ENTREVISTA // ALEJANDRO MAZORRA, SECRETARIO GENERAL DE UGAM Y PRESIDENTE DEL CRAE
“Hay que utilizar nuestro suelo para alimentar a las personas que viven en él”

Tras dos decenios en declive, la actividad agraria
de Cantabria afronta el porvenir con la incertidumbre
habitual. La agricultura ecológica podría
constituir un revulsivo económico y social, pero
apenas tiene arraigo y existen intereses
enfrentados para su implantación. En DIAGONAL
CANTABRIA hablamos de estos asuntos con
Alejandro Mazorra, secretario general del sindicato
agrario UGAM-COAG (Unión de Ganaderos
y Agricultores Montañeses) y presidente del
CRAE (Consejo Regulador de la Agricultura
Ecológica) en Cantabria.

14/02/08 · 0:00
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ALEJANDRO MAZORRA. En la sede del sindicato agrario UGAM-COAG / Nacho Modinos

DIAGONAL CANTABRIA: ¿Cuál es
para ti la situación del campo en
Cantabria?

ALEJANDRO MAZORRA: Cantabria
es una comunidad eminentemente
ganadera. Hemos perdido
18.000 ganaderos en estos 20 años
de reconversión y ahora parece que
se respiran mejores vientos. En una
parte del sector se está viviendo una
situación muy buena. Una subida de
la leche al productor de casi el 50% y
una subida de las novillas que puede
superar ese 50%. Con lo que los ingresos
de los ganaderos de leche, lo
mismo criadores que productores,
son muy importantes después de dos
decenios de precios estabilizados.
No obstante los ganaderos no creen
que estas medidas vayan a ser duraderas.
Estamos dentro de un sistema
liberal que nos va a dar unos precios
altísimos en caso de falta de producto
y unos precios bajísimos en caso
de aumento de la producción.
Además de la leche hay ganaderos
de carne de vacuno, unos pocos cunicultores,
unos pocos de porcino y
varios avícolas, pero estos últimos
con muy pequeñas producciones.
Están muy afectados por la gran subida
del precio de los cereales, que
ahora se emplean para biocarburantes
más que para piensos.

D.C.: ¿Qué soluciones se plantean
desde vuestro sindicato?

A.M.: Desde UGAM-COAG estamos
planteándonos un mercado distinto
al existente, llegando a acuerdos con
los propios consumidores si pudiera
ser. Creemos que la clave de esta situación
está en el intermediario. Que
el productor no tiene que cobrar ni
mucho ni poco, sino lo necesario para
vivir y producir alimentos, y no
productos comerciales. En UGAM
tenemos el planteamiento político,
social o económico de que es necesario
utilizar nuestro suelo para producir
la comida que alimente a las personas
que viven en él. Si esto se globaliza
de una manera tremenda y se
va hacia una producción única no sería
correcto. Tendrían que ser unas
explotaciones tremendamente competitivas
que dejarían muy poca gente
en los pueblos y que irían en contra
de las decisiones marco medioambientales.

D.C.: La agricultura y ganadería
ecológica contempla un modelo
agrario ligado al territorio y apto para
pequeñas producciones. ¿Podría
ser una solución al abandono de la
actividad rural?

A.M.: La agricultura ecológica no
depende tanto de los piensos ni de
las compras a larga distancia, sino
que se plantea una ganadería con
un equilibrio entre el animal y el
suelo (o entorno). Por tanto, estas
subidas de los cereales y del combustible
le afecta en un porcentaje
mucho menor que a la ganadería
convencional.
Creemos que la única manera de
que el ganadero y el agricultor se dediquen
a producir alimentos para la
población es hacer una ganadería y
agricultura ‘vigilada’ que no utilice
productos que logren crecimientos
espectaculares en los animales o en
la producción pero que perjudican al
consumidor final.
Esto supondría un coste ligeramente
mayor pero estaría premiado
con una calidad muy superior del
producto final. Además eso crearía
una situación más favorable para el
medio ambiente y la problemática
existente en estos momentos. También
fijaría una población rural, ya
que aumentaría la mano de obra directa
de las explotaciones, que tienen
que trabajar tanto con los animales
como con el terreno.

La agricultura ecológica

D.C.: ¿Cuál es la situación de la agricultura
ecológica en Cantabria?

