MÉXICO // 2.377 ASESINATOS EN 2010
Ciudad Juárez, la esperanza en el desierto

A pesar de los asesinatos en la ciudad mexicana, se
han extendido los actos de protesta y denuncia de la
impunidad de la que disfruta el crimen organizado.

23/02/11 · 10:00
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El 31 de enero, en Ciudad Juárez,
cientos de personas se reunieron
para recordar la masacre acontecida
hace un año que concluyó con el
asesinato de 16 estudiantes, en su
mayoría menores de edad. En la
madrugada de ese domingo del año
2010, un comando armado irrumpió
en una fiesta en la colonia de
Villas de Salvárcar y sin mayor explicación
acribilló a los jóvenes que
estaban reunidos allí. El impacto
de esa enésima masacre fue tremendo.

No sólo por el evidente dolor
provocado a los familiares de
las víctimas y a la sociedad entera,
sino sobre todo porque fue el principio
de una larga serie de asesinatos
que tuvo como objetivo a jóvenes
estudiantes de esta y otras ciudades
de México.

Las declaraciones del presidente
de México, Felipe Calderón, no hicieron
más que aumentar la tensión
de aquellos días. Desde Japón,
donde se encontraba de viaje oficial,
tuvo la osadía de declarar que
la masacre no era otra cosa que un
ajuste de cuentas entre bandas de
pandilleros. La reacción no se hizo
esperar, y es quizás por esa reacción
por lo que hoy, en Ciudad
Juárez, a pesar de la tremenda ola
de violencia, la gente ya no tiene
miedo. Las reacciones de la sociedad
civil, que han comenzado por
las mujeres –madres, hermanas e
hijas de los asesinados–, no dejaron
de responder cada injusticia
perpetrada por el crimen organizado,
pero sobre todo por la ineficiencia
y las múltiples omisiones
de las autoridades mexicanas que
aquí, en Juárez, han dejado sustancialmente
en manos de los pistoleros
y de los grandes capos del narco
la gestión del territorio.

“La guerra al narcotráfico”

De esta forma, los periódicos mexicanos
e internacionales pintan
Juárez como la ciudad más violenta
del planeta. Así la describen
también las estadísticas acerca del
número de personas asesinadas
cada año, cada mes, cada día.

Según datos oficiales, ofrecidos a
principios de este año por el secretario
técnico de Seguridad Nacional,
Alejandro Poiré, en la ciudad
fronteriza de México han sido asesinadas
2.377 personas en 2010.

Dichas muertes serían parte de los
más de 15.000 asesinatos relacionados
con la llamada “guerra al
narcotráfico” registrados el año pasado.

De ese total asombroso y que
muestra una aumento vertiginoso
de muertes relacionadas con los
cárteles del narcotráfico en relación
al año anterior –1.462 en
2009–, una tercera parte habría
ocurrido en el Estado de
Chihuahua, donde Ciudad Juárez
se encuentra.

Los ‘juventicidios’

Sin embargo, estos datos no logran
describir plenamente la realidad de
esta ciudad incrustada en el desierto
y que hoy está completamente en
mano de la criminalidad organizada.

El escritor y periodista estadounidense
Charles Bowden publicó
recientemente un libro que describe
con tremenda crudeza la situación.
En La ciudad del crimen
Bowden define las frecuentes muertes
en Juárez como “un estilo de vida”
y comenta que sus habitantes,
los juarenses, hoy no se preocupan
del problema de la muerte en sí, sino
de lo que les puede pasar antes
de morir. Tortura, degollamientos,
descuartizamientos, y todo tipo de
vejaciones que se le pueden hacer a
un cuerpo humano son las huellas
de estos asesinatos por mano, oficialmente,
de los cárteles de la droga,
que se pelean por el control de
uno de los territorios más codiciados
por los negocios ilícitos, promovidos
por el ya débil cártel de Juárez
y su mayor contrincante, el famoso
capo Joaquín “el Chapo” Guzmán
Loera.

De la misma manera, los datos
oficiales tampoco logran describir
plenamente otras muertes que recorren
las acosadas calles de la ciudad.

