Saberes
Destituir Occidente, Construir Comunismo
06
Ene
2017
10:52
La lucha contra la Nueva Derecha comienza en las periferias: El momento político de Castilla
Asamblea en el Barrio de Gamonal, Burgos.

1-El auge de la Derecha en las periferias del Norte Global

 

La inexorable decadencia castellana es perceptible en cada uno de sus indicadores. Empleos primarios que se destruyen, envejecimiento, migración masiva. Castilla es hoy día una tierra con escaso o nulo futuro. ¿Qué puede hacer presagiar entonces que este sea el comienzo de su nuevo momento político?

 

Las periferias del Norte Global, en toda su enorme diversidad comparten algunos rasgos característicos. En algún u otro momento fueron el núcleo de poder, fuerzas generadoras sobre las que se sostuvieron la edificación de sus naciones. Ya fueran regiones de poderosas industrias agrícolas, industriales, comerciales o burocráticas hoy a duras penas sobreviven económicamente de los saldos del pasado. Estas regiones han quedado de lado de los beneficios de la transición del campo a la ciudad, la diferentes integraciones regionales, y la liberalización globalista. Han visto como su industria se desmantelaba, sus empleos se destruían, sus gentes migraban a otras regiones. Ciclo electoral tras ciclo electoral reproducían fielmente su participación democrática depositando su voto en aquellos que golpe tras golpe asestaban la muerte de cada pueblo, de cada concejo, mediante sus decisiones tomadas en distantes capitales. Este escenario es perfectamente reconocible para todo aquel que conozca no solo Castilla, si no Inglaterra dentro del Reino Unido, o las zonas del Rust Belt en Estados Unidos.

 

En los casos de Estados Unidos y de Inglaterra las élites políticas habían dado ya por muertos y sentenciados a los pueblos obreros y campesinos de sus regiones. Su voto parecía cautivo del sencillo mensaje clientelar que les prometía, tal vez no un futuro brillante, pero si al menos una dulce y pacífica muerte rodeados de la tranquilidad que entraña todo cementerio. Tanto es así que las campañas políticas en estas regiones se redujeron al mínimo dándose por sentado el consentimiento suicida que darían unas poblaciones pretendidamente ignorantes.

 

Como sabemos, estas regiones, que no han perdido un ápice de sus ventajas estratégicas ni de su potencial, han sacudido no solo sus respectivas políticas nacionales si no toda la arena global. Ha sido en estas regiones donde la población, casi con desesperación se ha arrojado al mensaje salvador de la única fuerza política que se atrevió a acercarse a ellas con algo mas que una mera promesa de un buen entierro, es decir, con futuro. De este modo y sin el apoyo de la clase obrera “tradicional” la Izquierda tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos o incluso en Francia se encuentra en uno de sus momentos más bajos. Mantiene la izquierda desde luego importantes cuotas de poder, pero su descomposición interna avanza sin remedio en lo que es sin duda una profunda crisis de identidad que les impide incidir en la vida política real con voz propia.

 

Este ha sido el gran acierto de la Nueva Derecha Inglesa o Estadounidense. Acercarse a los que han quedado fuera de los beneficios de la globalización. Dirigirse sin menosprecio a unos sectores que llevaban años siendo despreciados por las fuerzas políticas entregadas a la captura del mas lustroso y cuantioso voto de las grandes urbes globales.

 

Ya no se puede decir que esto sea obra de un puñado de paletos “hillbyllies” de las montañas, o de fuerzas agrarias reactivas. Las grandes masas industriales, esas que han sido condenadas al exilio y la decadencia por parte de la tecnocracia neoliberal han preferido de manera muy reciente votar a la derecha, tal vez a la desesperada, que seguir cavando sus propias fosas.

 

¿Quiere decir que el único espacio político de las periferias en el Norte sea el que propone la Nueva Derecha?

 

Las demandas con las que la Derecha Alternativa ha conseguido conectar, y de esta manera seducir al electorado de estas poblaciones no son ajenas a la Izquierda. Es más, están en su génesis:

 

-Defensa y ejercicio de la soberanía.

-Defensa de las economías nacionales frente a lo global.

-Discurso centrado en un horizonte político de largo alcance.

-Articulación discursiva bajo la forma política de “pueblo”.

-Articulación en torno a los sujetos y valores excluidos del proceso de la globalización: Tradiciones nacionales, regionales, o locales, clase obrera, familia.

-Defensa de economías basadas en los sectores primarios y secundarios.

