Saberes
...y así se las hemos contado
19
Jul
2016
16:56
El peligro de quienes llaman populismo a todo
Por J. Garín
El diputado José David Carracedo, de Podemos, en la toma de posesión del escaño. / Dani Gago

En junio de 2012 se celebraron unas elecciones generales en Grecia marcadas por la posibilidad de que Syriza, una fuerza política que defendía unas recetas distintas a la austeridad que exigía la troika, obtuviese un resultado que le permitiese gobernar. A nivel mediático, aquellas elecciones estuvieron regidas por un ataque constante a esta formación basándose en su supuesta pretensión de salir de la Unión Europea y en la fijación con incluirla en el mismo saco que los neonazis de Amanecer Dorado bajo la etiqueta "opciones extremistas".

Con la irrupción de Podemos en España, estas "opciones extremistas" pasaron a ser "los populismos". Lejos de un acercamiento serio a las teorías de Laclau que defienden desde la formación morada, el término se ha venido utilizando para referirse a casi cualquier opción política que se salga de los márgenes habituales.

Partidos con un discurso basado en el odio a los inmigrantes y otros que plantean alternativas a la austeridad son metidos en el mismo saco desde los medios. El País, muy especialmente, nos viene alertando desde entonces del peligro de los populismos.

El domingo la cabecera de PRISA publicaba un artículo que aportaba una nueva nomenclatura a esta ficticia y peligrosa mezcla entre opciones de extrema derecha y partidos anti austeridad: "los partidos insurgentes".

Lo hacía traduciendo dos artículos publicados hace un mes por Susi Denninson y Dina Pardijs, dos analistas del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. A pesar de que por su nombre pueda sonar a organismo oficial se trata de un think-tank creado en 2007 por políticos e intelectuales europeos.

Entre sus fundadores están el ex director del FMI Dominique Strauss-Kahn, George Soros y Diego Hidalgo Schnur, ex Jefe de División del Banco Mundial y actual consejero delegado de PRISA. Estos dos últimos son las principales fuentes de financiación del think-tank.

Los artículos, basados en un mismo estudio, llevaban por título 'El Brexit y los nuevos partidos insurgentes europeos' y 'El mundo según los nuevos partidos insurgentes europeos: Putin, migraciones y poder popular'. El País aporta a la traducción dos de sus palabras fetiche a la hora de meter miedo: antisistema y populistas, en su versión papel, y Podemos, que sólo es mencionado una vez en cada artículo, en el título (que no el titular) de la digital:

                                          

Partiendo de la premisa de que algo tienen que tener en común lo que el think-tank define como "partidos insurgentes", las conclusiones que se sacan son bastante pintorescas. Los neonazis de Jobbik o Amanecer Dorado, los ultraderechistas Frente Nacional o UKIP y los partidos que defienden las propuestas que la socialdemocracia enarboló hasta los años ochenta tienen en común una serie de opiniones que ponen "en duda los principios básicos del consenso europeo".

"Están secuestrando la agenda política y obligando a los partidos convencionales a adoptar sus posiciones. Su arma preferida es indudablemente el referéndum, que se emplea para conseguir el respaldo popular a sus propuestas".

¿Qué quiere decir "secuestrar" la agenda política? Si el "partido insurgente" en cuestión culpa a los inmigrantes y refugiados de la crisis sí que cuadra eso de que los partidos "convencionales" estén adoptando sus posiciones. Si el foco se pone en combatir la austeridad y acabar con las ayudas a los bancos mientras se deja tirada a la gente, eso no tiene ninguna pinta de estar pasando.

Que a buscar el respaldo popular a sus propuestas se le llame "arma" nos da una medida de la deriva antidemocrática de la Unión Europea y de la naturalidad con la que esto se maneja en sus medios y grupos de presión.

"Son por lo general escépticos respecto a la UE, no ocultan su irritación hacia Estados Unidos y simpatizan con la Rusia de Vladímir Putin. Prefieren las fronteras cerradas, una inmigración escasa y el proteccionismo mercantil. Sobre todo, desean "devolverle el poder al pueblo" a través de una democracia directa".

Muy rica la macedonia, y muy fresquita además, con estos calores. Euroescepticismo mirando a Moscú y de espaldas a Washington, con fronteras cerradas para personas y mercancías y todo el poder para los sóviets. O algo así.

El trazo grueso no permite discernir entre quienes quieren reformar la UE para hacerla más democrática y social y quienes quieren salirse. Tampoco entre éstos hay diferencias respecto a sus motivaciones: recuperar soberanía para hacer otras políticas ante un organismo basado en el neoliberal "no hay alternativa" o echar a los inmigrantes.

Lo de las fronteras cerradas y la inmigración escasa, suponemos, no se refiere al vergonzoso acuerdo con Turquía firmado por los partidos "no insurgentes". Mezclar en este tema a los grupos a la izquierda de la socialdemocracia con partidos que basan su discurso en el miedo al de fuera y que incluso han participado de agresiones a inmigrantes es directamente asqueroso.

