lustración de Nacho de la Osa
Borja Romero es de Sevilla. Es Licenciado en Sociología, activista social y militante del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as.
El sentimiento andaluz es una cuestión privada, muy intima, relacionada con nuestra historia vital y nuestra propia personalidad. Es una amalgama que abarca sentimientos, experiencias, actitudes y mentalidades que nos conforman un carácter de vivir en el mundo.
La cuestión de lo andaluz se crea cuando ese sentimiento es compartido por un grupo y se transforma en un imaginario colectivo, el cual, en su toma de conciencia, lo convierte en un Ideal a alcanzar. Este proceso social y comunitario tiene implícito una diversidad de experiencias, teóricas y vitales, que va gestando cada andaluz y andaluza en su forma de repensar Andalucía y, por ende, su liberación. El trayecto para la liberación social y política que actúa como cauce de esos sentimientos y teorías pensadas por individualidades o grupos. Ante este reto se nos presenta una Andalucía de 8 millones de habitantes que viene de una economía neocolonial y una opresión política y cultural de 8 siglos. Cabría pensar que es complicado aunar a todas en un ideal común como por exaltación mística, sería más sensato pensar en generar un espacio donde se puedan compartir todas las mochilas ideológicas, donde cristalizar las experiencias, para un proyecto de construcción nacional que implantar y una actitud libertadora para llevarla a cabo. Un espacio que ofrezca correspondencia entre iguales aunque diferentes. Un espacio que no es internet.
Las preguntas son ¿Es necesaria la construcción de un proyecto soberanista colectivo entre diferentes posturas? ¿Es esta diversidad peligrosa o malsana? La dialéctica de la construcción nacional andaluza es amplia, existen teorías y matices que nos expanden a un debate que siempre ha sido rehuido. El pueblo andaluz carece de madurez para establecer un espacio de debate profundo en el cual confrontar las ideas, analizarlas y aprender a fortalecerse en el común denominador. La diversidad sería positiva si no viniera con el lastre dogmático, el mismo que nos impide sentarnos en una mesa todas a compartir. Pero en la actualidad, la respuesta no está afirmada por las palabras, sino por los hechos.
Actualmente todos y cada uno de los colectivos o individualidades que conforman el imaginario del soberanismo andaluz, defiende que su modelo o estrategia es la más adecuada, que es la única válida para alcanzar la liberación, por lo que la comprensión mutua se nos sugiere imposible. Ahí es donde nos faltamos el respeto. La supremacía del dogma o la organización nos ciega en compartir la experiencia con nuestros aliados naturales, y a reflexionar en lo común y en común.
Estamos revueltos y desorientados cuando la actualidad nos requiere unidos (sin confundirse con homogeneizados). Andalucía es una nación muy rica y con muchos frentes que liberar que pasan desde la educación pública, o, el sistema productivo, al ecosistema, levitando por la controvertida cuestión de la lengua. Ahí es, cuando empezamos a concretar el programa para Andalucía, donde nos faltamos el respeto porque tenemos mala educación para con las nuestras, y esto sucede porque nos hemos dado muchas puñaladas, tenemos egos, hemos negociado por la espalda, no hemos hablado claro, etc... Estamos hartos y hartas de perder la confianza y sólo nos quedan nuestros principios. Pero Andalucía no necesita una Salvaora que ilumine, necesita que sus gentes se sienten (de sentar y sentirse) con la misma dignidad, respeto y cercanía que añoramos para con nuestro Pueblo. Ahora mismo no somos ejemplo de nada, salvo personas de honradas excepciones, y sin actitud vital, sólo estrategia política, no conseguiremos conectar nunca con nuestro Pueblo; No hay cosa más triste que luchar por un pueblo que no te comprende. Eso nos hace extraños, como la iglesia que nos promete el cielo en latín.
Haciendo la metáfora con el traje de flamenca “fellah min gueir ard” (de campesinas sin tierra) que también llamado de gitana, (pueblo al que también le despojan de las tierras por las que va habitando) podemos observar, en contraposición con la uniformidad de los otros trajes populares, como existen múltiples modas que varían en colores, formas y modelos. Parecerían que no tienen nada que ver los unos con los otros, pero todos conforman el imaginario de lo que se denomina un traje de gitana o flamenca. Nadie predispone cual es más flamenco o el más adecuado para una feria, sino que todos son válidos y respetados a fin de conformar la fiesta.