 

 

De hecho podríamos afirmar que todo lo que de brillante y rutilante tiene la emergente Nueva Derecha son los ropajes que la Izquierda ha ido perdiendo en su progresiva transición hacia la inanidad ideológica. Las poblaciones de las periferias del Norte Global hastiadas de ser condenadas al exilio externo o externo han comenzando a buscar refugio, a tomar conciencia política, echando mano de aquellos que les han brindado no solo su atención, si no un programa que no las considera desiertos, poblaciones moribundas, o pasado, si no pueblo, futuro u horizonte.

 

El cambio político brusco, el que implica ruptura, difícilmente puede partir de regiones beneficiadas por la globalización, firmemente atadas por estas. Es en las periferias, en los márgenes, en los intersticios, auténticos centros productivos y poblaciones despreciados por el tecnocratismo financiero, donde estriba la potencia del cambio. Castilla, es a día de hoy, uno de los ejes fundamentales que puede hacer cambiar definitivamente las tornas del devenir político paralizado en el Estado Español.

 

2-La situación en Castilla y su potencial de transformación

 

2.1-Contextos

 

Castilla comparte, salvando desde luego las enormes particularidades en cuanto a composición demográfica y desarrollo industrial, ciertas semejanzas tanto en estructura como en comportamiento político con los territorios periferizados de regiones del norte.

 

Nuestro particular Rust Belt castellano, el eje Valladolid-Palencia-Burgos-Miranda de Ebro-Aranda de Duero, ha experimentado de manera concurrente una reconversión industrial y electoral clara y determinante. La destrucción industrial orquestada por la Izquierda estatal creó un terrorífico círculo vicioso de paro, emigración forzada y retroceso electoral ante la perdida literal de base política y desencanto entre los remanentes. En este sentido, el reciente vuelco electoral hacia la derecha de los estados en desindustrialización del norte de Estados Unidos, comparte rasgos con los cambios en el Valladolid de la desindustrialización. Recordemos que en los 80 casi un 14% del electorado votaba comunista y que en Castilla gobernó sin apenas disputa el Partido Socialista. Apenas diez años después la situación era radicalmente distinta.

 

La mecanización masiva y las políticas de migración del campo a la ciudad potenciadas desde el tecnocratismo de la dictadura, continuadas y multiplicadas en los 70 y 80, ha dejado un reguero de regiones agrarias altamente productivas, caso de las de Zamora, Palencia, León y Tierra de Campos en Valladolid, vacías sin embargo de vida, dado que, literalmente la población es prescindible en el nuevo esquema productivo planificado y dirigido por la Unión Europea. En estos territorios las viejas solidaridades de clase, la fuerza juvenil de los pueblos, base organizativa, orgánica y electoral fundamental de las fuerzas de Izquierda, desapareció quedando en su lugar una frágil convivencia entre pequeños productores y grandes cooperativas que más bien actúan como empresas agroexportadoras.

 

El clima de destrucción industrial en las ciudades y mecanización del campo ha creado una tormenta demográfica perfecta que no ha hecho si no favorecer los intereses de la derecha, quien se ha presentado como la única y capaz gestora de este proceso de decadencia. Sin duda su desempeño inteligente centrado en la atención y fomento de aquellos rasgos que más podrían interesar a una población envejecida: asistencia social, seguridad, limpieza, le ha garantizado una sensación de triunfo y logro que sin embargo contrasta con la sangría poblacional entre los jóvenes que masivamente emigran a las ciudades globales del Estado Español.

 

Por otro lado, la actitud de una Izquierda que no quiere a Castilla, a la que considera poco más que una tierra muerta, entregada a la derecha, y sobre la que solo se discute para lanzar furibundas críticas sin entrar de lleno a las cuestiones sociales mas acuciantes (caso del Toro de Tordesillas) , no ha favorecido desde luego la implantación de nuevas y prometedoras estrategias de Izquierda. El panorama es complejo. El ciclo económico real no parece mejorar, siendo la emigración el estado mental primario de la juventud castellana. Las fuerzas de izquierda, pese a algunos avances , no han conseguido instituirse como alternativa real de cambio en las capitales y no han ni siquiera comenzado a hacerlo en los territorios rurales. La Derecha controla las principales instituciones nacionales castellanas y subregionales. Controla los sectores estratégicos y los canales de transmisión clientelar más importantes: los fondos estructurales europeos, verdadero maná de la política clientelar en el siglo XXI.

 

La aparente placidez con la que gobierna el Partido Popular en la región oculta una realidad infinitamente mas compleja y fragmentaria cuajada de conflictos territoriales, locales, interterritoriales, provinciales.

