Javier García Fernández es historiador y miembro del Grupo de Estudios Campesinos Juan Díaz del Moral. Es además parte del Sindicato Andaluz de Trabajadores y de las Candidaturas de Unidad de los Trabajadores/as. Actualmente realiza tu tesis doctoral en el Centro de Estudos Sociais de la Universidad de Coimbra, Portugal.
“Quien tenga patria que la honre y, quien no, que la conquiste”.
José Martí
A la luz de los últimos acontecimientos, nadie parece ya descartar que entramos en un proceso de re-fundación del Estado y de sus identidades nacionales. La frenética incomprensión -por parte de la intelligentsia progresista española- de porqué uno de los movimientos de izquierda radical más fuertes de Europa apoya un proceso de desarticulación del Estado español (capitaneado por una fuerza reaccionaria), evidencia, no una incomprensión puntual, sino la ceguera estructural que corresponde a una cuestión histórica.
No hay una construcción popular de la idea de España, como no hay un relato nacional progresista de de dicha idea. Esto es lo que está dando a Podemos su maquinaria de guerra más letal, a saber, la capacidad de refundar la idea de país articulando las demandas históricas de sus territorios junto a las demandas que nacen de los acontecimientos más propios de nuestro tiempo histórico ,tales como el 15M o las luchas contra la corrupción y los recortes. Una de las preguntas que surgen entonces sería: ¿hasta qué punto Podemos será capaz de re-articular de forma democrática todos los territorios en el contexto de un proceso constituyente?; o por decirlo de otro modo, ¿cabría la posibilidad de una independencia política real, a la que Podemos llegaría tarde debido al laborioso trabajo realizado por la derecha española?
No existe una idea progresista de España. Todos los movimientos radicalmente democráticos surgidos en el seno del Estado español durante los últimos dos siglos han sido extremamente anti-españoles, o se han enfrentado a la idea realmente-existente de España. El primer republicanismo, el cantonalismo, el federalismo, el anarquismo, el movimiento campesino y los nacionalismos, han sido los agentes fundamentales de transformación democrática en el Estado español. Tan solo existe una idea de España, nacida en Madrid, que ha dado lugar a lo que se ha llamado el socialismo republicano Español. La II República, pensada siempre desde Madrid, no pudo enfrentarse a los problemas fundamentales de la tierra, en el sur; y de los nacionalismos en el norte; lo cual la llevó a su propia destrucción en el campo de lo político. Durante la II República no existía una idea común de lo que debía ser la España Progresista, lo que la llevó irremediablemente a la derrota política, puesto que se enfrentaba a una derecha con un sólido relato y una idea fija de lo que debía ser España.
Desde finales de la dictadura y fundamentalmente en la transición, se volvieron a re-configurar las culturas políticas democráticas en el Estado Español, debido al fuerte empuje de las fuerzas de los nacionalismos históricos, dando lugar al Estado de las Autonomías y el “café para todos” (en el que Andalucía arrinconó a la oligarquía española en el proceso de configuración de la España post-franquista). La nueva derecha hegemónica iba a pensar España desde el Norte de la península, más concretamente desde Castilla y León; y la nueva izquierda iba a idear España desde el sur, principalmente desde Andalucía. El PP de Aznar, el PSOE de Felipe González, y sus respectivas alianzas con las burguesías catalanas y vascas, iban a configurar la cuestión de las nacionalidades bajo un marco político de convivencia.
La crisis económica vivida desde 2008, entre otras muchas cosas, ha hecho estallar las formas de estructurar políticamente las expresiones organizadas de los distintos nacionalismos: en Andalucía, la disolución del Partido Andalucista; en Galicia, la terrible crisis del BNG; en Euskal Herria, la transformación del escenario político y militar; así como el escenario catalán son algunos de los cauces que han tenido las transformaciones vividas por las fuerzas nacionalistas.
Podemos, en este sentido, ha demostrado que sólo se puede generar un proyecto de transformación social si se es capaz de articular todas las identidades nacionales y populares que se dan en el seno del Estado Español. La experiencia en Cataluña, de la mano de figuras como Ada Colau, ha sido magistral. También han sido grandes las estrategias tejidas junto a nacionalistas de izquierda en Galicia y en el País Valenciano. La fórmula parece más que evidente, a saber, organizar las fuerzas del nacionalismo de izquierdas, las organizaciones y partidos de izquierda y los movimientos sociales municipales.
¿Qué hacer? Tesis sobre el empate catastrófico y cuestión nacional
Los resultados del 20D unidos al contexto político catalán conforman un escenario absolutamente inédito; sólo comparable, por un lado, a los años treinta del periodo de entreguerras; y por otro, al último periodo de la dictadura militar y la primera transición. Tras un fortísimo ciclo de movilizaciones sociales, se da una importante activación política de nuevas propuestas electorales, generadoras de un proceso de cambio acelerado que da lugar a un empate catastrófico, utilizando la expresión de García Linera.