Y volvemos a lo del poder popular que oye, suena muy bien, pero uno no acaba de entender de dónde se sacan que partidos de tintes autoritarios con líderes carismáticos y de extrema derecha tengan intenciones de ese tipo. Si lo que se pretende es hacer campaña por ellos, lo de "devolverle el poder al pueblo" es indudablemente un buen punto a su favor.

“Estas formaciones insurgentes emplean los medios de comunicación, la presión popular y los cargos políticos que ocupan para forzar referendos nacionales sobre asuntos que antes estaban bajo el control de Gobiernos y funcionarios.

Los partidos no convencionales están ganando escaños en Gobiernos locales, regionales, nacionales y europeos, y cuestiando las posiciones de la clase dirigente sobre cómo se debe legislar”.

¿Presión popular para cuestionar las posiciones de la clase dirigente? Habráse visto, con lo bien que funcionaba todo hasta ahora sin que nadie les cuestionase cómo deben legislar. Y forzando referendos nada menos, obligando a la gente a opinar. 

El supuesto apoyo de los medios de comunicación tampoco entiende aquí de matices, como si las vergonzosas campañas mediáticas contra Syriza o Podemos tuviesen algo que ver con el papel de la prensa británica previo a la votación del Brexit o de los medios en general a la hora de tratar el tema de la inmigración.

Claro que lo mismo si te pones así de quisquilloso resulta que a la clase dirigente no le preocupan del mismo modo todos los "partidos insurgentes".

“La política exterior en particular ya no es un juego de élites, dirigido en la sombra por pequeñas camarillas de políticos y diplomáticos. (…) el desarrollo de las redes digitales facilita que el público exija a los políticos una rendición de cuentas respecto a tratados de alto nivel como la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) —acuerdo comercial entre la UE y EE UU— o el pacto entre la UE y Turquía para gestionar el tránsito de refugiados”.

Pues oye, ni tan mal, ¿no? El acuerdo secreto que iba a afectar directamente a nuestras vidas empieza a salir a la luz gracias, entre otros, a la extrema derecha. Los antisistema, al parecer, también están de acuerdo respecto a qué hacer respecto a los refugiados. Todo bien.

Una vez trazadas estas líneas generales, el artículo pasa a desarrollar punto por punto algunos aspectos. De los partidos analizados, 28 son de derechas, 4 de centro y 13 de izquierdas. Un cuadro nos muestra su postura respecto a cuatro temas: sanciones a Rusia, OTAN, limitar la inmigración y la desintegración de la UE.

Un rápido vistazo a dicho cuadro nos muestra cómo, a pesar de las conclusiones generales que desgrana al principio el artículo, los llamados partidos insurgentes de izquierdas y de derechas no tienen nada que ver.

El hecho de que sean 28 los partidos favorables a limitar la inmigración, esto es, todos los partidos de derechas analizados, no tuvo consecuencias aparentes a la hora de reorientar la investigación. Tampoco que de entre los 14 partidos favorables a la desintegración de la UE ninguno sea de izquierdas supuso cambio alguno.

A la vista de los resultados quizás era más interesante hacer un estudio sobre el preocupante ascenso de la ultraderecha en Europa o acerca de qué está haciendo mal la Unión Europea para que en los países del sur hayan surgido con fuerza movimientos y partidos que piden reformarla.

Los resultados de esta segunda opción probablemente no serían del agrado de esas élites o clases dirigentes a las que se refiere el artículo, que no dejan de ser los mismos que están detrás del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y del medio que lo publica.

El País está siendo el principal adalid de la mezcla interesada de dos opciones políticas totalmente contrarias bajo una misma denominación. Situar bajo el mismo prisma ideologías basadas en el odio y movimientos políticos que piden tibias reformas, simplemente porque cuestionan tus privilegios, es una absoluta irresponsabilidad.

Meter en el mismo saco a Syriza, Die Linke o el Bloque de Izquierdas portugués con Amanecer Dorado, Alternativa para Alemania, el Frente Nacional o el Partido de la Libertad austriaco muestra cómo, a pesar de que a nivel europeo el avance de la ultraderecha es cuantitativamente mayor, lo prioritario para nuestras élites es el mantenimiento de su estatus, por encima de la defensa de los derechos humanos frente a los más terribles fantasmas de nuestro pasado reciente.

En el caso particular de España, donde diversos factores, que van desde la fidelidad al Partido Popular hasta las bases sentadas por el 15M a la hora de explicar la crisis, no estamos asistiendo a fenómenos equiparables a los de otros países europeos. Explicar en los mismos términos lo que allí ocurre con el crecimiento de un partido a la izquierda del PSOE sienta las bases para que, si pasase y en el discutible caso de que esa fuera su intención, ya no quedase nada con lo que prevenir a la sociedad.
  

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