 

El cambio de signo político de Zamora (hoy en manos de Izquierda Unida), lejos de ser un hecho anecdótico, destapa la realidad castellana en la que las mecánicas locales pueden determinar el desalojo del poder de figuras que pudieran aparecerse como hegemónicas. El reciente cambio político en Valladolid (hoy en manos del PSOE) es solo uno más de la sintomatología que se esconde bajo la estética inmutable del institucionalismo castellano. La victoria de la Derecha de una forma radicalmente contundente en el panorama político castellano no se corresponde tanto con la buena labor de la derecha si no con la ausencia de alternativas reales mas allá de los territorios urbanos. Las zonas rurales, con su maraña de ciudades pequeñas quedan excluidas sistemáticamente no solo de los discursos políticos, de la narrativa territorial, si no incluso de las campañas. Incluso al seno de las formaciones de izquierda en las capitales de provincia se vive una suerte de clasismo y snobismo, que juzga como imposible una toma del poder en los territorios que componen el grueso de la provincia ante la “ignorancia del electorado”, su “beatitud” etc etc etc.

 

Pero los procesos políticos más recientes han demostrado la profunda sensibilidad castellana ante los problemas que les conciernen. Lejos de las estadísticas y de los análisis del CIS, y como producto de investigaciones que hemos desarrollado, una de las principales preocupaciones que destacan los castellanos es la despoblación. La primera si la aunamos al problema del envejecimiento. Prácticamente nadie duda de la desesperada situación en los contextos productivos. Esto es una actitud compartida entre la derecha y la izquierda. Es decir, existe una conciencia colectiva que relaciona las problemáticas existenciales con las demográficas y las económicas atribuyéndoselas a una falta de iniciativas, de horizonte, incluso de interés por parte de la Administración Central del Estado. Hay un sentimiento compartido de decadencia orgánica, problema que para su acometida necesita de un cambio profundo de actitud, de estructura económica, incluso de sentimiento nacional-regional. Los castellanos son más conscientes que nunca de su precaria situación individual y colectiva.

 

A pesar de estas problemáticas, las ventajas estratégicas de los territorios castellanos, lejos de disminuir, se multiplican. Pasemos a ver ahora de manera somera qué podría implicar un cambio en las relaciones de poder territoriales de cara a Castilla y al conjunto de las relaciones de poder en el Estado Español.

 

 

2.2-El cambio en las relaciones de poder territoriales

 

La hegemonía que ha gozado el Partido Popular en los últimos años, no se corresponde con la propia mentalidad castellana. Prueba de ello es cómo hemos visto que visto desde un medio plazo, el poder omnímodo popular es más bien reciente. Las problemáticas interseccionales en urbes pequeñas y medianas son profundamente capitalizables a medio plazo, pero para ello hay que proceder a comprender con exactitud el funcionamiento real de las redes clientelares, y los liderazgos carismáticos que han permitido un gobierno conservador tras otro. Este análisis deberá ir aunado a una autorevisión del mensaje que la Izquierda quiere transmitir. Hasta ahora, la Izquierda, en los territorios castellanos ha renunciado a tener una voz propia, dirigida por y desde el pueblo Castellano. En muchos de los casos el desconocimiento y el desdén con el que se trata desde las capitales al resto de territorios es alarmantemente reproducido en los grupos de izquierda, que prefiere asumir los mensajes políticos de los centros globales o “ciudades del cambio” a escuchar las propias demandas y problemáticas de las menos carismáticas “Tomelloso”, “Talavera de la Reina” o “Ciudad Rodrigo”. Pero la experiencia Zamorana, entre otras, ha demostrado que una actuación dirigida desde la propia militancia Castellana, con el conocimiento local dirigido a las problemáticas compartidas, puede conducir si no al cambio, sí a la posibilidad controlar algunas de sus maquinarias de poder.

 

