Saberes
Historia de historias
05
Jun
2013
11:33
En tiempos de crisis, 'jacqueries'
Por Javier F. Negro

Hoy cambiamos de libro, dejamos atrás el siglo XIX español para dar paso a tiempos más pretéritos. El culpable de ello es el cronista francés Jean Froissart (1333-1405), concretamente los cuatro capítulos que dedica en su Libro I a las Jacqueries. Alrededor de sus palabras, giran algunas miniaturas medievales, describiendo en una imagen lo que posa sobre el papel con su pluma. Una de estas coloridas estampas gráficas describe a cuatro hombres con sus hachas dando muerte a un noble feudal. Sin dudarlo, lo consideré buen punto de partida para el artículo de hoy. Fig.1

Cabe situarse en el marco de la Guerra de los cien años, concretamente tras la desastrosa derrota gala ante las tropas inglesas en la batalla de Poitiers de 1356 en la cual Juan II, monarca de la dinastía Valois, será hecho prisionero y trasladado a Londres. La situación se tornó crítica, tanto que el reino se halló en bancarrota sin visos de recuperación ante la inoperatividad del gobierno. Por ello, la burguesía de París --encabezada por Étienne Marcel, preboste de los mercaderes de la ciudad-- comenzó a organizarse para llevar a cabo una serie de reformas, contando con el apoyo de Carlos de Navarra y Robert Lecoq, obispo de Laon. Frente a ellos tenían al regente legítimo del prisionero monarca, el delfín Carlos.

La ciudad de París resultó ser un avispero en los años 1357 y 1358 entre los partidarios de ambos bandos. Con todo ello, se aprobará una “Gran Ordenanza” a favor de otorgar a la burguesía una amplia iniciativa en asuntos ligados, principalmente, a la política económica. El Delfín se vio arrinconado cuando dos de sus brazos clave, los mariscales de Normandía y la Champaña fueron borrados del mapa, obligando al Regente a huir de la capital. Tiempos de cambio, en los que el propio Esteban Marcel organizará una huelga en las arterias parisinas, debido a las mutaciones monetarias. La pólvora prendió, el chaperón bicolor fue símbolo de una revolución que comenzaba a reflejarse en otras ciudades, sin olvidar el impulso del medio rural a través de las conocidas jacqueries.

El abuso fiscal en momentos de crisis hizo prender una chispa aparentemente incontrolable en las zonas rurales del norte de Francia. El 28 de mayo de 1358 en Saint-Leu d´Esserent, los Jacques se organizaron a través de la figura de Guillermo Cale, “capitán de Beauvaisis”. El campesinado, armado con garrotes, asedió los grandes emplazamientos señoriales. Froissart nos dice que: “Así hicieron en muchos castillos y buenas casas, y fueron creciendo tanto que llegaron a 6.000... Estas gentes miserables incendiaron y destruyeron más de sesenta buenas casas y fuertes castillos del país de Beauvais y de los alrededores de Corbie, Amiens y Montdidier”. Es fácil dilucidar a quién apoyaba el cronista tras las calificaciones vertidas en su obra.

Tras ver la humareda que se había levantado tanto en las ciudades, como en los medios rurales, cabe preguntarse qué sucedió después. Los Jacques hicieron que el miedo cambiara de bando, algo que se reflejó en las asambleas provinciales. Estos órganos, tras ver lo que sucedía en el norte del Reino, comenzaron a apoyar al referente del Régimen que no era otro que el delfín Carlos. Las piezas del tablero se volvían a mover y en esta ocasión en detrimento de un Étienne Marcel que pidió directamente ayuda a Inglaterra, error que le costaría el descrédito al ser esta nación enemiga del reino galo. Finalmente, fue asesinado en su época de declive por los hombres del futuro rey de Francia, concretamente el 31 de Julio de 1358. Se preguntarán, ¿qué sucedió con las revueltas campesinas? Tras la caída de Marcel, el Rey de Navarra, Carlos el Malo, apoyó de nuevo al delfín, por ello, se desplazó con su ejército y arrasó junto a nobles galos las movilizaciones. Una masacre que sirvió para restablecer el “orden”.

En 1364, sería coronado Carlos V. Su reinado duró hasta la fecha de su muerte, 1380. El nuevo monarca, intentó evitar por todos los medios futuras revueltas bajo su cetro, para ello, realizó una serie de medidas paliativas, una membrana que tras su desaparición, se rompió, dando pie a nuevas revueltas de gran calibre.

Para finalizar, puede decirse que hay dos conceptos que van aunados en tiempos de crisis: miedo y orden. A través de ambos elementos el Régimen de turno se nutre para llevar a cabo sus políticas. El miedo sería un vector de doble sentido. Por un lado, estaría el miedo que siente el propio sistema ante las voces discrepantes, a las que habría que apagar a base de represión para establecer el orden. Por otro, tenemos la política del terror que se emplearía por parte de los instrumentos del Régimen, cuyo resultado no es otro que grandes masacres sobre la población. Parece con ello que el viejo armazón de un Régimen tiene gran aguante. Lo cierto, es que los años que siguieron la muerte de Carlos V no estuvieron exentos de movilizaciones. En París el ayuntamiento fue tomado por los amotinados, mientras, surgían los maillotins en Chatelet, apodados así porque se apoderarían de un gran número de mazas en el edificio consistorial. Varias fueron las protestas --muchas de ellas violentas-- que se fueron sucediendo. Un espíritu de lucha cuya eclosión final se dio en 1789, todos sabemos la razón. Pues a pesar de su resistencia, un sistema que merma a una gran parte de la población acaba desquebrajado por su base.

comentarios

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    Javierfernandez
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    Mié, 07/31/2013 - 18:15
    Gracias Aroa ;) Sí, el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra constantemente. @#1
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    aroa
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    Dom, 06/16/2013 - 19:46
    Muy interesante y muy desconocido. Es curioso como la historia siempre se repite.
  • Javier F. Negro

    La cuestión es navegar entre los mares del conocimiento pretérito, surcar la Historia y sus ramas de pensamiento. Reflexión crítica y algo punzante, mostrar que el presente ya fue antes. Recuperar voces empolvadas, pues el ser humano es repetición consonante y cae en espirales anteriormente dadas. Conocer, aprender y no volver a tropezar.

    Javier F. Negro / @JFeNegro

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