Se recurre desde algunos sectores profesionales de forma excesivamente habitual e indiscriminada a esta opción terapéutica dada la rapidez de su efecto, y gracias a la difusión que se hizo desde los laboratorios farmacéuticos de sus efectos positivos, aun cuando muchos de los ensayos clínicos en los que basan su eficacia se han demostrado ampliamente sesgados de muy diferentes formas.
¿Podría tratarse un número significativo de casos con otro tipo de medidas?
Desde luego. De hecho, tanto el prospecto de los medicamentos con indicación aprobada para TDAH como las guías clínicas de tratamiento (al menos las no sesgadas por la industria farmacéutica) y las recomendaciones de la Agencia Española del Medicamento indican que el tratamiento farmacológico debe emplearse en todo caso como parte de un programa integral que incluya medidas psicológicas, educativas y sociales o familiares, y siempre tras haber probado antes el resto de opciones de tratamiento y que éstas no se hayan mostrado efectivas. Esto no se respeta en muchos casos, pues se recurre a iniciar tratamiento farmacológico desde la misma detección de los síntomas, sin considerar o probar otras opciones, que evidentemente conllevan un tiempo mayor para demostrar resultados, también mayor desembolso económico por no poder ofrecerse de forma generalizada en el ámbito público, al menos con la intensidad necesaria, además de requerir la implicación de los padres, profesores y otros adultos y de la motivación y esfuerzo del niño.
comentarios
0