Vuelve el “más allá” con más fuerza que nunca a esta nueva temporada pepera que acabamos de inaugurar. Un ejército de visionarios, chamanes, echadores de cartas y sacerdotes estrellas de pueblo se acercan estos días a las oficinas del paro, con sus mejores trajes/túnica y el paso más firme que los protagonistas de la escena de apertura de “Reservoir Dogs”. El gobierno va a tirar de ascética, mística y espiritualidad para arreglar la difícil situación. Y su lógica es sencilla: si este mundo está fatal, podemos mudarnos al limbo hasta que escampe el temporal. No sería la primera vez, ya que cuentan con la experiencia de haber fletado aviones cargaditos de inmigrantes rumbo a cualquier país lejano, o las operaciones de lavado de cara urbana en las que se quitaban de un plumazo a toda la gente que vivía en la calle y que no hacían juego con la decoración de navidad. Ahora, nada mejor para comenzar el trasvase masivo que coger a la población en paro, que ahora mismo son lxs más llorones. Y el procedimiento es sencillo: se citará a lxs paradxs de larga duración, se les dará un zumo y un bocadillo para que se relajen y se dejen hacer; después un especialista les preguntará por su vida laboral pasada, indagando hasta llegar a su recuerdo más feliz en este aspecto, para, una vez localizado el punto exacto en el tiempo, fijarlo, traerlo al presente y encerrar la mente de la persona parada en un bucle que le haga revivir continuamente su cenit laboral. La mayoría de las pruebas realizadas hasta ahora han revelado que los picos de felicidad laboral se agrupan a la salida de entrevistas de trabajo que fueron exitosas; el ánimo ante un nuevo curro, sin los efectos negativos de haberlo desempeñado aún, suelen invitar a un estado de euforia que suele corresponderse con ganas de echar un kiki glorioso o de invitar a unas cañas a lxs colegas. Es decir, una actitud buena o muy buena, para afrontar lo que nos queda de crisis, aunque sea una ilusión.
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Escribirá MrBettedemille después de haber leído a Javier Pérez Andújar eso de “El humorista convierte la metáfora en disparate, ve la ilación entre dos conceptos de diferente rango, de distinta clase social. El humorista es un lírico metido en la lucha de clases” y haber pensado: Amén.
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