Saberes
...y así se las hemos contado
13
May
2016
07:34
Vuelve la pinza que nunca se fue
Por J. Garín

"Julio Anguita no logró acortar distancias ni calentar el ambiente en la entrevista: le falta humor, le sobra pomposidad, es impermeable a los razonamientos y su inclinación por lo sublime le hace bordear el ridículo". 

Javier Pradera, El País, 08/05/93

"Una cosa así es como pretender juntar -esta vez sí- tragedia y desastre en un solo acto. No es el momento de recordar el legado de caos, fascismo, hambre y opresión que los regímenes del socialismo real, conducidos por personajes tan pintorescos como el propio Anguita, han producido en Europa, parte del cual es precisamente el conflicto yugoslavo".

Juan Luis Cebrián, El País, 09/05/93

Dos días antes, Julio Anguita se había reunido con un grupo de periodistas de El País entre los que se encontraba su entonces director, Joaquín Estefanía. Tras las descalificaciones vertidas por Cebrían y Pradera en El País, dio una rueda de prensa en la que denunció que en aquella reunión había sufrido “brutales presiones” para pactar con el PSOE tras las elecciones que iban a tener lugar en junio de aquel año.

Aseguró entonces que en dicho encuentro fue preguntado al respecto de manera "persistente, obsesiva, obsesionante, insultante y recurrente" por los periodistas de El País. Su respuesta fue que tras las elecciones sólo hablaría en base a un programa y que consultaría la decisión a sus bases a través de mecanismos democráticos.

Según su versión, esa respuesta explicaba los artículos publicados en El País citados al inicio del texto. El País, por su parte, tras guardar silencio durante un día, publicaba un editorial titulado “Mentira” en el que negaba la versión de Anguita y la denunciaba como un ataque a la libertad de expresión.

En el editorial califican de "imaginaria" la cercanía al poder que se achacaba a El País y califican a Anguita como primitivo y oportunista. El uso con sorna en dos ocasiones del célebre "programa, programa, programa" anticipaba la caricatura que se haría del político en los medios del grupo y en otros afines al PSOE en los siguientes años.

Aquel artículo dejaba entrever otra de las características de la postura futura del grupo con respecto a Anguita:

"Es posible que también Anguita esté satisfecho: un comunista, portada de la caverna. Aunque sólo sea por un día. Resulta lamentable que la necesidad de reconocimiento, aunque sea por parte de sus peores enemigos, haya llevado a Anguita a confundirse con ellos". 

La izquierda radical confundiéndose con la más rancia derecha para atacar al partido progresista sensato. Anguita haciéndole el juego a la derechona en un esbozo de lo que sería la línea argumental del grupo de cara a las siguientes elecciones.

Una senda basada en la poco democrática idea de atacar a un partido por no pactar con otro cuyas políticas no comparte, a no ser que dicho pacto se hiciese bajo unas condiciones programáticas claras.

Se empezaba a diseñar "la pinza", el ariete que se utilizaría para atacar la postura de Julio Anguita dentro de Izquierda Unida y dejar libre el camino a otros miembros del partido favorables al pacto con el PSOE. Entre ellos ocupaban una posición destacada Diego López Garrido y Cristina Almeida, que años después acabarían formando parte del partido con el que pretendían pactar.

Tres meses más tarde, en un editorial sobre Francia titulado “Nacionalbolchevismo” se hablaba de los "viejos fantasmas del periodo de entreguerras, cuando la pinza de comunistas y fascistas sobre los partidos democráticos (...) facilitó el triunfo del nazismo y el ascenso de los regímenes dictatoriales en otros países de Europa". El editorial terminaba alertando de las posibles semejanzas entre la situación francesa y los "teóricos de extrema derecha y doctrinarios de la izquierda" de este lado de los Pirineos. 

La publicación un año después en ABC de una reunión entre Anguita y Aznar auspiciada por Pedro J. Ramírez  y otra posterior entre ambos en la cafetería del Congreso afianzó el argumento de que había un pacto entre ellos para derrotar a Felipe González. Anguita siempre lo negó y la carta en la que decía no a la propuesta de moción de censura que le hizo Aznar está publicada

Pero, ojo, dijo que no a dicha moción "por mucho que el cuerpo te pida otras cosas", según comentaba Rodolfo Serrano en El País. Respecto a la cena con Pedro J. Ramírez, decía lo siguiente:

"Que aquella cena en el domicilio de Pedro J. fuera una simple reunión de amigos o un pacto para el acoso y derribo de los socialistas siempre será discutible. Pero nadie discute que entre la izquierda que representa Anguita y la derecha encarnada en Aznar cuajó una comunión de intereses y se estableció, sin sobresalto alguno, algo parecido a un pacto a la griega, una estrecha colaboración en los temas (sic) que más agobiaban al Gabinete de González: el terrorismo de Estado de los GAL". 

Rodolfo Serrano, El País, 08/09/1996
 

¿Había que ponerse de acuerdo en denunciar el terrorismo de Estado? Lo mismo es que el tema no era tan grave. Dentro, una de las firmas destacadas del diario en aquella época, el entonces subdirector y jefe de la sección de opinión, Hermann Terstch:

"La apología de una operación de terror sistemático como la revolución rusa no contra los zares sólo, como intenta vender Anguita, sino contra toda la oposición no comunista echa por los suelos su solemne oratoria de defensa de la democracia. Si aquella orgía de sangre y los millones de muertos en los gulags le parecen meros efectos colaterales de una gran gesta emancipadora, ¿a qué viene escandalizarse por dos asesinatos de los GAL?".