Si esto es válido para las capitales, aún lo es mas para la infinidad de ayuntamientos, donde un puñado de votos puede alterar para siempre la realidad política social y económica de amplias regiones. Recordemos que buena parte del territorio comunal del estado español se mantiene en Castilla. Los ayuntamientos castellanos son gestores y administradores de enormes territorios. Cuentan con amplias atribuciones. Las posibilidades en este sentido podrían ser infinitas y conducir a una nueva revolución agraria y repobladora. Mencionar aquí Marinaleda podría parecer fuera de lugar, ¿o tal vez no? ¿Por qué en Castilla se ha renunciado a una alianza de las fuerzas de izquierda urbanas con los sectores productivos del campesinado? ¿Por qué hemos renunciado al control directo de nuestros territorios mediante estrategias orgánicas y comunitarias que nos permitan controlar las condiciones fundamentales de existencia? La estrategia de las ciudades globales no sirve en Castilla. Sí nos sirven las experiencias aliadas de nuestros compañeros de las periferias del Norte Global. El cambio en los territorios rurales envejecidos y abocados a la extinción es más posible que nunca. Las fuerzas conservadoras tienen tan asegurada la victoria ahí, que apenas dedican esfuerzos a ganarse el compromiso de los pueblos que por decenios llevan gobernando. Pero es esta misma inercia, esta misma confianza, la que mayores espacios brinda para el cambio súbito que nos ofrezca inmensas posibilidades de transformación sobre infinidad de pueblos e inmensos territorios. Obviamente para ello hace falta una actitud decidida desde las organizaciones y fuerzas de izquierda, un compromiso real con los pueblos.

 

2.3-El cambio en las relaciones de poder en el Estado Español

 

Las relaciones de poder político del Estado Español vienen determinadas por los equilibrios de las fuerzas parlamentarias en Cortes. Un cambio estratégicamente dirigido a hackear el comportamiento político y electoral de Castilla podría alterar definitivamente los equilibrios sobre los que se apoya la Derecha nacional. Sin su granero de votos en Castilla y León, Madrid y de manera creciente en Castilla la Mancha, su hegemonía quedaría maltrecha. No solo eso, repropiarse de regiones que ya fueron tradicionalmente campo de la Izquierda socabaría uno de los corazones simbólicos sobre los que la Derecha articula su narrativa política. Tomar esos espacios de poder no solo podría llevar a bascular las relaciones en el conjunto del estado, permitiendo por ejemplo encajes de diferente naturaleza que habilitasen el camino hacia las vías confederales, si no que también, lo que es más importante para Castilla, denunciaría la apariencia de buen gobierno y orden, exponiendo con claridad la decadencia, la despoblación, el paro y la emigración forzada de generaciones enteras.

 

Se trata de un doble movimiento que permitiría la revitalización de Castilla y la reenunciación en un nuevo tono del Estado Español como conjunto plural de naciones.

 

El punto de partida en este sentido es complicado dada la poca o nula base que tiene la izquierda en los amplios territorios rurales. Pero este es, sin duda ,el reto que tiene la izquierda por delante si verdaderamente pretende una alteración dentro del plano de la política institucional. Para ello habrá que adentrarse en una compleja revisión de lo que se entiende por Izquierda y lucha social en Castilla mas allá de los movimientos urbanos. Aprender a pensar políticamente desde el Jerte, desde el Pisuerga, desde Valdepeñas, desde Móstoles o Vallecas. Aprender a pensar desde las problemáticas de los cinturones industriales de Valladolid y también desde las regiones campesinas y ganaderas de la Tierra de Campos o de el Campo Charro. Aprender a pensar desde Castilla para poder transformarla y con ello al resto del Estado.

 

 

3-Conclusión

 

 

Una estrategia política de Izquierda desarrollada desde las propias problemáticas castellanas permitiría no solo una transformación radical de las condiciones de existencia si no un auténtico revulsivo en el conjunto de naciones del Estado Español. Las posibilidades son prácticamente infinitas pero para ello es imprescindible un cambio radical de la mentalidad dentro de la Izquierda que hoy día privilegia su estrategia sobre las grandes capitales globales alejándose de las olvidadas periferias obreras y campesinas. No se trata de retórica, si no del hecho factual de que en Castilla la Industria, la Agricultura y la Ganadería y la Energía, son los ejes sobre los que se sostiene el pueblo. Por ello, la retórica postmoderna no dejará de estrellarse en una nación para los que las palabras campo, tierra o producción no han perdido su significado. No es preciso entonces recurrir a complicadas y foráneas retóricas en una nación donde buena parte de sus territorios están ahora mismo bajo un régimen de producción comunitario, y donde el gobierno concejil y por juntas, no es solo recuerdo o posibilidad de futuro, si no presente en conflicto. Cualquier intento de transformación del contexto Español pasa necesariamente por Castilla y toda posibilidad de cambio en esta requerirá necesariamente una guerra ideológica compleja que permita a la Izquierda reapropiarse de sus símbolos fundamentales. Por ello resulta ineludible plantear una estrategia política decidida que conciba a Castilla en su complejidad como pueblo, que ante todo permita a los castellanos enunciar en sus propios términos las condiciones del cambio que tanto anhela.
 

Tierra de Campos, Palencia.

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