El soberanismo andaluz continúa en su empeño de comenzar el camino de su liberación social, económica y política, con el traje ya diseñado, con pocas intenciones de abrir un debate amplio de todos los actores en el que formular y escuchar seriamente las diferentes tesis y apostar por un camino de convergencia del andalucismo cultural, económico y político. Y así, la feria, la cuenta cada una cómo le va en su chiringuito. Son muy pocas las personas, andaluzas de conciencia, las que pisan el albero para comprobar que el pueblo, ante estas determinaciones que le impiden ser partícipe activo, se está marchando a su casa o a otras opciones. Y es que la verdad es dura, el Pueblo Andaluz nos ha pedido el divorcio, sólo se requiere de andalucismo cuando hay que hacer comparaciones con otros pueblos hermanos, el Pueblo Andaluz no nos necesita para combatir la globalización imperialista, y no nos damos cuenta porque seguimos discutiendo que si la culpa fue de Yoko Ono o del cha cha chá. Ante esta situación exploro, que si tenemos que discutirnos, que sea a la cara, con inteligencia y corazón, con papel y lápiz.
En torno a esta idea se formuló la I Asamblea Andalucista de Ronda s.XXI que tuvo lugar el pasado mes de mayo. En el marco de la ciudad bandolera se ha dado el pistoletazo de salida en post de generar un espacio de encuentro soberanista en el que debatir sobre las áreas en la que el andalucismo tiene que ofrecer alternativas libertadoras para salir de la encrucijada actual. No se trata de ofrecer ponencias, sino de crearlas en común en un plazo de 3 años, con objeto de llegar al 2018, centenario de la histórica Asamblea Regionalista de Ronda en la que Blas Infante y sus compañeros proclamaran la bandera y el escudo, con 2 principios claros:
1) Fortalecer el carácter organizativo y comunitario de los actores y actrices de soberanismo andaluz. Se hace necesario que todas las personas que se sientan andaluzas de conciencia interactúen en un mismo espacio, realicen aportes en sus áreas de experiencias, y produzcan un debate entre las fórmulas, a fin de fortalecer una convivencia dialéctica que haga reflexionar sobre la conveniencia de las etapas de un proceso libertador. Pensar-organizar-actuar.
2) Regenerar el espíritu libertador del ideal andaluz readaptándolo a las necesidades y problemas que presenta Nuestra Andalucía. Van a pasar cien años donde han tenido cabida un golpe de estado franquista y una falsa transición. Los condicionantes psicosociales en los que nos desenvolvemos las andaluzas de conciencia han sufrido una modificación vital. Es nuestro reto el readaptar la estrategia libertadora que surja de lo común a una comunicación y actitud que nos haga certeros y empatizadores.
La Asamblea Andalucista de Ronda s.XXI no se presenta como una panacea, es un ente vivo que, como en la vida misma, debe de crecer y madurar para aportar sus frutos. En la asamblea se produjeron nuevas presentaciones, viejos encuentros, simpatías, rechazos y ausencias. No es perfecta, pero es el camino. Faltan muchas voluntades que aunar y rechazos que limar que requieren de un esfuerzo de comprensión en cada una de las áreas de trabajo. Necesitamos creer firmemente en la convicción de que la solución al problema de la subyugación del Pueblo Andaluz viene de todas y por todas, uniendo nuestras experiencias de luchas y sintetizándolas en un proyecto. No hay otra alternativa que creer en nosotras mismas como agentes sociales del cambio nacional, cada una en su especialidad, materia, y sintonía, pero sobre todo, con la firmeza de que tenemos que darnos la oportunidad para formular la reflexión y la actitud adecuada para hacernos entender a nuestro Pueblo.
La historia se escribe cumpliendo el papel que el destino nos ha ofrecido a cada una, sintámonos protagonistas y escribamos las páginas de nuestra historia contemporánea en común, animémonos a participar, preguntar o sugerir sin complejos ni superioridades. Sintámonos compañeras y repensemos que nuestro ofrecimiento no tiene que ser el resultado, sino el aporte que cada una hace a la estrategia global para alcanzar una ANDALUCÍA LIBRE.
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Pensar la tierra es un espacio abierto de reflexión, debate y análisis del contexto de las luchas sociales rurales y los movimientos de transformación desde el campo en Andalucía. Pensando desde el sur, junto al resto de luchas y pueblos que entienden sur como rumbo de emancipación. Construyendo nuestra Andalucía desde sus luchas, sus latidos y sus sueños de tierra y libertad, sabiendo que hay ya un mundo que nace a cada paso de un pueblo que camina.
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