Saberes
Historia de historias
20
May
2013
16:42
Ecos de la investigación científica española: La Fragata Arapiles
Por Javier F. Negro

Hace tres meses el Ministerio de Hacienda denegó las subvenciones concedidas por la Secretaría de Estado de Cultura a 30 grupos de universidades españolas con proyectos internacionales dentro del campo de la arqueología. Una muestra más de los recortes practicados por el actual gobierno. Aquello, me recordó al episodio histórico que a continuación les voy a exponer.

En los primeros compases del reinado de Amadeo de Saboya, allá por el verano de 1871 se organizó una expedición a bordo de la Fragata Arapiles. El cometido estaba sometido a intenciones políticas y económicas dentro del marco del Mediterráneo oriental, no obstante, aprovechando la coyuntura, se creó una comisión científica cuya finalidad era adquirir piezas procedentes de aquella zona para el joven Museo Arqueológico Nacional, fundado cuatro años antes. Dicho equipo se componía por el académico de la Historia Juan Dios de la Rada y Delgado, un secretario de la embajada, concretamente, Jorge Zammit y Romero, quien desempeñaría las funciones de intérprete, y el académico de la Real de San Fernando, Ricardo Velázquez y Bosco, en labores de dibujo y fotografía. (fig1).
 

A simple vista, podemos dilucidar que con un equipo tan competente y docto se podría realizar una labor encomiable y aportar un grueso número de piezas a las frías salas del MAN, entrenado así en aquella batalla cultural entre los diversos museos europeos. La realidad distó de aquello, pues si por un lado la publicación posterior de aquel periplo fue exquisita para la época, no resultó así la llegada de objetos. La razón de ello fue la falta de fondos económicos. El Ministerio de Fomento extrajo de las 50.000 pesetas correspondientes al fondo para obras y adquisición de objetos del museo un total de 2.500. Cuantía que debería emplearse además para el combustible y las dietas de los miembros de la comisión. Los dispendios sobre éstas de forma diaria eran los siguientes: 15 pesetas para Rada y Zammit, mientras que 10 eran para Velázquez. Para que se hagan una idea, el viaje duró un total de 86 días, es decir, 3.440 pesetas en dietas.

El 27 de Julio, tres semanas después del inicio del viaje, como era de esperar, los fondos se agotaron. El comandante del barco prestó a los comisionados cerca de 3.000 pesetas de la caja del navío. Situación insostenible ésta que obligó a los científicos a enviar telegramas demandando fondos tanto al habilitador del Museo Arqueológico Nacional,, Sergio Sálvez, como al propio director de la institución, Ventura Ruiz Aguilera. En este último, la desesperación era evidente: “fondos cero ayúdenos ministro con su legítima influencia”. Si ustedes creen que las solicitudes fueron desatendidas, están en lo cierto. A pesar de ello, sí se adquirieron piezas, sobre todo en la primera fase del viaje, aquella que comprendió Asia Menor. (fig2)
 

De aquella odisea científica podemos extraer dos conclusiones. Por un lado tendríamos las proezas realizadas con escasos medios por parte de los comisionados y por otra el desinterés de las instituciones vertebradas por el Estado español en materia científica. Resulta interesante rescatar este episodio de la historia no muy conocido, pues una vez más de una forma u otra los comportamientos se repiten. En la universidad pública española, los profesores, aparte de su actividad docente, tienen que llevar a cabo proyectos de investigación y con noticias como la que apunté al inicio, esto se torna más que complicado, suponiendo en ocasiones la propia inversión de su salario en este tipo de campañas, además de acudir a las fundaciones privadas. De tal modo, la apuesta segura en I+D, potenciando un país en competencia científica se difumina dando paso a un modelo en los que los protagonistas son el ladrillo y Eurovegas. Por tanto, no se extrañen si en los siguientes años ven a muchos investigadores con sus tesis doctorales finalizadas sirviendo copas en Alcorcón o en otros países. Pues eso del retorno es un cuento cómo se ha visto en el caso del joven físico Diego Martínez Santos, premiado por la Sociedad Europea de Física. Quien quiso retornar a nuestro país a través del programa Ramón y Cajal y le fue denegada la beca debido a que no “estaba estaba a la altura exigida”, realidad transformada como diría nuestro querido Valle-Inclán.

comentarios

0

Javier F. Negro

La cuestión es navegar entre los mares del conocimiento pretérito, surcar la Historia y sus ramas de pensamiento. Reflexión crítica y algo punzante, mostrar que el presente ya fue antes. Recuperar voces empolvadas, pues el ser humano es repetición consonante y cae en espirales anteriormente dadas. Conocer, aprender y no volver a tropezar.

Javier F. Negro / @JFeNegro

Tienda El Salto