A.M.: Yo la veo muy pobre, tanto en
cantidad de producción como en
cantidad de consumo. No hay cultura
de producción ecológica. Parece
que la ecología va aparte del
territorio, de la gestión del suelo,
del agua y del aire; y no es así, no
hay ningún ‘aparte’.
En estos 20 años de reconversión
hemos pasado de ser unos productores
naturales ‘a pelo’ a ser unos
productores semi o totalmente industriales.
Esto, unido a las prácticas
de la industria de transformación,
reduce notablemente la calidad
de los productos.
En este contexto la gente se cree
que la agricultura ecológica supone
volver atrás, cuando en realidad es la
más moderna y la más innovadora
que pueda haber en estos momentos.
Nuestro criterio es desarrollar
una agricultura con normalidad como
una opción más. De momento
es una opción difícil porque al haber
pequeñas cantidades se encarecen
los costes.

D.C.: La exportación se plantea como
una solución a los problemas de
comercialización de productos ecológicos,
pero esto va en contra de los
principios de la normativa de la agricultura
ecológica. ¿Cómo se vive esta
disyuntiva?

A.M.: En el CRAE (Consejo Regulador
de la Agricultura Ecológica)
de Cantabria yo soy el presidente,
pero soy el presidente de nada.
Hay un conflicto de intereses entre
lo que se cree desde la Consejería
(que es quien pone el presupuesto
y quien manda) y lo que
creemos que deberíamos hacer los
productores (incluso junto a los
consumidores).
Nosotros no pensamos que las
cosas tengan que llevarse fuera. Es
una agricultura orientada hacia distancias
cortas, tanto en lo que se
consume como en lo que se produce.
Ésta es una regla para ahorrar
energía, razonable y natural. Únicamente
en aquellos productos que
no se pueden consumir en la región
porque haya una sobreproducción
(que sí podría haberla en la carne
de vacuno y la leche) debería plantearse
la exportación. Pero el resto
de cosas buenas que tenemos deberíamos
plantearnos que se consumieran
directamente aquí.

RED DE SEMILLAS: RECUPERAR, CATALOGAR Y REPRODUCIR BIODIVERSIDAD
_ Actualmente la mayor parte de
los agricultores ya no producen
ni guardan sus propias semillas.
De este modo se hacen dependientes
de multinacionales que
monopolizan los primeros eslabones
del mercado agroalimentario.
La base de la alimentación
mundial está sujeta a los
intereses económicos de unas
pocas empresas.
Su política es la de los monocultivos,
las semillas híbridas,
las variedades sintéticas y los
organismos modificados genéticamente
(transgénicos). Así se
va incrementando el círculo
vicioso que contamina el planeta
y pone en entredicho la soberanía
alimentaria.
La biodiversidad es un elemento
fundamental para conseguir
un sistema agrícola
estable y equilibrado, donde
se minimicen los problemas
de plagas, enfermedades o
calidad de los alimentos.
Las variedades locales de productos
hortofrutícolas han sido
mantenidas y seleccionadas,
año tras año, por los agricultores
de cada región durante siglos.
Estas variedades presentan unas
ventajas incuestionables:
- Tienen un alto grado de adaptación
a las condiciones ambientales,
mucha resistencia a las enfermedades
y gran eficiencia en el
aprovechamiento de los recursos.
- No es necesario modificar las
condiciones del suelo o del clima
con fertilizantes químicos, fungicidas,
plaguicidas o invernaderos
para optimizar la cosecha.
- Es más sensato, barato y saludable
adaptarnos al medio, en
vez de intentar modificarlo a nuestro
antojo.
- Tienen una gran variabilidad
genética y capacidad para perpetuarse
y mantenerse en el tiempo.
􀀛 Se van adaptando a las condiciones
ambientales a medida
que éstas van cambiando y son
capaces de garantizar la soberanía
alimentaria al no depender
de casas comerciales.
- Dan productos de alta calidad
nutricional y hacen pervivir
la cultura rural recuperando la
tradición agraria.
Agricultores ecológicos de todo
el mundo van generando una
forma de actuación en respuesta
a los planteamientos
devastadores de la agricultura
convencional.
La Red de Semillas de Cantabria
(integrada en la Red Estatal
«Resembrando-Intercambiando»)
recupera, cataloga y reproduce
variedades vegetales de
su zona de influencia. Agrupa a
personas interesadas en mantener
la biodiversidad agrícola,
intentando salir de un entramado
comercial que presiona a las
instituciones para dificultar la
libre circulación y propagación
de variedades locales.
Junto a los productores agrícolas,
es imprescindible el papel
de los consumidores. Consumiendo
variedades locales, se
conserva la biodiversidad.

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