El autor explica los riesgos para la salud que implica la incineración de residuos, y se muestra contrario a los planes de aumentar la cantidad de residuos municipales destinados a incineración en incineradoras y cementeras.
La incineración de residuos es defendida por algunas personas, instituciones y grupos de opinión argumentando su capacidad de producir energía a partir de su combustión (ahora la llaman valorización energética); pero, de hecho, la incineración transforma los residuos en gases, partículas en suspensión, aguas contaminadas, cenizas y escorias; estos productos resultantes son más tóxicos que los residuos originales, es decir, la incineración no “elimina” los residuos sino que los concentra.
Los productos o residuos resultantes de la incineración se pueden dispersar por el medio ambiente: el aire, el suelo y el agua y, a través de este medio, llegar a los alimentos y las personas. Las cenizas de los filtros se deben llevar a vertederos de residuos peligrosos. La normativa vigente permite la utilización de las escorias en la fabricación de cemento o en obra pública, pese a que no se controlan las dioxinas, furanos y otros Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs). La incineración también genera aguas contaminadas de los sistemas de lavado de la depuración de gases que es preciso tratar.
Además, estos productos resultantes de la incineración contienen partículas en suspensión, muchas de ellas de medida muy pequeña (ultrafinas) que pasan fácilmente a los pulmones y de allí a la sangre. Entre estas partículas se encuentran: metales pesados, compuestos orgánicos volátiles, dioxinas y furanos, dióxidos de azufre, monóxido y dióxido de carbono y otros compuestos transportados por ellas. La mayoría de estos productos son tóxicos, tienen efectos cancerígenos y teratógenos además de formar parte de la etiología de muchas enfermedades, unas conocidas y otras emergentes, incluso a bajas concentraciones, por causa de su bioacumulación y su persistencia en el organismo.
Aun cuando las nuevas incineradoras e industrias cementeras que han empezado a incinerar residuos urbanos, incorporaran mejoras tecnológicas en los sistemas de retención de partículas y contaminantes, hay que tener presente que, independientemente de la tecnología adoptada (de parrillas, de cama fluidizante, de tambor rotatorio, etc) se producen miles de sustancias contaminantes nuevas, de las que solamente el 10-20% son conocidas. Su formación depende, entre otros, del material que se destina a la combustión, de la temperatura registrada y de la mezcla totalmente casual de las substancias en los hornos. Desde este punto de vista los residuos municipales pueden ser los más peligrosos por la extrema heterogeneidad que los caracteriza.
Los dispositivos de control de la contaminación de todos los procesos de incineración capturan y concentran los contaminantes, pero no los “eliminan”, y así, aunque no hubiera incidentes en estos dispositivos, los contaminantes son transferidos a otros medios. Aunque se utilice la mejor tecnología de filtraje y depuración sabemos que puede haber roturas y accidentes, y más a medida que la instalación va envejeciendo. Hay antecedentes suficientes de vertidos graves de contaminantes a la atmósfera.
Existe una contradicción entre el desarrollo de Planes para la mejora de la calidad del aire en grandes ciudades y Áreas Metropolitanas, que pretenden la reducción de la contaminación atmosférica, sobre todo de partículas y de óxido de nitrógeno en concentraciones superiores a los niveles fijados por las directivas europeas, y la propuesta de aumentar la cantidad de residuos municipales destinados a incineración en incineradoras y cementeras.
Alternativas sostenibles
Existe una amplia experiencia con otros modelos de gestión de residuos municipales que disminuyen significativamente los riesgos para la salud y el medio, y son más sostenibles: la minimización en origen (de envases, bolsas de plástico, etc.), la reutilización, la clasificación en origen, la recogida selectiva, el reciclaje de calidad, el compostaje y la recuperación energética mediante digestión anaeróbica de la materia orgánica. Este modelo reduce las necesidades de materias primas, ahorra energía, minimiza los efectos sobre el clima, los efectos negativos sobre la salud y el medio, no tiene los elevados costes de inversión y mantenimiento de la incineración y, por el contrario, crea muchos más puestos de trabajo. Efectivamente, no es el camino “fácil” de las soluciones de final de cañería (vertederos e incineración), sino que se trata de impulsar con decisión esta nueva cultura a toda la población y superar las dificultades.
Pensamos que la incineración no debe coexistir ni ser complementaria con los modelos preventivos. Si invertimos elevadas cantidades en plantas incineradoras será necesario amortizarlas y quemar residuos en su máxima capacidad. Multiplicar el volumen de residuos incinerados resulta del todo contradictorio con la estrategia de seguir avanzando en el modelo de reducir, reutilizar y reciclar.
El artículo completo ha sido publicado dentro de la revista Mujeres y Salud MyS, editada por la Red de Mujeres Profesionales de la Salud CAPS (Centro de Análisis y Programas Sanitarios).
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