Movimientos
Interrogando la "crisis" desde miradas feministas
03
Nov
2013
20:14
Animaladas, o de cómo la heteronorma se nos metió hasta en la sopa
Por Vidas precarias

Enterarte de que una tipa está embarazada y preguntar, ¿y qué va a ser? Pasear un bebé vestido de colores “neutros” y que te pregunten su nombre, buscando el género, para después, de forma casi imperceptible, modificar la forma de dirigirse al bicho. Acariciar un perro y preguntar ¿macho o hembra? Como si tal cosa, como no estuviésemos creando nada con la pregunta. Ir al baño y comprobar, casi sin darse cuenta, diversos signos, dibujos y símbolos que determinan qué puerta sí, que puerta no, qué puerta sí-pero-arriesgándome. Dibujos, símbolos, en los que supuestamente sentirnos identificadxs. Pequeñas cosas cotidianas que hacemos para coger la complejidad del mundo y violentarla, reducirla, simplificarla y reconducirla a una serie de categorías estanco que, se supone, hacen la vida más fácil, más sencilla de habitar. Porque, nos decimos, claramente necesitamos categorías para comprender un mundo que parece confuso. Y, a la que la comprendemos: encorsetamos, simplificamos, violentamos, limitamos a todxs los demxs y a nosotrxs mismxs.   

No digo nada nuevo, y mucho menos después de que durante todo el mes pasado haya habido multitud de actos, encuentros y protestas en torno al Octubre Trans en las que nos han hablado de la urgente y necesaria flexibilización de las categorías hombre/mujer, los encorsetamientos a los que las mismas nos someten y la necesaria generación  y mantenimiento de redes en las que habitar tránsitos y poder disfrutar de los mismos desde la libertad, el reconocimiento y la no-patologización.

Pretendo en estas líneas, reflexionar brevemente sobre la estúpida/peligrosa tendencia a aplastar y domesticar la diversidad del mundo con esa absurda categorización que diversas autoras han referido con distintas denominaciones y acentos como heteronormatividad, matriz heterosexual o heterosexualidad obligatoria. Todos conceptos con sus diferencias importantes que exceden un poco el alcance de este post. Pero tirando más de Butler y de la idea de matriz heterosexual, podría decirse (simplificando de nuevo) que describen de forma muy brillante el absurdo hecho que hace que para que seamos comprensibles hoy por hoy en el lenguaje que hablamos, en los espacios que habitamos, tenemos que ajustarnos a un modelo concreto, ese que reproducimos con las pequeñas preguntas que refería al principio. Ese modelo que dice que somos leídos como biológicamente un algo (machos o hembras) que se sigue por otro algo (hombres o mujeres) y lleva aparejada la comprensión de que esos dos polos se interconectan de una forma específica (llámalo deseo o familia nuclear radiactiva, compréndelo a través de teorías encarnadas sobre la construcción social del placer o de análisis sobre la construcción y mantenimiento del amor romántico). Y no sólo nos comprendemos unxs a otrxs a través de ese esquema (y al estar embarazada te dicen que va a ser un niño y le compras sábanas azules, o le preguntas a tu sobrina adolescente si ya se ha echado novio, y un largo etcétera) sino que lo asumimos como normal, natural y lo extendemos al resto de cuestiones de la vida como, por ejemplo, los comportamientos y definiciones de los (otros) animales.    

En este Madrid, como en muchas otras ciudades, crecemos pensando el mundo animal, más allá de los llamados “animales de compañía”, a través de zoos y películas de Disney. Simba, en el Rey León, se enamoraba de su compañera de juegos y tenían un romance de por vida con su música de fondo y su cielo estrellado. Nemo, el pez payaso al que buscó su padre hasta el otro lado del océano, era un pequeño macho fruto de una maravillosa historia de amor entre su padre y su madre, que miraban embelesados a sus cientos de huevos. Ratones perfectamente diferenciados en la Cenicienta (ellas, por supuesto, expertas en costura o novias-de; ellos, sin duda, los protas reales). Con los años, el mundo animal nos entra estudiando biología: clases y libros de texto que nos explican que los animales nacen, se reproducen y mueren y las diferentes formas que tienen de hacerlo. Y, ahora sí, se nos presenta cómo la realidad objetiva de la ciencia nos cuenta nuevas historias, cada vez más complejizadas según van pasando los años. Evidentemente, estos animales ya no llevan lacitos rosas o azules, ni tienen voces masculinas o femeninas, ni ellas pestañean coquetamente como pasaba con las ficciones Disney pero, ¿hasta qué punto no se sigue repitiendo un esquema similar? 

