Corren tiempos difíciles para la rebelión, para la educación y para todo lo que no sea ser un bróker prejubilado de Wall Street. Pero ya lo dijo la gran Concha Velasco: “Amigas, hay que cuidarse”. Y si para ello tenemos que tirar de fantasía, pues se tira; que como bien dijo Falete: “lo más grande en esta vida es irse a dormir sin tener que tomarse una pastilla”. Así que si mirar ofertas de empleo en internet te tiene la cabeza loca, o si el ayuntamiento de tu pueblo te debe pasta por trabajos que hiciste en enero, no te vengas abajo, no te metas en la cama a las seis de la tarde, no te enganches al Nolotil ni al Espidifrén, que nos conocemos. Cierra los ojos y repite conmigo: soy una mujer bajita, con boquita de piñón, ojos saltones y puedo decir frases de más de veinticinco palabras sin trabarme; puedo andar, fumar, recolocarme la melena y poner caras que subrayan mis estados de ánimo mientras hablo y nunca me trabo; soy un arma de destrucción verbal, mis compañeras de trabajo me admiran y me respetan, mis compañeros de trabajo me admiran, me respetan y me tienen un miedo que se cagan la pata abajo; Joan Crawford me odia y presionó al sindicato de Nueva York para que no me dieran mi tercer Oscar por ¿Qué fue de Baby Jean? pero ahora yo tengo 35.240 fans en Caralibro y ella 187. Además de hablar, sé mirar, y ¡de qué manera! Si quieres un día quedamos en tu cocina o en la mía para que compruebes que puedo darte la receta de las lentejas de mi abuela sólo con la mirada; no en vano me escribieron la canción “Bette Davis Eyes” y cuando me ducho la tarareo. Me levanto por la mañana y ya estoy iluminada al estilo Paramount, es decir, con un foco frontal elevado que hace que mis pómulos parezcan manzanas golden y un reflector, frontal también pero bajo, que me borra la sombra de las cuencas de los ojos y me difumina las patas de gallo; no me achanto por nada, a veces me equivoco, monto productoras de cine, compruebo que hacerlo todo por mí misma es agotador y las mando al carajo. No tengo nada que demostrar ante nadie. Soy Bette Davis, soy Bette Davis, soy Bette Davis…
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Escribirá MrBettedemille después de haber leído a Javier Pérez Andújar eso de “El humorista convierte la metáfora en disparate, ve la ilación entre dos conceptos de diferente rango, de distinta clase social. El humorista es un lírico metido en la lucha de clases” y haber pensado: Amén.
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