EDUCACIÓN: FRANCESCO TONUCCI, PEDAGOGO Y AUTOR DE NUMEROSOS LIBROS SOBRE EL PAPEL DE LA INFANCIA EN EL ECOSIST
“Cada uno tiene un ámbito de excelencia y el papel de la escuela es identificar este”

Pedagogo y dibujante, es
el creador de La ciudad de
los niños, proyecto que
dirige desde que en 1991
lo puso en práctica en la
ciudad de Fano, Italia. En
la actualidad se desarrolla
en unas 200 ciudades de
Italia, Argentina y España.

12/01/11 · 8:00
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FRANCESCO TONUCCI: “La escuela debería tener institucionalizada la consulta a los estudiantes.

DIAGONAL: ¿Cuáles son las líneas
maestras de La ciudad de los niños?

FRANCESCO TONUCCI: La propuesta
que se hace llegar a los Ayuntamientos
es que asuman al niño como
parámetro de evaluación de la
ciudad y de cambio. Detrás de esta
definición general, hay un profundo
convencimiento de que si la ciudad
tiene en cuenta las necesidades de
los niños y niñas es mejor para todos.
El niño asume en este proyecto
un valor paradigmático, no sólo porque
representa su categoría social,
sino porque representa a los otros,
aquellos que no tienen el poder.

Este proyecto se mueve en torno a
dos ejes principales, que son la participación
y la autonomía, contando
con otras contribuciones, porque no
espera ser una propuesta ortodoxa.
La participación puede venir a través
del Consejo de niños en los Ayuntamientos,
como grupo de trabajo
que asesora a la alcaldía, o por petición
propia. Otra forma de participación
es la proyección participada.
Los niños y niñas, con técnicos y arquitectos
municipales, trabajan para
proyectar espacios urbanos, para
que se sientan autores de su ciudad.
En relación a la autonomía de los menores
en las ciudades, que históricamente
han tenido y han perdido desde
la década de los ‘80, ésta viene
aparejada al aumento de autonomía
en cuanto a la información y comunicación.
De tal forma que los niños
y niñas de hoy pueden comunicarse
con el mundo, pero no salir de casa.

Para este segundo eje se trabaja con
la experiencia. A la escuela vamos
solos, lo que produce un cambio verdadero
en los niños que desde los
seis años participan en ella.

D.: En relación a la participación infantil,
el Comité de los Derechos del
Niño ha recomendado recientemente
al Estado español que aumente la
participación de los menores en las
políticas públicas, ¿qué opinas?

F.T.: Esto que recomienda el Comité
es una aplicación correcta del artículo
12 de la Convención, que dice
que tienen derecho a expresar su
opinión cada vez que se tomen decisiones
que les afecta. Este es el cimiento
de la participación infantil.
Si tienen derecho a expresar su opinión,
debemos crear ocasiones de
escucha. Y por la naturaleza de los
niños, esto tiene un sentido fuerte y
coherente a los niveles más bajos, a
nivel del Ayuntamiento, de los barrios,
de las escuelas. Es decir, donde
pueden discutir cosas que les
afectan directamente. En los niveles
superiores, en las Comunidades
Autónomas o a nivel de Estado, tenemos
la obligación de interpretar
lo particular en sentido
general. Y esto es algo político.

Lo que se debería hacer en todos
los países es ofrecer la oportunidad
a los niños de expresar su opinión.
Por ejemplo en la escuela, se debería
tener institucionalizada la consulta a
los estudiantes. En estos últimos meses,
he propuesto a las escuelas la
creación de consejos de alumnado,
de forma similar a los consejos de niños
y niñas de las ciudades, para que
se pacte con la dirección las protestas
y las propuestas, y que los colegios
se adapten a sus necesidades.

D.: Y el juego, al que tú le das mucha
importancia, ¿qué lugar ocupa en la
escuela?

F.T.: A mi no me interesa el juego como
método educativo, yo creo que la
escuela y el juego son dos experiencias
importantes y distintas. El juego
necesita de suficiente autonomía de
los niños, con lo cual no creo que la
escuela sea su lugar adecuado. El
juego debe tener un lugar privilegiado
en la vida de los niños, dentro de
su autonomía y libertad. No se puede
acompañar a un niño en el juego,
hay que dejarlo. Lo que los adultos
deben hacer es garantizarlo, garantizar
un tiempo libre, ofrecerle espacios
verdaderos y crear un ambiente
social que respete el juego. Y los dos
espacios del estudio y del juego se
encuentran en el momento en que la
escuela esté interesada en saber qué
ocurre fuera de ella, cuál es el material
que los niños y niñas llevan consigo
y sobre el que se puede trabajar.

D.: Entonces, ¿cómo se articulan
esos principios de autonomía y libertad
en la escuela?

F.T.: Yo no creo que el funcionamiento
de las escuelas pueda resolverse
con una libre elección de los
niños, como debe ser en el juego.
La escuela debería ofrecer un abanico
de posibilidades tan amplio
que cada uno pueda encontrarse en
ella. Por ello, la escuela ha perdido
el papel fundamental de ser un lugar
de educación para todos. Hoy
tiene una crisis profunda, debido a
que desde el desarrollo de las democracias
tras la II Guerra Mundial,
y después del Franquismo en
España, a nivel legislativo y práctico
nuestros países consiguieron
que la escuela fuera un derecho para
todos. Efectivamente todos los
niños y niñas españoles e italianos
van a la escuela y casi todos finalizan
la educación obligatoria. Pero
esto no ha significado que sea una
escuela para todos.

D.: ¿Qué revisión crítica debería
realizar la escuela?

F.T.: Movimientos pedagógicos como
los de Freinet se fundamentaban
en la idea de que los niños son inteligentes
desde el principio. Y el papel
de la escuela es aceptar que ellos lleven
su mundo a la escuela y que ésta
se aproveche de ello. Con lo cual un
niño puede reconocerse protagonista
y capaz, aunque sea económica y
socialmente desfavorecido. Esto debería
ser la escuela, si fuera para todos.
Si se reconoce que los intereses
de los niños y niñas tienen un valor,
les da una fuerza a su compromiso
en otras materias, que en principio
no les resultan tan interesantes. A nivel
de otras culturas, como la gitana
por ejemplo, o les reconocemos sus
habilidades dentro de la escuela o les
excluimos. Estoy convencido de que
cada uno de nosotros tiene un ámbito
de excelencia y el papel de la escuela,
si quiere ser una escuela para
todos, es identificar este ámbito y
ayudar al niño y a la niña a desarrollarlo
lo máximo posible.

«SORPRENDERSE DE LO NORMAL ME PREOCUPA"

D.: ¿Cuál es tu propuesta
política para la infancia?

F.T.: Si la política es la
gestión de la vida pública,
los niños tienen ideas
sobre como debería ser
esa gestión. Ellos hablan
para ellos, pero de reflejo
valen para todos. Y la
reflexión que yo siempre
hago, que crea mucha
sorpresa y admiración, es
que las propuestas que
hacen los niños se parecen
mucho a las que
hacen los científicos y no
se parecen en nada a las
propuestas de los políticos.
Esto es un tema muy
interesante porque significa
que nosotros, adultos,
tenemos muchos problemas
que nos alejan de lo
normal, de lo simple, de
lo obvio. Cuando yo
hablo de los niños, al
final la gente se sorprende,
pero sorprenderse de
lo normal es lo que más
me preocupa, porque significa
que lo hemos perdido
totalmente

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