Isabel Delgado comienza su muy interesante libro El descubrimiento de los cromosomas sexuales reflexionando sobre cómo, en zoología “determinadas variantes en la organización sexual o en el comportamiento de machos y hembras son tratadas como excepciones a una norma que no se especifica”. Así, en cuanto en alguna especie no se reproducen, o no sólo, de forma sexual, o las hembras son de mayor tamaño que los machos, o tienen más fuerza, se buscan razones que lo expliquen. Y, cuando es al contrario, se entiende que no requiere ninguna explicación porque es lo normal: “el silencio de los textos indica que no es necesario dar razones”. Así, “la imagen que se obtiene de la zoología es la de un universo sexual ordenado, en el que hembras y machos se diferencian y actúan siguiendo unos patrones según los cuales, dejando a un lado las raras excepciones, se pueden construir conceptos tales como feminidad y masculinidad”. Pareciera pues que miramos a los animales no-humanos como buscándonos en ellos, y nos buscamos a partir de lo que consideramos normal en nosotrxs, entrando en un looping infinito en el que ya no se sabe qué fue antes, pero queda totalmente claro que el absurdo institucionaliza la división en machos y hembras, los atributos que unos y otras deben tener y la relación entre sí en términos sexo-reproductivos como la norma. Así aprendemos cómo funciona la reproducción sexual en detalle y damos unas pequeñas pinceladas de las otras formas de reproducción, presentadas en términos generales como menos complejas, menos aptas y, en general, merecedoras de poca atención.

Desde diverso ámbitos se propone, en cambio, fantasear un poco con la idea de qué pasaría si todas estas representaciones a partir de las que aprehendemos el funcionamiento del mundo animal incluyesen un poco más de complejidad. Si, siguiendo los ejemplos anteriores, Simba en el Rey León se diera algún que otro escarceo con sus amigos, como está de sobra estudiado que hacen los leones machos entre sí (tanto en cautividad como no). O si el padre de Nemo hubiese transitado a hembra al morir la madre, como de hecho hacen los peces payaso. ¿Y si se estudiara en el instituto que existen ciertas especies de lagartas compuestas sólo por hembras? Resultaría interesante ver cómo comprenden la sexualidad críos que hayan aprendido desde renacuajos que estas especies de lagartas tienen relaciones sexuales entre sí y se reproducen por partenogénesis, esto es, a través del desarrollo de nuevas lagartas a partir de un óvulo que se empieza a dividir solo (en ocasiones a raíz de una estimulación sexual previa, como explican en el vídeo). ¿Y que las pavas también se pueden reproducir así, o que la miel depende de que las abejas regulen bien su reproducción (que puede ser sexual o partenogenética, cumpliendo una función social ya que así nacen reinas o zánganos)? También podrían dedicar más tiempo a comprender el papel del sexo en las comunidades de bonobos, en lugar de explicar hasta la extenuación los comportamientos competitivos entre distintos animales (interpretando todo en términos de dominación de unos a otrxs). ¿Cómo entenderían críxs y adultxs los tránsitos, las relaciones entre bolleras, las disidencias sexuales en general si no se les explicase a través del esquema binarista heteronormativo todo lo que ven, incluidos los animales a los que miramos para pensar lo que llamamos naturaleza?

sara

*Algunas fuentes...
Delgado Echeverría, I. (2008). El descubrimiento de los cromosomas sexuales. Un hito en la historia de la biología. 
Bruce Bagemihl, (1999) Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity,St. Martin's Press

comentarios

1

  • |
    Irene1980
    |
    Mar, 11/05/2013 - 10:32
    Muy interesante el artículo. Muchas gracias por el esfuerzo.
  • Vidas precarias

    Hoy, en medio de una de las tantas tormentas de la lluvia ácida del capital, mezclamos voces, deseos y miradas feministas para interrogar la realidad desde otros lugares que no sean el sujeto obrero-blanco-heterosexual-urbano que hace tiempo dejó de representarnos. Aquí nos encontramos amaia orozco, Haizea M. Alvarez, Martu Langstrumpf, Sara LF y Silvia L. Gil, partiendo de nuestros cotidianos para conversar entre nosotras y con otras en las fugas y resistencias que visibilizan conflictos y generan otras formas de vida.

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