Éstos son los asesinatos de
mujeres, los llamados feminicidios;
las muertes de jóvenes –el llamado
‘juventicidio’– por mano de la delincuencia,
pero también por parte
de las fuerzas del orden llamadas a
garantizar la seguridad en el territorio.

A esta lista se suman las
muertes de migrantes anónimos en
su recorrido final a Estados Unidos
y, por último, los asesinatos de periodistas.

Es igualmente difícil describir
otros “efectos colaterales” de
tanta violencia, como son las, al
menos, 15.000 viviendas abandonadas
por ciudadanos que, frente a
la muerte, optan por abandonar la
ciudad.

En cuatro años de mandato –desde
diciembre de 2006–, el Gobierno
federal mexicano ha logrado implementar
cuatro programas especiales
para la ciudad. El primero fue
lanzado el 27 de marzo de 2008
cuando el ejecutivo oficializó el Plan
Conjunto Chihuahua, que llevó al
ejército mexicano a ocupar las calles
de esta y otras ciudades del
Estado. El fracaso evidente de esta
estrategia impulsó que en enero de
2010 el Gobierno promoviera un segundo
plan basado en la presencia
de la Policía Federal (PF) en Juárez.

Sin embargo, la matanza de Villas
de Salvárcar obligó al Gobierno a
impulsar una “estrategia global” para
la ciudad: “Todos somos Juárez”.
El programa, fundamentado en
operativos policíacos junto a otros
“programas sociales” de gran impacto,
cumplió un año en este mes
de febrero y, según admiten las autoridades,
fracasó.

Hoy, tras la muerte del alcalde
de la ciudad causada por el error
de la PF que se encargaba de la labor
de escolta, el Gobierno lanza
el enésimo plan de seguridad que
prevé, entre otras cosas, “mantener
al ejército en las calles de
Ciudad Juárez”. No obstante, la
confianza de la población en la autoridad
se perdió hace mucho
tiempo. Eso sí, queda la esperanza
generada por la renovada voluntad
de lucha y rescate que la ciudadanía
está demostrando. Dos luchadoras
sociales se han quedado
en el camino: Josefina Reyes, asesinada
el 3 de enero de 2010, y
Susana Chávez, asesinada el 11 de
enero. Sin embargo, ya lo dijimos:
los juarenses han perdido el miedo
y el futuro aparece cada vez
más en sus manos.

LOS FEMINICIDIOS, NO SÓLO OCURREN EN CIUDAD JUÁREZ

Ciudad Juárez se ha vuelto
tristemente famosa a partir de
finales de los años '90, cuando
los datos acerca del llamado
feminicidio comenzaron a
describir un patrón del fenómeno.

Los cárteles del narcotráfico,
el patriarcado, los ritos
satánicos, el tráfico de órganos,
las películas snuff, los
asesinos en serie, los 'sexoturistas'
de la vecina ciudad
estadounidense de El Paso, la
maquiladora. Todos culpables,
según distintos análisis y puntos
de vista.

Sin embargo, a pesar de la
deficiencia de datos fidedignos,
debida a la falta de voluntad
política de los Gobiernos
locales de registrar el fenómeno,
a su difícil tipificación y a
la dificultad de «distinguir» las
decenas de muertes que ocurren
diariamente en el país, es
posible afirmar que no sólo
Juárez es teatro de este tremendo
delito.

Según el Instituto Ciudadano
de Estudios sobre la Inseguridad
(ICESI) en más de 80
municipios del Estado de México,
colindante con Ciudad de
México, la tasa de homicidios
dolosos contra mujeres es
superior a la media nacional, y
en Toluca -capital del Estado-
los índices son superiores a los
de Ciudad Juárez. Estas estadísticas
desmienten la creencia
de la posesión del récord de
Juárez. Además, se presentan
los datos ofrecidos por el
Observatorio Ciudadano Nacional
contra el Feminicidio
(OCNF), el cual reporta que en
2009, de los 459 feminicidios
registrados, 89 habrían sucedido
en el Estado de México,
seguido del norteño Chihuahua
(71), el Distrito Federal (46) y
el norteño Baja California (45).

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