“el sexo, [...] es el elemento más especulativo, más ideal
y también más interior en un dispositivo de sexualidad que
el poder organiza en su apoderamiento de los cuerpos,
su materialidad, sus fuerzas y sus placeres”[2]
En estos días que todas la izquierda se posiciona con el derecho al aborto y pone a parir a Gallardón y a la Iglesia y se fija al enemigo fuera, a mi me gustaría cuestionar al enemigo que tenemos dentro:
¿Cuántos de los hombres cis que vemos en las manis alguna vez no habrán usado condón? ¿Cuántos habrán intentado escaquearse? ¿A cuántos les habrán tenido que convencer para que lo usen? ¿Cuántos habrán propuesto la hormonación[3] de sus parejas como solución? ¿Cuántos habrán hecho apología de la marcha atrás? ¿Cuántos habrán usado el chantaje emocional? Y lo que es más, ¿cuántos pensarán que follar es meter su polla en un coño, por encima de todo?
Lo siento, pero... ¿para cuándo un cuestionamiento radical de la sexualidad? [4] ¿Para cuándo joder al sistema y pasar de tanto sexo hetero-rancio?
Porque, ¡oigan!, que es el mismo sistema heteropatriarcal que no deja abortar a las mujeres el que sacraliza una determinada práctica [5]; el que irriga el corazón de las mujeres de complaciencia, amor romántico, falta de empoderamiento y baja autoestima que hace no mandar a la mierda a cualquiera que se escaquee de ponerse condón. Es el mismo sistema que desresponsabiliza a los hombres de los riesgos de no usar condón, ¡como si no fuera su jodida cola la que nos deja embarazadas!
Sé que las razones que llevan a una mujer a la situación de un embarazo no deseado son múltiples y por supuesto, complejas. Pero, en este caso, a mí me apetecía sacar esta rabia pa'fuera...
[1] Verse en la cama con hombres majos, inteligentes, incluso con discursos feministas y que flaquean en este tema es toda una encrucijada, dónde las armas contra “el enemigo externo” ya no funcionan.
[2] Foucault, M., Historia de la sexualidad, Volumen 1, Madrid, Siglo XXI, 1984.
[3] Aunque la introducción de anticonceptivos “en formato pastillas” se vivieran como una victoria para las mujeres, ¿podemos decir hoy que realmente lo son? La hormonación compulsiva que se aplica a la mayoría de mujeres se critica desde muchos sectores del feminismo.
[4] Rubin, G., Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad, 1989 Disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Rubin%20G.pdf
[5] Me refiero, obviamente, a ese repetitivo pene-en-vagina, con la que para colmo la mayoría de las mujeres no se corren. Es innegable su sacralización ¡la de cosas que se hacen por ella!, ¡la de riesgos que se corren!
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Hoy, en medio de una de las tantas tormentas de la lluvia ácida del capital, mezclamos voces, deseos y miradas feministas para interrogar la realidad desde otros lugares que no sean el sujeto obrero-blanco-heterosexual-urbano que hace tiempo dejó de representarnos. Aquí nos encontramos amaia orozco, Haizea M. Alvarez, Martu Langstrumpf, Sara LF y Silvia L. Gil, partiendo de nuestros cotidianos para conversar entre nosotras y con otras en las fugas y resistencias que visibilizan conflictos y generan otras formas de vida.
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