11.500 implantados cocleares piden respuestas a sus demandas
Cuando el poder hace oídos sordos

El Ministerio de Sanidad sigue sin dar respuesta a los afectados por el oligopolio de los implantes cocleares.

, Madrid
06/10/14 · 8:38
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La espera continúa para los implantados cocleares. Hace ya más de un año Marcos Lechet, fundador de la plataforma Queremos Oír, inició una petición en change.org reclamando la regularización de los importes máximos de estos implantes y su mantenimiento. Tras presentar una remesa de 63.000 firmas, obtuvo el compromiso por escrito del director general de Políticas de Apoyo a la Discapacidad, Ignacio Tremiño, para la elaboración de una nueva norma que regule dichos importes. Lechet logró entrevistarse de nuevo en junio con algunos representantes del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, con la promesa de próximas reuniones y una llamada a finales de verano. Asimismo, el 14 de julio, Sanidad publicó un Proyecto de Orden de Ley para actualizar la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud, entre los que se encuentran los implantes cocleares, pero no concretó una normativa específica para éstos. “No quiero presionar de forma radical ni boicotear empresas, sino recordarles que seguimos aquí, porque tengo la esperanza de que acabaremos lográndolo”, afirma Lechet.

Negocio a tres bandas

El oligopolio del suministro de piezas de implantes cocleares lo comparten tres empresas en España: Cochelar, Advanced Bionics y Med-El. El implante coclear es un procesador que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo, y que son transmitidas a su vez al cerebro permitiendo la audición a personas con ciertos tipos de sordera. La Seguridad Social cubre la primera operación, las averías internas y las renovaciones cada siete años bajo consentimiento médico. Sin embargo, el mantenimiento de las piezas corre por cuenta del usuario, y teniendo en cuenta que el coste del material oscila entre los cien y los 1.500 euros, no cualquiera puede permitírselo. Además, en caso de que el aparato quede obsoleto antes de agotar ese plazo, es también el paciente quien debe abonarlo, lo que, en el caso de personas que precisan llevar dos implantes, puede llegar a costar 20.000 euros.

Pero Lechet no está solo. Virginia y Antonio también luchan por la misma causa. Ambos son implantados cocleares desde hace 16 y 13 años respectivamente. Virginia perdió la audición a los 7 años, como consecuencia de una medicación excesivamente fuerte, mientras que Antonio sufre una enfermedad congénita que afecta a seis de sus ocho hermanos. “Lo que pretendemos es que la renovación no suponga gastos para el usuario. A nadie se le ocurriría pensar que un implantado de marcapasos se quedara sin renovarlo por no tener dinero para hacerlo. También pedimos que el implantado pueda elegir la marca que va a llevar de por vida y que, por tanto, absolutamente todos los centros implantadores dispongan de cualquiera de ellas”, sostiene Virginia. Y es que, si bien las tres marcas licitan por el implante coclear al mismo precio en la Seguridad Social, a la hora de renovar el procesador de voz, la diferencia de precios es notable. Para Antonio “es indispensable poder disfrutar de las condiciones sanitarias adecuadas, sobre todo para los niños, pues para ellos puede suponer un atraso en la escuela o afectar a sus relaciones sociales”.

Si el aparato queda obsoleto antes de siete años el paciente puede llegar a abonar 20.000 euros por renovarloPor su parte, el presidente de la Federación de Asociaciones de Implantados Cocleares de España, Joan Zamora, no cree que la regularización de los procesadores vaya a producirse de la mano del Gobierno. Defiende que son las partes implicadas, en este caso empresas y usuarios, las que han de llegar a un acuerdo. “Nuestro objetivo no radica sólo en el abaratamiento del implante, sino también en la mejora de los servicios, pues nos consta que no se está cumpliendo la normativa: cambio regulado cada siete años, dinamización de las listas de espera, etc. Nuestras proclamas van por dos vías: sociales y administrativas. Lo que hay que hacer es sentarse a negociar para conseguir un modelo loable, como es el alemán”. En ese país, si el implante se estropea, el Estado paga la reparación y, si no tiene arreglo, lo cambia sin ningún coste para el usuario.

En España existen unos 11.500 implantados cocleares, según datos oficiales. Mientras que en países con un mayor nivel adquisitivo los precios son más bajos, nuestro país se encuentra a la cola de sus vecinos europeos en lo que a reducción del gasto del paciente en implantes cocleares se refiere. Desde hace muchos años la lucha por parte de colectivos, asociaciones y personas individuales sigue su camino, a pesar de que las últimas reformas en este ámbito han sido escasas. Algunas de ellas fueron la modificación del catálogo de prestaciones ortoprotésicas o el reconocimiento de la renovación de la parte externa. Pero esas mejoras saben a poco. Quieren, ante todo, poder desarrollar una vida normal sin que de las vicisitudes económicas dependa, y que “la sociedad sea consciente de cuánto puede cambiar una vida cuando oyes el viento”, cuenta Antonio. Aquellos que no quieren vivir en silencio desean fundamentalmente dos cosas: escuchar y ser escuchados.

¿Implante coclear como única alternativa?
 

Remedios Toboso, ex directora de la Confederación Nacional de Sordos de España (CNSE), trabajadora social y persona sorda, recuerda que los implantes cocleares no son la única alternativa que existe. “En este país, los implantes cocleares están planteados como la única solución posible y no es así. Muchas personas no son conscientes de que la operación a la que van a someterse requiere un proceso rehabilitador posterior largo, costoso, penoso; y que, a pesar de todo, seguirán siendo personas sordas. Si el paciente conoce toda la información y decide seguir adelante, de acuerdo, pero ha de saber que no es la única alternativa. Los implantes cocleares no hacen milagros, aunque con niños, por ejemplo, hay experiencias muy exitosas.

En EE UU, el 40% de las personas que cumplen la mayoría de edad se quitan el implante y descubren que con la lengua de signos no hubieran perdido su infancia, su juventud, su vida aprendiendo a hablar”, explica Toboso.

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comentarios

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    Alfonso Simón
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    06/10/2014 - 5:45pm
    Interesante información, recomiendo su lectura, refleja la realidad de los problemas que tenemos los implantados en cuanto a gastos y renovaciones de material.
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    06/10/2014 - 5:17pm
    No es que el poder haga oídos sordos, es que no lo entiende, pues no es lo mismo oir que entender lo que se oye o se lee. Empezando por ahí. No estoy de acuerdo con las afirmaciones de la Sra. Remedios Toboso:&nbsp;<strong style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px; outline: 0px; vertical-align: baseline; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; line-height: 19px; background-color: rgb(234, 234, 235);">En este país, los implantes cocleares están planteados como la única solución posible y no es así</strong> Está demostrado cientificamente que si antes de los nueve años de edad, como mucho y límite, un nacido sordo no recibe los estímulos sonoros adecuados, aunque sea con IC y artificial, no desarrollará el sentido de la audición, lo que es conexiones neuronales, patrones cerebrales, memoria auditiva...&nbsp; Con lo cual si a un prelocutivo se le implanta después de esta edad, oirá pero no sabrá lo que oye. De ahí los supuestos fracasos del IC. No nos confundamos por favor en este punto tan importante. Otras formas de comunicación son posibles y buenas, estupendas, maravillosas. Desde la Lengua de signos, hasta un simple papel y lapiz para quien sepa escribir y leer. Pero son EN SILENCIO SIN SONIDO. Eso hoy por hoy solo lo proporciona un Implante coclear para las hipoacusias profundas de nacimiento o irreversibles. Es lo que hay.
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