"PANORAMA // LA LUCHA DE LAS ""ROJAS"" CÁNTABRAS EN LOS ÁMBITOS PÚBLICO Y PRIVADO"
Mujeres republicanas en Cantabria: una historia por escribir



Hay una historia de mujeres cántabras
en la segunda República y la
Guerra Civil por hacer. Se deberían
rescatar saberes sobre las formas de
supervivencia específicas del género
en el ámbito de lo privado y conocimientos
acerca de la entrada en esa
‘mayoría de edad’ que consistió en

14/02/08 · 0:00
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Hay una historia de mujeres cántabras
en la segunda República y la
Guerra Civil por hacer. Se deberían
rescatar saberes sobre las formas de
supervivencia específicas del género
en el ámbito de lo privado y conocimientos
acerca de la entrada en esa
‘mayoría de edad’ que consistió en
cierto reconocimiento en el ámbito
de lo público. En ese cruce de ámbitos
se juega la memoria histórica, en
el del reconocimiento público de luchas
y dramas privados, personales
y, a la vez, políticos.

En Cantabria es difícil recorrer la
estela de las ‘rojas’. Tal genealogía
arrancaría, como mínimo, con el derecho
pleno al sufragio femenino
que se consigue en España en 1931,
gracias a una única defensora en Las
Cortes, Clara Campoamor (de ascendencia
cántabra). En las elecciones
de 1933 es elegida por ‘las izquierdas’
Matilde de La Torre, periodista
y militante socialista que goza,
como caso excepcional, del reconocimiento
de una calle con su
nombre en Cueto. Muere en 1946 en
el exilio. Matilde Zapata lidera las
Juventudes Socialistas Unificadas,
da conferencias feministas en el local
de Magallanes y es propietaria
del diario de izquierdas La Región.
Será fusilada en 1938. En el pueblo
de Los Corrales de Buelna destaca
Guadalupe Fernández Pérez, encarcelada
y procesada en 1935 y fusilada
por el Franquismo en 1937.

Durante la Guerra Civil las mujeres
desempeñaron labores típicamente
femeninas como costureras
y enfermeras, que aún no disponen
de suficiente reconocimiento pero
implicaron represalias. Otras escogieron
opciones más ‘públicas’:
guerrilleras como Raquel Pelayo,
montadoras de armas como la anarquista
Modesta Martínez Hiedra y
milicianas cántabras que defendieron,
fusil en mano, su tierra frente a
los sublevados.

Acabada la guerra se abre la causa
general para contabilizar las víctimas;
sin embargo, ni las bajas en
combate ni las producidas a lo largo
de la represión posterior fueron correctamente
evaluadas. La Ley de
Memoria Histórica debería impugnar
esa carencia. Según los datos
que aporta J. R. Saiz Viadero en
Damas ilustres, mujeres dignas, “se
puede adelantar que más de medio
centenar de mujeres fueron fusiladas
o ‘paseadas’ entre 1937 y 1951
en Cantabria y otras tantas murieron
en cárceles franquistas (Salesas,
Oblatas, Grupo Ramón Pelayo, Saturrarán)”.
Las mujeres encarceladas
hubieron de sufrir toda serie de
vejaciones: desde los cortes de pelo
al cero a los insultos y, por supuesto,
las violaciones. Este último fue el caso
de Fidelita Díez, violada en 1937
por cinco falangistas en la cárcel de
Torrelavega: un ultraje al que habitualmente
se ha sometido a las mujeres
por el hecho de serlo. Mujer y
roja: mala combinación ante los sublevados
fascistas.

Tejida en idas y venidas desde lo
público a lo privado, hay una historia
por hacer en honor de aquellas
mujeres que sembraron el camino
que hoy podemos transitar.

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