Reubicando perversamente las tesis de Linera, diremos que la crisis política que nos concierne debe estar dividida en cinco fases: estallido de la crisis y estado de excepción (desde 2008 al 14 de Mayo de 2011); toma de conciencia y movilización social de resistencia (del movimiento 15M a las Marchas de la dignidad); construcción política de nuevos sujetos (Surgimiento de Podemos en las Europeas hasta el 20D); empate catastrófico (contexto actual) y, por último, construcción hegemónica ascendente .
Las cuestiones que debemos resolver son la siguientes:
1.- ¿En qué medida Podemos va a ser capaz de forzar y transcender más allá de su situación actual de consolidación como fuerza turnista de cambio?.
2.-¿Hasta qué punto la dirección política de Podemos va a ser capaz de asaltar los cercos de forma creativa, para desarticular políticamente al PSOE y a Ciudadanos y reducir al PP, conquistando así una hegemonía social que le permita afrontar un proceso constituyente?
3.-¿En que medida Podemos no se va a instalar en el seno del establishment como fuerza política aliada del juego de lo político-realmente-existente?
Para nosotros, desde Andalucía, hay algunas cuestiones que se resuelven solas, dudas a las que asaltan sus propias certezas: Andalucía es un territorio con ocho millones de habitantes, ningún proyecto de izquierdas puede ganar en España si no gana también en Andalucía. Podemos tiene que vencer aquí, y tiene fuertes contrincantes: el PSOE como régimen/país, como partido esencialmente andaluz; y Ciudadanos, como alternativa al PP, en el único lugar del Estado donde la derecha jamás podrá formar gobierno.
Para ganar se ha de hacer un ejercido de pensar Podemos desde Andalucía, tarea aún pendiente para todos. ¿Por qué en Andalucía no ha habido una articulación social de las distintas izquierdas como ha pasado en Galicia, en Cataluña o en Valencia? ¿Por qué Podemos ha obtenido unos resultados tan escasos, rozando lo preocupante en Andalucía?
Hay varias razones que pueden explicar, o ayudar por lo menos a comprender este contexto tan desfavorable en el territorio donde comenzó a consolidarse la indignación, para pasar a materializar procesos de lucha popular hacia un proceso de transformación desde abajo (ocupaciones de tierra, Somonte y Las Turquillas, expropiación pública a multinacionales, Marchas Obreras Andalucía en Pie, Corralas y coordinación de las Marchas de la Dignidad). Una explicación plural y amplia sería la cuestión constatable de que el andalucismo político se encuentra, quizás, en los momentos más bajos de su reciente historia. La disolución del principal partido del andalucismo de centro-izquierda; la falta de una expresión política organizada y amplia de las luchas jornaleras andaluzas y de la izquierda rural; el limitado alcance y organización de los sectores del andalucismo intelectual; la violencia que se ha suscitado las disputas para la de la elección de los diputados entre figuras de referencia local y figuras cercanas al aparato central (casos de Sevilla con Diego Cañamero, Córdoba con Antonio Manuel y Almería con Gaspar Cañizares) o las tensiones existentes entre la dirección orgánica andaluza, encabezada por la dirigente Teresa Rodríguez y la dirección estatal. Estas son algunas de las razones que no han permitido que Podemos genere una cultura propia en Andalucía, que no se instauren narrativas propias ni se entrelacen los sueños de la gente con un programa adecuado a sus necesidades.
Solo venceremos conquistando el corazón de nuestra gente. En Andalucía enfrentamos un doble reto y ya no podemos fallar: las autonómicas por un lado, y por otro el papel de Andalucía en el proceso constituyente. En el contexto actual es una prioridad re-articular las fuerzas nacionalistas de izquierda y abrir una mesa de diálogo nacional donde se construya un sujeto de dialogo andaluz, donde se pongan en común nuestras propuestas, nuestro programa, nuestras motivaciones y entusiasmos. Sólo así seremos capaces de ganar en nuestra tierra.
Vence quien dibuja con palabras el camino de los sueños, quien siembra con atino el sentir de nuestras gentes. Hoy toca sembrar Andalucía de sueños, con generosidad y con estrategia, con una agenda política propia que nos lleve a reactivar las fuerzas de las izquierdas en Andalucía. Hoy más que nunca es absolutamente preciso, no sólo sentir Andalucía, sino sobre todo, Pensar desde Andalucía.
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Pensar la tierra es un espacio abierto de reflexión, debate y análisis del contexto de las luchas sociales rurales y los movimientos de transformación desde el campo en Andalucía. Pensando desde el sur, junto al resto de luchas y pueblos que entienden sur como rumbo de emancipación. Construyendo nuestra Andalucía desde sus luchas, sus latidos y sus sueños de tierra y libertad, sabiendo que hay ya un mundo que nace a cada paso de un pueblo que camina.
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