Soterramientos eléctricos en Cos y Herrera de Ibio
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CLAUDIO

Parece que, definitivamente,
las autoridades se toman
en serio el espectáculo
antiestético de los
cables eléctricos arrollando el espacio.
Empieza a molestar la visión

04/06/08 · 22:16
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CLAUDIO

Parece que, definitivamente,
las autoridades se toman
en serio el espectáculo
antiestético de los
cables eléctricos arrollando el espacio.
Empieza a molestar la visión
de los cables aquí y allá, y
una nueva óptica se vislumbra en
el gusto casi siempre perdido de
quienes tienen en su mano la decisión
de acabar con semejante
nudo gordiano.

Como moda o como convencimiento,
lo importante es que estos
cables den con sus huesos en el
suelo y queden soterrados bajo las
calles y los caminos, que sigan
dando servicio, pero sin afear con
su conducta. Progreso sí, y necesidad
cubierta también, pero procurando
no hacer de los pueblos un
símil de polígono industrial o de
subestación eléctrica.

Y aquí llega pues la disyuntiva.
¿Habrá que elegir entre preferir los
cables por el aire, o los cables soterrados?
Para quienes hemos pedido
a gritos este tipo de actuaciones,
que considerábamos necesarias
para conservar el entorno un
tanto armonioso, se nos plantea
ahora algo con lo que no contábamos.
Tal vez sea peor el remedio
que la enfermedad. Pedimos a las
autoridades, técnicos y diseñadores
que se encargan de estos asuntos,
tengan a bien orientarse un poco
sobre lo que es la estética de los
pueblos y aldeas, y no se pierdan
en querer poner las más variadas y
absurdas panoplias del mal gusto.
Un paseo por Ruente puede ponerles
al tanto de lo que se es capaz
cuando de lo que se trata es
de soterrar los cables prescindiendo
de la conservación del entorno.
Las pequeñas tejavanas
pseudorústicas (ladrillo caravista,
teja nueva, puertas metálicas)
para ocultar los contadores de las
viviendas, confieren a la atmósfera
rural un aspecto muy negativo.
Y peor aún, derrochando desinterés
por todos los poros, ese
engendro metálico azul y blanco,
con diseño de caja de caudales,
cuyo fin posiblemente sea ocultar
un transformador de descomunales
dimensiones, semejante
a la caja de un camión frigorífico,
impactando gravemente en el espacio
donde se instala.

Si el Ayuntamiento de Mazcuerras
y la Consejería de Desarrollo
Rural, Ganadería, Pesca y Biodiversidad,
como parece ser, va a soterrar
los cables en los pueblos de
Cos y Herrera, además de solicitarles
el cambio de los innumerables
postes de hormigón por un diseño
de faroles acorde con la idiosincrasia
rural, o de esos registros y contadores
con tapas de plástico por
otros de materiales y colores más
discretos, también abogamos porque
estos contenedores de tan dudoso
gusto sean ocultados en una
especie de caseto de piedra, tejado
a un agua (preferentemente con teja
de fabricación manual) y puertas
de madera con localizaciones
más respetuosas e integradas en el
entorno. Cualquier ejemplo tomado
de los edificios tradicionales es
suficiente para ello, sin necesidad
de que ningún diseñador le saque
los cuartos al Ayuntamiento, a
cambio de algún engendro mental.

También pediríamos que, si estos
nuestros deseos se cumplen y
se construye la susodicha tejavana,
se huya, como del lobo, de esas
construcciones que mal imitan lo
rural, parodia de lo auténtico, y se
eviten los horribles rejunteados de
la piedra, las escuadrías perfectas
en las maderas y los adornos fuera
de lugar: cabrios y vigas salientes
con molduras, tejas sobre los hastiales
caídas sobre éste, ocultación
de la ripia, etc. Lo dicho: dénse un
paseo por nuestros pueblos, con
una cámara de fotos bajo el brazo.
Es suficiente armamento.

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