MEMORIA HISTÓRICA: FEMINISMOS EN CANTABRIA
Del ‘mujerismo’ invisible al imprescindible feminismo
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En 1913, María Echarri funda en
Cantabria el sindicato femenino de
la aguja de La Inmaculada. Posteriormente
será una de las defensoras
del voto femenino. Aunque dicha
asociación se funda bajo el auspicio

10/04/08 · 0:00
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En 1913, María Echarri funda en
Cantabria el sindicato femenino de
la aguja de La Inmaculada. Posteriormente
será una de las defensoras
del voto femenino. Aunque dicha
asociación se funda bajo el auspicio
de la iglesia católica, en un ambiente
de paternalismo, mejora las condiciones
de vida de las trabajadoras,
exige educación integral para las
mismas y, ante todo, da voz y pone a
las mujeres en contacto en un contexto
reivindicativo. En las izquierdas,
pese a la participación progresiva
de mujeres, los partidos no asumen
la ‘cuestión femenina’. Las mujeres
carecen de voz en los entornos
mixtos y faltan espacios independientes
en los que tratar problemas
específicos. El Ateneo de Santander
promociona, por su parte, el ‘mujerismo’
mediante conferencias sobre
mujeres hechas por mujeres.

Ya en la II República, en 1931, el
derecho al sufragio se amplía y la
universalidad es, al fin, plena. Se promueve
la educación de la mujer y su
actividad en la vida pública. En 1933
se produce la ‘Semana de Agitación
Femenina’. En los partidos y asociaciones
progresistas empiezan a prosperar
los grupos de féminas.
Pero, tras la Guerra Civil, el derecho
a voto desaparece junto con todos
aquellos otros (divorcio, matrimonio
civil...) que habían supuesto
un atisbo de independencia femenina.
No se recuperará hasta 1977.

El patriarcado conjuga perfectamente
con la dictadura. El virus de la
‘femineidad’ se inocula a través de la
propaganda del Movimiento en la
Sección Femenina. Frases como: “A
través de toda la vida, la misión de la
mujer es servir” o “La vida de toda
mujer, a pesar de cuanto ella quiera
simular no es más que un eterno deseo
de encontrar a quien someterse”,
adornan las páginas de los libros y
las vidas de las mujeres, colonizan
sus cuerpos y sus mentes.
Por fortuna, pese a la ideología patriarcal
y su poder invasivo, hubo resistencia
y, a través de ella, reivindicaciones
y logros, canalizados en la
Transición y la democracia. La historia
del feminismo desde entonces fue
impulsada por mujeres con las que
aún tenemos la fortuna de compartir
actos y manifestaciones.

A finales de los años ‘70, habían
desaparecido los grupos de mujeres
vinculados a la izquierda. En Cantabria
no había nada organizado. En
los previos a un 8 de marzo, un grupo
de mujeres son invitadas a una
mesa redonda sobre ‘Mujer, trabajo
y discriminación’. Del éxito de esa
reunión surgirá la AMC en 1981. En
las mismas fechas, surge la Asociación
Feminista de Torrelavega. Al
fin, aparece en la escena política cántabra
el feminismo como discurso de
referencia en la izquierda. En ambos
casos se hace evidente la necesidad
de que las mujeres tengan un espacio
propio. Se reivindicaba, así, una
equivalencia de la que no habían disfrutado
siquiera en los propios colectivos
de izquierdas y, mucho menos,
en la sociedad.

Desde el feminismo cántabro se
reclaman centros de planificación
familiar, educación sexual, leyes del
aborto, medidas en contra de las
agresiones y los malos tratos... se
crean grupos de autoapoyo y las
mujeres reconstruyen su propia
identidad. En 1989, por ejemplo, las
torrelaveguenses consiguen abrir
un Centro Asesor de la Mujer con
servicio de atención legal. Fueron
precursoras de lo que hoy se está
empezando a poner en marcha mediante
la Ley Integral contra la
Violencia de Género.

En los ‘90, surgirán abundantes
asociaciones: Consuelo Bergés, Mujeres
Progresistas, Mujeres de Negro,
Gitanas progresistas...
En la institución han encauzado
sus demandas colectivos como la
Asociación Consuelo Bergés de
Mujeres Separadas y/o Divorciadas
o CAVAS (Centro de Asistencia a
Víctimas de Agresiones Sexuales),
actualmente integradas en servicios
de atención a mujeres maltratadas
del Gobierno de Cantabria.

Espacio Común, La Lavandería, la
asociación La Buena Leche o grupos
de mujeres como Las Gildas son la
nueva ola del movimiento de mujeres.
El feminismo se ha convertido
en una teoría y práctica multidisciplinar
que enlaza movimientos sociales,
iniciativas académicas (como el
Aula Interdisciplinar Isabel Torres) y
trabajos institucionales. Las líneas
de trabajo son una muestra de la versatilidad
del movimiento y explicitan
que aún es ‘tiempo de feminismo’.

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