Saberes
Historia de historias
17
Jun
2013
11:43
Sobre las desigualdades en el Siglo de Oro y las estructuras que las sustentan
Por Javier F. Negro

Hoy os invito a una ligera reflexión con sus giros dentro de la Historia. No obstante, siempre hay ciertos matices que nos invitan, al menos, a pensar en la vigencia imperecedera de las estructuras de poder que han regido España a lo largo de los siglos. Tales, se han ido “adaptando” en cierta medida a los cambios sociales, que de un modo u otro se han dado.

Hoy nos situamos en el Siglo De Oro. Permítanme que deje sobre el papel una cita que esboza Arturo Pérez Reverte en el segundo de sus “Alatristes” que responde al título de Limpieza de Sangre: “Como saben vuestras mercedes, las iglesias de la época eran lugares de asilo, donde nos alcanzaba la justicia ordinaria. Por eso, quien robaba, hería o mataba --a eso llamaban andar en trabajos-- podía acogerse a sagrado refugiándose en una iglesia o convento, donde los clérigos, celosísimos de sus privilegios, lo defendían frente a la autoridad real con uñas y dientes”. Tan solicitado era el llamarse a antana, o a sagrado, que algunas iglesias famosas estaban hasta arriba de clientes que gozaban lo impune de su refugio”. En dicho epígrafe Reverte --bien documentado por la obra, entre otras, de José Deleito y Piñuela, La mala vida en la España de Felipe IV-- nos describe en pocas palabras uno de los papeles que tenía la Iglesia dentro del marco social con los matarifes de aquella época. Mercenarios, que recordemos, trabajaban en muchas ocasiones para las élites políticas.

Si indagamos dentro de las obras literarias de autores de aquel tiempo podemos ver una gran cuantía de ejemplos sobre lo indicado anteriormente. De tal modo, se puede rescatar un diálogo entre Rinconete y Cortadillo, obra de Cervantes.
R. ¿Es vuestra merced por ventura un ladrón?
C. Sí --respondió él--, para servir a Dios y a las buenas gentes. (Fig 1)
 

La lectura nos lleva inmediatamente a las palabras de Francisco de Quevedo: Poderoso caballero es Don Dinero. Dinero que articulaba la vida de las gentes, con él, las altas esferas pagaban a espadachines de baja estofa para que ejecutasen sus planes mientras alguaciles corruptos dejaban hacer, mientras los matarifes se refugiaban en los patios de las iglesias con total impunidad. Eran necesarios para un sistema en el cual las desigualdades sociales no sólo eran una realidad, sino una cuestión de Régimen para conservar la red establecida. Esta realidad era teorizada y justificada por personajes como el dominico Domingo de Soto a través de su “Deliberación de la causa de los pobres”. Entre sus palabras vertidas, podemos encontrar que atribuía al saber y providencia de Dios la existencia de ricos y pobres, siendo ambas acogidas en el seno de la divinidad, componiendo un orden social en el que unos hacen necesaria la existencia de otros. Los ricos lo son para sustentar y gobernar a los pobres y éstos existen para su servidumbre.

Juzguen ustedes, reflexionen y tracen hilos por los canales de nuestra historia. Tan sólo puedo finalizar, citando un refrán popular tan habitual en este país: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

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Javier F. Negro

La cuestión es navegar entre los mares del conocimiento pretérito, surcar la Historia y sus ramas de pensamiento. Reflexión crítica y algo punzante, mostrar que el presente ya fue antes. Recuperar voces empolvadas, pues el ser humano es repetición consonante y cae en espirales anteriormente dadas. Conocer, aprender y no volver a tropezar.

Javier F. Negro / @JFeNegro

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