Hermann Tertsch, El País, 24/04/1995

A pesar de lo "discutible" que es sacar conclusiones de una reunión privada, de la evidencia en forma de carta del segundo encuentro o de los datos que aportó IU para defenderse de la operación denunciando que el PP y el PSOE habían votado juntos en 67 de 80 oportunidades durante la legislatura,  "la pinza" marcó la campaña para las elecciones del 96.

Sirva de ejemplo este artículo que apareció en portada de El País un mes antes de los comicios. La malvada pinza, en este caso, venía a robarnos a los españoles la posibilidad de un debate cara a cara, un uno contra uno necesario para la democracia:

"El Partido Popular, decidido a alimentar a fondo el fuego de la división en el seno de la izquierda, ha acordado que sólo asistirá a debates electorales si está presente un representante de la coalición Izquierda Unida. La implantación de la estrategia de la pinza pone en peligro un eventual cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición si Felipe González se niega a tener un segundo contrincante en la persona del coordinador general de IU, Julio Anguita". 

El País, 01/02/1996

Que Felipe González se negase sería culpa de cualquiera menos del propio Felipe González.  La derrota en las elecciones de 1996 tampoco fue una cosa suya ni de sus políticas. La culpa de que Aznar gobernase y pudiese incluso legislar contra los intereses de la plataforma digital del grupo PRISA era de su "esclavo" Anguita:

El uso de aquella pinza tenía como objetivo mantener al PSOE en el poder a pesar de los GAL y de los innumerables casos de corrupción. Los beneficios que reportaba al grupo de comunicación aquella "imaginaria" amistad, que hoy sabemos que incluso llegaría a tener episodios panameños vía Irán, justificaban esta particular manera de entender la vigilancia del poder de la que en estos días, con motivo de su cuarenta aniversario, El País hace gala.

La pinza today

En las pasadas elecciones "la pinza" volvió a aparecer, aunque de manera tímida, por las páginas de El País. En una semana en la que, después de meses aupando la opción de Ciudadanos, el diario se volvía a poner al servicio de los intereses de Ferraz destacando las “hechuras presidenciales” de su candidato y apelando al voto útil de la izquierda porque "votar a Podemos es regalar el voto a Rajoy".

Ahora, con el pacto alcanzado entre Podemos e IU "la pinza" vuelve en todo su esplendor. Con su nombre en portada, a cuatro columnas y hasta acompañada de un editorial.

El artículo de portada lleva la firma de Anabel Díez, Francesco Manetto y Javier Casqueiro. Los periodistas sostienen que "la pinza" es la suma de las "estrategias no coordinadas" para hundir al PSOE. Un PSOE que, como en 1996, no se basta él solito para irse al garete y tiene que ser empujado allí por unos que quieren hacer políticas distintas a traición.

El pacto entre Podemos e Izquierda Unida, por su parte, le pone en bandeja la estrategia electoral al PP:

"A Rajoy le viene bien esa disputa y división en la izquierda y focaliza ahora sus mensajes en meter miedo con la posición de Podemos y su alianza con IU, a los que descalifican como el 'viejo comunismo'. Rajoy se limita a etiquetar esa coalición de 'extremistas y radicales' como mala para la recuperación económica y el empleo de España y deja el papel duro a otros portavoces".

No se dice, aunque se intuye por el aluvión de declaraciones de Hernando sobre la conexión Venezuela-Cuba-Irán que reproduce el texto a continuación, que dicha estrategia bien podría estar basada en la lectura de los editoriales de El País del último año.

O mismamente en el de ayer. Con el título “Pacto de supervivencia” el artículo pasa, en un vertiginoso viaje de cinco párrafos, de lamentar la falta de opciones que el pacto supone para el electorado a la preocupación porque éste tome una decisión que disguste a su autor.

"La alianza anunciada por Podemos e Izquierda Unida deja sin alternativa a todo un sector del electorado que hasta ahora disponía de la doble opción. Al unificarse las candidaturas en un magma común, los seguidores de cada uno de estos partidos tendrán que respaldar al conjunto, irse a la abstención o dirigirse hacia otras formaciones".

"Hay que respetar la libertad de los electores de todos los partidos, por supuesto; pero es muy deseable cortocircuitar las tentaciones de meter a España en la crispación de una lucha entre bloques ideológicos enrocados e irreconciliables. Ahí no queremos volver".

En realidad, a pesar de que han pasado veinte años, la cosa no ha cambiado demasiado. Hay que respetar la libertad de votar una opción que a ellos les parezca bien que si no, ojito.

De aquellas era el PSOE y hoy, cuando parece evidente que no tiene la más mínima posibilidad de ganar unas elecciones, se conforman con que no ganen los otros. Y los otros no son ni mucho menos la derecha con la que se pretende meter miedo al utilizar el argumento. 

La pinza que en aquellos años denunciaba Anguita entre PSOE y PP para ponerse de acuerdo y votar conjuntamente en las cuestiones de calado sigue estando ahí. A pesar de estar más a la vista después del 15M continúa en funcionamiento, manteniendo las sucesivas reformas dentro de unos estrechos márgenes de tinte claramente neoliberal que va perjudicando paulatinamente a las clases populares.

Y con El País, de una manera o de otra, siempre dispuesto a colaborar con la causa.

comentarios

1

  • |
    Clara
    |
    Sáb, 05/14/2016 - 12:36
    Felicidades, Gran trabajo.