Movimientos
Interrogando la "crisis" desde miradas feministas
14
Jun
2013
02:20
Visibilizando lo Invisible CIEs NO
Por Vidas precarias

Pueden existir muchos y muy diversos motivos para abandonar el territorio en que se ha crecido, desde el deseo de emprender un nuevo camino en un nuevo lugar con nuevas compañías a sentir la obligación de cambiar de contexto ante una situación política, económica o social que nos exige poner tierra de por medio para garantizar esa vida digna. Movernos para conseguir la salvaguarda de nuestra vida o el cumplimiento de nuestras ilusiones es casi inherente a nuestra condición humana, haciéndonos participar a diario de bienvenidas y despidas de amigxs y/o propias. En los últimos años, tal vez décadas, hemos recibido y forjado amistad con personas que llegaban desde otros lugares, más o menos lejanos, para formar parte de nuestros barrios y en los últimos meses, semanas, hemos dicho hasta pronto, tal vez, a muchxs amigxs. Aunque sobra decir que cuando se emprende ese camino hay muchas variables que condicionan los pasos que se andarán y que esto en sí mismo puede dar para muchos post, teniendo en cuenta que el próximo sábado, 15 de junio, desde diferentes colectivos se realizará el “Día Contra los Centros de Internamiento de personas Extranjeras”, nos gustaría centrarnos, como se propone, en hacer visible lo invisible.

Volviendo de nuevo a esos adioses y bienvenidas y relacionándolo con los centros de internamiento, nos planteamos si nuestras amigas que se han marchado a otros lugares como Kenia, Ecuador o Canadá, han sentido miedo al verse sin visa. Si en algún momento percibieron la posibilidad de verse envueltas en una redada policial para exigirles que su documentación estuviera en regla con la norma vigente en el país en el que se encuentran y como no lo tenían, después de varios trámites acabaron retenidas por un tiempo en un centro esperando a ser expulsadas... Preguntando a algunas de esas socias de vida que hoy se encuentran a kilómetros, nos comentaban que la inseguridad y la incomodidad están presentes cuando la palabra visa aparece en la conversación y la posibilidad de no tenerla se plantea, trámites tediosos y cantidades de dinero suelen ser los principales obstáculos que aparecen. Sin embargo, los centros de internamiento como posible realidad a vivir les queda lejos, y seguro que para esto hay razones variadas, y una de las principales es que esas amigas poseen pasaportes procedentes de países europeos, porque en muchos de los países nombrados existen también distintos centros de internamiento.

Buscando documentación sobre el tema, topamos con “Fronteras Invisibles” que es un proyecto que pretende documentar situaciones de vulneración de la libertad de movimiento. En él se describe por ejemplo como en Quito existe un Hotel que funciona como “albergue temporal de deportaciones”, dividido en dos plantas, en la primera se aloja a las mujeres y en la segunda a los hombres, cada persona tiene su habitación, baño y televisión. 

Pensando sin embargo en nuestras vecinxs, la realidad da una voltereta de 180 grados, ellxs que soñaban con llegar, como citan en “Fronteras Invisibles” a la tierra del “trabajo bueno” y la “buena gente” de Europa, fueron recibidxs por la Directiva de la Vergüenza. Haciendo de las redadas racistas plato del día y la retención en los CIEs, para la expulsión efectiva o no, visita obligada. Estos no lugares se han caracterizado por intentar mantenerse en la máxima opacidad posible desde su creación: los datos que se proporcionan acerca de ellos son escasos, apenas hay información sobre su situación, o la misma resulta confusa e incluso contradictoria. A pesar de la dificultad para acceder a ellos, muchas organizaciones sociales han podido conseguir documentar las codiciones de los mismos y han mostrado su preocupación sobre la constante vulneración de derechos que se perpetra en este tipo de centros. Unidas al hacinamiento, la ausencia de salubridad en las instalaciones, la falta de acceso a información, la inexistente asistencia especializada para mujeres embarazadas, la suspensión de tratamientos hormonales para personas transexuales o la carencia de medicación para VIH, se han documentado numerosas quejas sobre tratos vejatorios y constatado casos de abuso y violación sistemática a internas por parte de policías

En concreto, dos estudios han surgido en los últimos tiempos recogiendo, si bien de maneras distintas, la experiencia de mujeres en los CIEs, uno de Women´s Link y otro de la UCM.

En el caso de las mujeres retenidas en CIEs, se estima que un 90% no han cometido delito alguno, tan sólo se encontraban en situación irregular. Estas mujeres son “acogidas” por la “Europa Fortaleza” objetualizando su proyecto vital mediante el control y la represión. Tanto las redadas como los centros en sí suponen un intento de deshumanización y objetualización de las personas migrantes, que no son consideradas como sujetos de derecho, ni pensadas desde su posición de personas con necesidades, deseos, inquietudes, ilusiones... personas que pertenecen a redes de interdependencia y que no pueden ser arrancadas de las mismas sin más, sin atender a toda esa amalgama compleja que supone la vida, una vida, cualquier vida.

La propia idea de los centros de internamiento, y la regulación que permite que se retenga en ellos a las personas hasta 60 días en el estado español, parte de interpretar a estas personas como números en lugar de como sujetos. De hecho, es fácil pensar que ni los centros ni la forma de llevar a cabo las detenciones serían mínimamente “aceptadas” de darse en otros sectores de la población. Como no tienen “papeles” tienen una falta administrativa, por lo que no van a la cárcel, si no que van al CIE. Como el CIE no es una cárcel, no tienen acceso a los ya de por sí mínimos derechos de la población reclusa. Porque lo que se trata de transmitir es que no son, es que el estado no los reconoce como sujetos (con vidas, con derechos, con voz, con trayectorias que merecen ser escuchadas).

