Sin lugar a dudas, una cosa es la intencionalidad de un proyecto y otra bien distinta el resultado final, máxime cuando demasiados agentes a lo largo de años juegan la partida. Hoy nos desplazamos a los Estados Unidos, allá por la mitad del siglo XIX para poner sobre la mesa la figura de Henry David Walden (1817-1862). (Fig1)
La palabras que hilvano hoy en el espacio que compartimos son fruto de una pequeña reflexión, por tanto, bueno es --como siempre-- que el lector interactúe, si lo considera, a través del apartado de comentarios.
Tengo un amigo romanista muy incidente en el estudio de la historia de las mentalidades y, no es para menos, pues sinceramente es un campo en el que queda mucho por realizar. Hoy os invito a adentrarnos en la Antigua Roma, concretamente en el Siglo I d.C bajo la batuta de Vespasiano, iniciador de la denominada Dinastía Flavia. Os preguntaréis, ¿y la historia de las mentalidades? Ya veréis su trascendencia.
Petronio (27-66) en su Satiricón describió de buena tinta las preocupaciones que albergaban ciertos sectores de la ciudadanía romana sobre el tiempo que les tocó vivir: “luego le pregunté a qué razón atribuía la decadencia de nuestro siglo, que había dejado morir las bellas artes, entre ellas la pintura, que había desaparecido sin dejar el menor rastro.
El otro día me vino a la cabeza la figura del congoleño Bienvenu Mbutu Mondondo. Este personaje se personó como acusación ante el título de Hergé Tintín en el Congo, debido al sesgo racial y xenófobo que albergaba la obra en cuestión. Personalmente, considero que más que hacer apología, se estaba describiendo un contexto histórico determinado acorde con la mentalidad reinante en aquella época. Aquí os dejo un artículo que escribí sobre el mundo de Tintín y el siglo XX que describe. Tres cuartos de lo mismo sucede con “Corazón de tinieblas” de Joseph Conrad, acusado a posteriori por razones similares.
Sobre el tablero de la política internacional, la neutralidad es una opción en tiempos de guerra y, España optó por ella en la I Guerra Mundial, lo cual, resultaba más que lógico tras las pérdidas de las últimas colonias al otro lado del atlántico allá por 1898. No obstante, la participación dentro del conflicto fue más que activa a través del tejido industrial, sobre todo el catalán, vendiendo entre otros utensilios, armas. Fig1.
Tras un parón de unas semanas retomamos la pluma en nuestro pequeño rincón en clave melódica. Sí, parece ser que la alcaldesa de la de Madrid quiere realizar algún tipo de oposición para que los músicos puedan ejercer su oficio por las calles de la ciudad. Con ello, me acordé de que últimamente entrelazan partituras muchos estudiantes de escuelas y conservatorios en los pasillos del suburbano y las aceras polvorientas de la urbe, siempre atestadas de gente. La finalidad, adquirir unas monedas al día durante meses para poder pagarse su matrícula, pues la subida de tasas ha sido más diabólica que el Capricho 24 de Niccolò Paganini.
La exposición de hoy versa alrededor de un lienzo del pintor Eugenio Lucas Velázquez, concretamente su “Episodio de la Revolución de 1854 en la puerta del Sol. Quema de Banderas”. No podía estar más de actualidad, la toma de la plaza en el corazón de Madrid por la ciudadanía. Cabría preguntarse sobre cómo se llegó hasta ese punto y que sucedió tras los acontecimientos revolucionarios que se dieron en el verano de 1854 en gran parte del Estado Español. (Fig1)
Últimamente, vuelven a posarse sobre los kioscos publicaciones periódicas, cuya esencia es el género satírico. Esto no es casualidad, pues en los periodos históricos de convulsión social y política, las plumas más ácidas han derramado ríos de tinta en forma de palabras e ilustraciones. Hoy os invito a desempolvar del recuerdo algunos casos.
Hoy no narraré ningún acontecimiento ni episodio histórico, déjenme saltarme en cierta medida el guión para realzar un debate de no poco enjundia, necesario, ligado a la Historia y las Ciencias Humanas en general. Me centraré en la Comunidad de Madrid y su ciudad, aunque lo que aquí leerán, es extrapolable a todos los rincones del estado español.
Hoy nos desplazamos hasta la Atenas de los siglos VI y V a.C para ilustrar sobre uno de los elementos que articulaba la recién nacida democracia en aquellas lindes, en un espacio y tiempo determinado, en el cual, la participación de la ciudadanía en la vida pública no era un derecho sino un deber.
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La cuestión es navegar entre los mares del conocimiento pretérito, surcar la Historia y sus ramas de pensamiento. Reflexión crítica y algo punzante, mostrar que el presente ya fue antes. Recuperar voces empolvadas, pues el ser humano es repetición consonante y cae en espirales anteriormente dadas. Conocer, aprender y no volver a tropezar.
Javier F. Negro / @JFeNegro
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