El 3 de febrero empezó el año del conejo, según el calendario chino. Un año más para todas las comunidades chinas desperdigadas por el mundo. En el Estado español, los primeros inmigrantes procedentes de China comenzaron a asentarse en 1975, abriendo restaurantes en las principales ciudades. En la actualidad
hay alrededor de 300.000 chinos en todo el Estado desempeñando trabajos de lo más diverso. En Madrid viven cerca de 50.000 y, aunque son una de as comunidades inmigrantes más antiguas en la ciudad, cada año nuevo chino las caras de sorpresa se repiten entre los transeúntes que presencian sus pasacalles.
“La mafia china los explota a todos”, “sólo viven para trabajar”, “sus restaurantes son sucios y no sabes lo que comes”... Son algunos de los comentarios que casi todos hemos escuchado de vecinos, amigos y que incluso nosotros mismos hemos reproducido. El boca a oreja funcionó y la mala fama les ha perseguido hasta la actualidad.
Pero estas generalizaciones, como todas, son sólo eso, generalizaciones, y no representan en absoluto la realidad de todos los chinos. Incluso su tan difundido ‘hermetismo’ se desvanece cuando te acercas a preguntar con curiosidad a cualquier negocio, centro de mayores o escuela china.
Es cierto que el idioma es un muro infranqueable en muchas ocasiones, pero después de 36 años ya hay varias generaciones de chinos nacidos en Madrid que hablan el castellano perfectamente. “Los periódicos siempre hablan mal de nosotros”, afirma Carolina, propietaria de un restaurante en el barrio de Latina. Y, rebuscando en las hemerotecas, cualquiera podría llegar a la misma conclusión.
La mayor parte de las noticias publicadas en los últimos años sobre la comunidad china en Madrid aparecen en la sección de sucesos. Y, si bien es cierto que esas noticias son reales, son sólo una ínfima parte de la vida cotidiana de esta comunidad: bares, comercios, escuelas, festividades, concursos de belleza y un largo etcétera componen su día a día.
Un día a día compuesto por un mosaico inmenso de pequeñas realidades. Como en casi cualquier comunidad, hay gente rica y muy rica con fortunas obtenidas con medios de dudosa legalidad, trabajadores y trabajadoras que subsisten con trabajos precarios, artistas y hombres de negocios..., nada nuevo que contar.
Otro tema son las negociaciones internacionales, los tratados y un largo etcétera de grandes decisiones fuera del alcance de las personas que conforman esta comunidad. A principios de enero, una delegación china encabezada por el viceprimer ministro, Li Keqiang, visitó Madrid y fue recibida con gran expectación por políticos y empresarios españoles.
Y es que desde que China se ha convertido en la segunda economía del mundo, superando a la japonesa y sólo por detrás de la de Estados Unidos, los representantes de su Gobierno son tratados con todo tipo de atenciones en los países que visitan, y apenas se les recuerdan las críticas internacionales relacionadas con los derechos humanos, el medio ambiente o la libertad de expresión en su país.
Pero lejos de allí, a 9.000 kilómetros, la mayor parte de la comunidad china residente en Madrid intenta construir su presente y futuro con el trabajo diario.
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