Desde aquí nos preguntamos qué vida mínimamente digna puede ser construida bajo la amenaza constante de ser trasladadx a un CIE por una temporada (y se dan casos, muchos, de múltiples entradas y salidas del CIE por parte de la misma persona) o expulsadx de tu lugar de pertenencia, el que has elegido dentro de unas constricciones relevantes y merecedoras de atención. ¿Cómo es posible que multitud de personas sigan sin saber quién era Samba y como fue dejada morir en el centro de Aluche? ¿Por qué no se está visibilizando la responsabilidad estatal de la muertes de al menos tres personas en CIEs en los últimos años? ¿Cuántas de las personas expulsadas o retenidas en los CIEs no son informadas de sus derechos? ¿Cuántas podrían, de hecho, acogerse al pobrísimo asilo que legalmente ofrece el estado español y son, sin embargo, expulsadas o ignoradas vulnerando de manera flagrante sus derechos más básicos? Estaremos pensando sobre todo esto y, sobre todo, sobre como conseguir el CIErre de estos agujeros de los derechos humanos el próximo sábado en las diversas acciones organizadas para visibilizar los CIEs

Irene Ruano Blanco, Nerea García Llorente, Sara LF, Haizea M. Alvarez

comentarios

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    Ruth
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    Vie, 06/14/2013 - 10:14
    Con visa de turista desde Kenia&hellip;<br />&nbsp;<br />Cuando estuve en Madrid por Navidades coincidí con un amigo de origen senegalés que me preguntaba cómo vivía ahora que sé lo que es ser inmigrante.<br />&nbsp;<br />Sin entrar en si mi decisión fue totalmente libre o no, por motivos económicos o curriculares o no (&iquest;qué decisión es libre del todo?) Creo que entre su situación y la mía había grandes diferencias. La primera es que, como bien decís, yo no vivo bajo la amenaza de un centro de internamiento, una cárcel, vaya, por nombrar las cosas como lo que son. Es verdad que en Nairobi, comparada con otras capitales africanas, hay controles regulares, puedes ir por la calle y que te pidan tu visa en regla y yo he estado un período de tiempo sin tenerla pero siempre sin la amenaza de acabar encerrada. Es más, aún con la visa caducada la cónsul intercedería por mí. Es verdad que me pueden dar 5 días para abandonar el país en cualquier momento, que se pueden negar a dejarme entrar si salgo a algún país vecino porque consideran que un año de residencia no es turismo (y no lo es) y que no te sientes totalmente libre por la amenaza burocrática.<br />&nbsp;<br />También es verdad que el camino para obtener la residencia es tedioso (&iexcl;9 meses llevo esperando el permiso de trabajo! Es como un parto&hellip;) y entre tanto las autoridades no se hacen cargo de mi desregularización administrativa, incluso con dinero por medio, y mucho, que mi institución empleadora paga.<br />&nbsp;<br />También es cierto, que después de un año siento, no desarraigo, pero sí partes de mi vida en lugares muy lejanos, que la sociedad de acogida te ve con una amalgama de estereotipos de los que es difícil salir, que te sientes sola, incomprendida por una lógica diferente y enfrentándote a otro(s) idioma(s).<br />&nbsp;<br />Pero ni puedo ni quiero negar que el tratamiento que recibo es diferente. Empezando porque aquí tener un trabajo para una europea es más o menos fácil (esterotipo de privilegio: &iexcl;vosotras sabéis hacer las cosas como se deben hacer!), porque si algo me pasa, incluso una multa injusta de coche, voy a tener a los organismos internacionales detrás (como todas sabemos, la corrupción es cosa de África, allí no tenemos), porque aquí y allí, nosotras, las europeas, blancas, somos ciudadanas de primera y se nos da ese respeto. Porque desgraciadamente hay un mundo de primera (el nuestro) en el que nos creemos con derecho a internar a la gente que viene irregular y un mundo de segunda (éste) en el que, como mucho, te hacen abandonar el país en 5 días, pagándote un billete, que como ciudadana de un mundo de primera, mejor o peor, te podrás pagar, en un vuelo regular, que te deja en Barajas, seguro, seguro y no en el desierto de Almería.<br />&nbsp;<br />Y señoras, no es cuestión de clase social, estudios univesitarios, etc &hellip; porque en el CIE, después de cuatro años recibiendo a gente africana que salía de su condena, me he encontrado con personas del área rural que ya no tienen una agricultura de subsistencia porque los suelos se están desertificando gracias a los transgénicos con los que la FAO &nbsp;va a acabar con el hambre en el mundo, a pescadores locales que ya no pueden subsistir porque&nbsp; las costas están arrasadas por los acuerdos pesqueros que permiten a Europa (a cambio de unas monedillas en cooperación) explotar las zonas a gran escala en alta mar, a personas que huyen de una guerra pero que no tienen la suerte de ser de unos de esos países prioritarios en cuestión de asilo &hellip; pero también a médicos, profesoras, ingenieras, matemáticas, etc que un día decidieron alcanzar el &ldquo;sueño europeo&rdquo; que tan bien hemos vendido. Es cuestión de ser ciudadanos de primera o de segunda, ni más ni menos.<br />
  • Vidas precarias

    Hoy, en medio de una de las tantas tormentas de la lluvia ácida del capital, mezclamos voces, deseos y miradas feministas para interrogar la realidad desde otros lugares que no sean el sujeto obrero-blanco-heterosexual-urbano que hace tiempo dejó de representarnos. Aquí nos encontramos amaia orozco, Haizea M. Alvarez, Martu Langstrumpf, Sara LF y Silvia L. Gil, partiendo de nuestros cotidianos para conversar entre nosotras y con otras en las fugas y resistencias que visibilizan conflictos y generan otras formas de vida.

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