Saberes
...y así se las hemos contado
17
Nov
2015
21:10
Ausencias e imprudencias: de Beirut a París
Por J. Garín

Safety Check es una herramienta que Facebook empezó a utilizar hace un año. Si tienes agregada a una persona que esté en una zona en la que haya habido una catástrofe natural, la aplicación te avisa de que está a salvo tras preguntar al usuario. Nunca había oído hablar de ella hasta el pasado viernes, cuando mi pareja recibió un mensaje diciendo que un amigo residente en París estaba bien.

Joey Ayoub, un bloguero libanés y francófono, con fuertes vínculos con la capital francesa, se quejaba en una entrada de su blog con mucha repercusión en redes sociales de que “nosotros no tenemos un botón de a salvo en Facebook”. Lo hacía conmocionado por los atentados de esa misma noche en París, pero también por los que la noche anterior se habían llevado por delante la vida de 44 personas en Beirut.

Un representante de la red social respondía a la queja explicando por qué la herramienta se activó en París y no en otras partes del mundo en las que “la violencia es más común y pasan cosas terribles con una frecuencia alarmante”. Hasta aquel momento Safety Check sólo se había utilizado en catástrofes naturales, pero al observar mucha actividad en Facebook, “en medio de una situación incierta y compleja que afectaba a mucha gente”, decidieron ponerla en marcha para los residentes en París.

No suena muy distinto a lo que uno podría imaginarse para Beirut un día antes por mucho que sus habitantes estén más acostumbrados a la violencia. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué unos sí y otros no? No tengo una respuesta pero me parece que la pregunta es totalmente necesaria. ¿Distancia cultural?  ¿Racismo postcolonial? ¿Podría pasar aquí?

Todos esos factores pueden hacernos mirar hacia otro lado pero el problema es que en ocasiones ni siquiera tenemos que girar la cabeza para no ver. Lo otro, sencillamente, no está. Como no estaba el atentado de Beirut en ninguna de las portadas de los periódicos del 13 de noviembre. Los telediarios abrían con las medidas del Ayuntamiento de Madrid para rebajar la contaminación y no había programas especiales para analizar lo ocurrido.

Las preguntas que nos debemos hacer como sociedad deberían convertirse en una exigencia para los medios. Hace unos días, Juan Gómez, excorresponsal de El País en Jerusalén, explicaba a través de su cuenta de Twitter que sus diferencias con el director del periódico, Antonio Caño, tenían que ver con noticias que no quiso publicar. Como ejemplo ponía la negativa a una pieza sobre la matanza de cuatro niños en la playa de Gaza porque “ya habíamos hablado mucho de niños muertos”. Si el criterio es ése, no parece muy probable que vaya a servir de algo.

La cobertura de los atentados de París fue bastante distinta. La noche del viernes la emisión de la tertulia política de TVE La Noche en 24H se alargó hasta las tres horas y media. Las televisiones privadas continuaron con sus emisiones habituales, pero el sábado por la mañana todas ofrecieron programas especiales. Tres días después de los atentados, varios de sus presentadores estrella están informando desde allí y las portadas de las principales cabeceras siguen centradas en París.

Sergio Martín, presentador de La Noche en 24H, preguntaba a su corresponsal en Londres cómo lo estaban contando las televisiones británicas. “Lo que hacen es conectar con las televisiones francesas y corresponsales. Se echa de menos un poco de análisis como el que estáis haciendo allí”. Al coincidir con la tertulia, el programa seguía lo que estaba ocurriendo, manteniendo el formato y las opiniones de los tertulianos, que se intercalaban con imágenes y declaraciones de última hora. 

No parece prudente lanzarse a analizar nada mientras la noticia está teniendo lugar, y menos teniendo en cuenta que los supuestos encargados del análisis son los invitados de turno y no especialistas en el tema. Con un ojo en los móviles para mirar Twitter y ante la urgencia de tener que dar contenido, bulos que aparecían allí eran amplificados por los tertulianos. Una supuesta foto desde el interior de la sala de conciertos fue desmentida. Otros quedaron ahí.

Alfonso Rojo o Graciano Palomo hablaban de “guerra total” o de “un distrito lleno de inmigrantes”, y tildaban de “hechos innegables” que los grandes atentados desde el 11S empezaron diciendo “Alá es grande”. No creo que a las televisiones británicas les faltase análisis, desde luego no de este tipo. Teniendo en cuenta la sensibilidad del asunto, cierta mesura debería ser un requisito.

Las prisas llevaron a La Razón a un ridículo internacional al publicar en su portada un fotomontaje que circulaba por las redes como la imagen de uno de los terroristas. La rectificación no tuvo tanta suerte y queda en la página 20 hablando de error “por obra de internet”.

También contribuyeron a que, antes de aclararse la nacionalidad de los atacantes, medios como La Vanguardia o 20 Minutos hablasen de que lo ocurrido reabría el debate sobre los refugiados. Curiosamente, la imprudencia siempre apunta al mismo sitio.

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