Algunos puntos de partida
En los últimos meses, tres ideas parecen entrelazarse en unas y otras conversaciones.
si gramática cuando ellx/a/o/es aún no entonces es qué una fuera gramática
Sueño con un barrio en el que sentirme como en casa
con árboles y plazas
y plazas con bancos
con bancos en los que quepa un cuerpo entero en horizontal
en el que los cuerpos enteros se sientan seguros, libres, afines
un barrio en el que transitar sea un placer
y las terrazas sean las sillas y las mesas de las vecinas
un barrio en el que hidratarse y alimentarse sean posibles,
en el que cuando intercambio moneditas por comida no esté generando plusvalía para un gran empresario
sueño con un barrio en el que el precio de la vivienda este fuera de mis sueños
un barrio en el que las identidades sean autodefinidas, vividas, desarrolladas, con un espacio propio
un barrio en el que cada día sea una fiesta para todas
Hace días que ha llegado el verano, tardó en hacer presencia pero por fin esta aquí, la temperatura nos invita a llenar la calle y aprovecho para ir caminando a casa, al atravesar la Puerta del Sol, en la salida del metro me encuentro con una amiga. Compartimos la leve subida de la calle Carretas conversando sobre cómo nos va la vida. Al llegar al teatro de la Plaza Jacinto Benavente nos despedimos en la puerta, ella aprovecha para preguntar sobre una obra que se representará próximamente. Yo sigo caminando y al sortear las terrazas que hay en Tirso de Molina tropiezo con mi vecino que se dirige al Solarpies a ver una película de la 10ª Muestra de Cine de Lavapiés.
El 5 de mayo, desde la comisión de feminismos-sol, hicimos un taller de construcción colectiva de discurso feminista en torno al tema de la deuda. Lo llamamos “si tú me dices deuda, lo dejo todo”, y lo musicamos reescribiendo la canción de los panchos en modo de andar por casa, tan panchas. Queríamos quitarle un poco de pesadez, de seriedad, de tono grisáceo y aburrido al asunto. ¿Me explico? Por eso lo del karaoke.
Pueden existir muchos y muy diversos motivos para abandonar el territorio en que se ha crecido, desde el deseo de emprender un nuevo camino en un nuevo lugar con nuevas compañías a sentir la obligación de cambiar de contexto ante una situación política, económica o social que nos exige poner tierra de por medio para garantizar esa vida digna. Movernos para conseguir la salvaguarda de nuestra vida o el cumplimiento de nuestras ilusiones es casi inherente a nuestra condición humana, haciéndonos participar a diario de bienvenidas y despidas de amigxs y/o propias. En los últimos años, tal vez décadas, hemos recibido y forjado amistad con personas que llegaban desde otros lugares, más o menos lejanos, para formar parte de nuestros barrios y en los últimos meses, semanas, hemos dicho hasta pronto, tal vez, a muchxs amigxs.
Hace bien poco tuve que escuchar diversos alegatos en contra de la capacidad de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. Fue durante unas jornadas de bioética (bio¿ética?) celebradas entre la universidad Deusto y la UPV/EHU en Bilbao. Estas jornadas destacaban, cómo no, por estar compuestas mayoritariamente (y en las posiciones de mayor poder) por hombres, blancos, heterosexuales, académicos, de clase ¿media?-alta, de edades avanzadas (entre mayores a secas y muy mayores). Hablaban desde los más lujosos salones de conferencias de las dos universidades (más en la privada, claro está, aunque contando con financiación pública, por supuesto). Alguno criticó a Gallardón por estar siendo “demasiado flojo” en su defensa del embrión como “ser humano” y otros explicitaron categóricamente que estaban “en contra del aborto en todos los casos”.
un día se abre el grifo
y no puedes para de llorar
te haces pequeña
y el muro que has construido
de indiferencia hacia los que te “toleran”
parece más un colador
las que están de tu lado
están más pequeñas que tú
hay una nueva carta de desalojo
y las horas son un río
en el que no hay nada donde agarrarse
pero no te importa
porque te abandonarías en la corriente sin más
pero no lo haces
porque tus propios problemas te parecen patéticos
no vale llorar más que la madre del muerto
en el sur están peor
¿a dónde ir?
no tengo nota para becas
las no-becas nunca te permiten sacar nota
La sensación de asistir a una “escalada del conflicto” se extendió en los últimos meses a través de la repercusión social de los escraches. Sin embargo, poco tiempo después, el segundo aniversario del 15m no logra convocar de manera masiva como en otras ocasiones. La falta de imágenes de multitudes abarrotando las calles parece contradecir en cierto modo lo anterior. Pero, antes de sacar conclusiones precipitadas, cabe preguntar qué entendemos por conflicto, es decir, cuáles son los diferentes imaginarios en juego que pueden estar circulando en el interior de esta idea. Porque, ¿nos referimos con ella a una confrontación −que antes que nada habría que definir entre quiénes− o está abierta a otros sentidos ligados al desplazamiento del poder o a la invención de nuevas formas de lo político?
Esta reflexión parte del malestar que surge cuando hay un desajuste entre vida y política. En concreto, del malestar que encontramos en colectivos/ grupos/ asambleas y en las personas que participan o querrían participar en ellos. Por ejemplo cuando aparece la insatisfacción porque la política que haces no responde ni piensa en necesidades reales. O cuando por tu situación particular no puedes ni siquiera participar en dichos grupos. Tanto cuando haces política de forma evidente (participando directamente en la vida pública) como cuando la haces de forma no reconocida (por ejemplo cuidando). Cuando los lazos y vínculos que creamos no son tan fuertes como para sostenernos, por mucho que hayamos hablado de cuidados, de la vida que merece la pena ser vivida, de comunidad, de afectos o de lo común.
Páginas
Hoy, en medio de una de las tantas tormentas de la lluvia ácida del capital, mezclamos voces, deseos y miradas feministas para interrogar la realidad desde otros lugares que no sean el sujeto obrero-blanco-heterosexual-urbano que hace tiempo dejó de representarnos. Aquí nos encontramos amaia orozco, Haizea M. Alvarez, Martu Langstrumpf, Sara LF y Silvia L. Gil, partiendo de nuestros cotidianos para conversar entre nosotras y con otras en las fugas y resistencias que visibilizan conflictos y generan otras formas de vida.