Libertades
Periodismo de gafas violeta. Blog de June Fernández.
09
Jul
2014
12:01
Mano dura
Por Mari Kazetari

Lo primero que hice al llegar a Ciudad de Guatemala fue comprar dos periódicos. Me abrumó la cantidad de noticias sobre asesinatos en general y feminicidios en particular que me encontré. Pero hubo algo que me llamó especialmente la atención. En una noticia sobre varios asesinatos de mujeres, el único dato que dieron de una de las víctimas fue que tenía un tatuaje en el hombro. Primero pensé que el objetivo del dato sería ayudar a su identificación, pero en ese caso hubieran descrito más elementos de su aspecto. Pregunté a mis anfitrionas, después pregunté a quienes asistieron a las charlas y talleres sobre comunicación y género que facilité, y la respuesta fue unánime: es la fórmula guatemalteca para sembrar la sospecha sobre las víctimas de feminicidio, el consabido “algo habrá hecho”, tendencia recurrente también en la prensa española. Ya puede ser una mariposa o un Piolín, que con decir que la víctima estaba tatuada, se incitará a la opinión pública a pensar: “O era puta o pandillera”.

El pasado jueves un guardia privado de una farmacia mató a tiros a la activista feminista Patricia Samayoa cuando se disponía a comprar un medicamento. La noticia me impresionó especialmente, porque Patricia estaba ligada a las compañeras del colectivo 'La Cuerda', con las que compartí momentos de aprendizaje y disfrute en mi paso por Guate. Su hija, la periodista del periódico 'La Cuerda' Andrea Carrillo, participó en unos de mis talleres; fue un lujazo contar con ella.

El guardia alegó que disparó para prevenir un asalto. Los medios de comunicación, en sus primeras notas, mencionaron la posibilidad de que Samayoa hubiera intentado cometer un atraco. Anteayer, la alianza política 'Sector de Mujeres', integrada por 32 organizaciones de mujeres y feministas, difundió un comunicado repudiando la muerte violenta de Samayoa, en el que hacen “un llamado a los medios de comunicación para que replanteen sus fuentes y formas de obtener la noticia”: “Creemos firmemente en la libre emisión del pensamiento, pero también queremos hacer reflexionar sobre qué noticias se publican y cómo las publican, usualmente hay una tendencia a culpabilizar a las víctimas sin mayores fundamentos”, lamentan.

Cuando la visitante europea llega a Guatemala (y ocurre otro tanto con El Salvador), lo que más impacta es la omnipresencia de la seguridad privada: hay guardias armados custodiando bancos, supermercados, centros comerciales... Leo en el Diario Digital que la empresa para la que trabajaba el guardia no tiene a ningún agente certificado la Dirección General de Servicios de Seguridad Privada, certificación que implica formarse en derechos humanos, seguridad y protección, así como aprobar un examen psicológico (por ahora desconozco si ese sistema de certificación está extendido y si se aprecian sus frutos).

El Sector de Mujeres considera que “la muerte violenta de Patricia Samayoa es una prueba contundente que entre mayor sea la cantidad de armas en manos de personas no calificadas, mayor inseguridad y violencia sufrimos las mujeres”. El ataque a Patricia “es la prueba fehaciente de que debe haber un estricto control sobre las armas que se autorizan, las personas que las portan y tienen permiso legal a utilizarlas, no es la primera muerte violenta que sucede causada por elementos de seguridad privada, que son trabajadores de empresas de seguridad que no llenan las calidades y requisitos para prestar dichos servicios, demandamos el cierre de operaciones de dicha empresa al haber mostrando la incapacidades de brindar los servicios de seguridad privada”, añaden.

El presidente Otto Pérez Molina es un exgeneral que negó el genocidio maya durante el proceso judicial contra el exdictador Efraín Ríos Montt y que dice inspirarse en Álvaro Uribe. Recordemos que durante el mandato del expresidente colombiano se produjeron 3.345 ejecuciones extrajudiciales. Molina ganó las elecciones prometiendo “mano dura” contra la delincuencia. El Sector de Mujeres hace “un llamado a las mujeres y a la población en general para demandar al Presidente de la República Otto Pérez Molina a replantear las políticas de seguridad ciudadana, a romper con el paradigma que la seguridad está asociada al crecimiento de las fuerzas policiales y la adquisición desmedida de armas”.

Ya sabemos que las políticas de mano dura suelen ser, además de contrarias a los derechos humanos, sumamente selectivas. Tal mano dura no se aprecia a la hora de luchar contra el feminicidio. En 2013 fueron asesinadas unas 660 mujeres, 122 más que en 2012. La policía, en cambio, aplicó mano dura contra la población movilizada contra un proyecto de megaminería en la región de La Puya. El periódico conservador Prensa Libre, por cierto, publicó un editorial en el que afirmaba que las mujeres que participaban en las protestas embarazadas o con sus criaturas, no lo hacían movidas por el ánimo de defender su territorio, sino manipuladas por extranjeros que quieren perjudicar los intereses del país. En Plaza Pública realizaron un exhaustivo análisis de esta joyita sexista, racista (hacia la población indígena) y xenófoba (llama a perseguir a los activistas extranjeros)  a partes iguales.

Leí ese editorial en el mismo periódico (el mismo ejemplar, ese que compré en cuanto pisé Ciudad de Guatemala) en el que se destacaba que una víctima de feminicidio tenía un tatuaje en el hombro. 

 

comentarios

1

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    jonko
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    Vie, 07/11/2014 - 23:30
    Con los asesinatos de hombres también pasa lo mismo. Se busca un motivo, una razón, una excusa que explique porqué alguien acaba siendo asesinado. En Guatemala, duramente golpeada por la violencia, mueren 9 hombres asesinados por cada mujer. Nacer hembra es mucho más seguro que nacer varón en este y en la inmensa mayoría de los países del mundo.