La televisión pública catalana emitía desde 1983 gracias a los repetidores de Acció Cultural del País Valencià (ACPV), que ha sido multada por el Govern valenciano con 600.000 euros por negarse a cerrarlos.
- Movilización en Valencia a favor de la TV autonómica catalana. Foto: Pau Orts.
La única televisión íntegramente en
lengua propia que recibían los valencianos
dejó de verse el 17 de febrero
por las multas que ha impuesto el
Consell a la asociación cultural que
trajo la señal de TV3 hace 28 años.
Acció Cultural del País Valencià
(ACPV), una de las entidades valencianas
más importantes en promoción
cultural y lingüística, ha sido
castigada por el gobierno de Francisco
Camps (PP) con multas que ascienden
a 600.000 euros por negarse
a cerrar los repetidores que traían la
señal desde el norte. Si no lo hacían
antes del 20 de marzo, la sanción se
incrementaría cada quince días en
60.000 euros más.
El Consell modificó la Ley 1/2006
de la Generalitat, del Sector Audiovisual
a través de la Ley 16/2010 de
27 de diciembre de Medidas Fiscales,
de Gestión Administrativa y Financiera
y de Organización de la Generalitat.
Con esta nueva norma, la
Consellería de Justicia amenazaba a
ACPV con multarla con otros
120.000 euros si no cesaban las emisiones
de TV3 el 17 de febrero.
ACPV
decidió entonces apagar la señal.
De poco sirvieron las más de
650.000 firmas de apoyo que ACPV
presentó en 2010 a la Iniciativa
Legislativa Popular Televisió sense
Fronteres, que fue torpedeada por el
PSOE para que no se debatiera en
las Cortes Valencianas. El Gobierno
central se negó también a ceder un
nuevo múltiplex para la reciprocidad
de las cadenas autonómicas valencianas
y catalanas.
En cambio, la Comisión del Mercado
de Telecomunicaciones (CMT)
concluyó días después –tras una consulta
de una empresa privada también
multada según la nueva norma
del Consell– que la Generalitat no tiene
potestad para sancionar a Acció
Cultural del País Valencià (ACPV)
porque los repetidores con los que
emite son competencia estatal y no
autonómica al considerarlos “comunicaciones
electrónicas”.
El Consell
dijo no aceptar esta resolución y
ACPV, aunque trate de reconducir la
situación en base al dictamen de la
CMT, deberá abonar la multa.
El fin de las emisiones de los canales
catalanes en el País Valencià
tuvo una rápida y contundente respuesta
ciudadana: tres concentraciones
en una semana en Valencia,
una de las cuales reunió a unas
4.000 personas, 15.000 en Castelló
y muchas otras protestas a lo largo
del territorio organizadas a través
de las redes sociales.
Éstas demostraron
el interés que la televisión
catalana despierta entre los valencianos.
A la vez, las protestas por
TV3 sirvieron para retomar la reivindicación
de una televisión pública
valenciana que cumpla su función
de servicio público, promover
la lengua propia y que deje de estar
al servicio del PP.
El día siguiente del apagón de TV3,
distintos foros de internet anunciaron
un ataque masivo de protesta
contra las webs del PP valenciano y
de la Generalitat, que estuvieron
prácticamente todo el día bloqueadas
por la acción de los hackers. El
Govern anunció que investigaría la
autoría de dichos ataques y que denunciaría
a los responsables, a los
que calificó de “terroristas”.
La ‘catalanofobia’
El discurso catalanófobo es uno de
los rasgos distintivos de la derecha
valenciana desde el Franquismo.
Ante las reivindicaciones nacionalistas
valencianas, estrechamente
ligadas a Catalunya, con quien
comparten lengua y cultura, la derecha
franquista azuzó el miedo a
un “imperialismo catalán” que supuestamente
pretendía “apropiarse”
de las señas de identidad valencianas,
para despertar una bestia
que todavía hoy azota cualquier iniciativa
valencianista que no reniegue
de sus lazos con Catalunya.
El nombre de la lengua (‘catalán’ para
denominar el conjunto de la lengua,
y ‘valenciano’ para su variante
valenciana) ha sido el eje de la polémica
durante todos estos años, a
pesar de no existir ninguna duda
académica de que se trata de la misma
lengua.
Aunque existe, además
del nacionalismo catalanista, un
nacionalismo estrictamente valenciano,
éste no reniega de la unidad
de la lengua ni de la vinculación
histórica y cultural con el resto del
área lingüística.
Es por esto que las desorbitadas
multas a ACPV se interpretan como
una ofensiva del PP contra la
entidad, uno de los motores clave
del nacionalismo valenciano y de
la normalización lingüística. Sin
embargo, las numerosas muestras
de solidaridad y las quejas de intelectuales,
académicos, artistas y
del sector audiovisual valenciano
han forzado al PSOE a denunciar
ante la Comisión Europea el apagón
de TV3, así como al presidente
de la Generalitat Catalana, Artur
Mas (CiU), a pedir una reunión con
su homólogo valenciano, Francisco
Camps, para tratar el tema, a lo
que éste se ha negado al considerar
que “sólo interesa a una minoría”.
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